XII: Pasado -Parte Cuatro-

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Ya, la última parte, porque con esto se aclarara quien es el padre de Tito... No sean ansiosas, y esperen ahora sí hasta mañana jajaja 😘❤💕

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Glamour, existo, mujeres, fiestas, sexo... El éxito no había llegado sólo.

Y con él, también una jovencita a su nueva casa.

—Ey, Vi —pronunció extrañado Leo—. Hay una chica en la puerta de casa.

—¿Una chica? —preguntó desde la máquina de correr.

—Sí, ella dice que tiene que hablar contigo, y... Am... Está con un bebé...

Apagó la máquina, y el rubio se vio claramente afectado.

—¿Sabes quien puede ser?

—No quiero hablar de eso —le dijo serio, secándose el rostro con una toalla—. Luego de que te vayas, hazla pasar.

—¿Me estás echando? Quizás si me quedo, pueda ayudar en algo.

—Leo, largo —pronunció en un tono molesto—. Esto es un asunto privado, vete.

—Okay, me iré, pero antes responde algo —le dijo el rubio menor, serio—. ¿Ese bebé es tu hijo? Porque sí es así, espero te hagas cargo.

—Largo, Leo.

Esperó a que su hermano se fuera en el auto, por la puerta trasera, y sólo recién, salió a su encuentro con Ivanna.

Su rostro reflejaba claramente lo irritado que estaba. Ni siquiera la imagen de aquella joven castaña, de mirada insegura, cargando un pequeño bulto envuelto en mantas celestes, pudo ablandar sus facciones... O corazón.

—¿Qué demonios haces aquí? —exclamó sin dejarla siquiera hablar, al estar frente a ella.

—Y-Yo-

—Te dije que no me buscaras si no te deshacías de... Él. Yo no quiero saber nada de esto, ¿Cómo debo decírtelo? ¡¿Cómo diablos tengo que hacértelo entender?!

—S-Sólo vine —pronunció al borde de las lágrimas, sintiéndose faltal—... Para saber si cambiarías de opinión. Pero v-veo que no.

—No, por supuesto que no. Te lo dije, no quiero un hijo. Tú decidiste tenerlo, ahora arréglate sola.

Varias lágrimas comenzaron a mojar su rostro, y como pudo, con una de sus manos las secó. Aunque más no tardaron en llegar.

Asintió con la cabeza, sollozando.

—Está bien, no te pediré nada. T-Tú mismo l-lo haz dicho... Y-Yo decidí tenerlo.

—Exacto, vete ahora.

—¿Ni siquiera quieres saber como se llama? ¿O v-verlo?

—No, largo. Cuanto antes te vayas, será mejor.

-o-o-o-o-

—¡Es un hijo de puta! —bramó Fiana con rabia, observando a su amiga llorar, mientras le daba el pecho a su hijo.

—Y-Ya no importa.

—¡Por supuesto que importa! Es el padre del bebé, no puede desligarse de sus obligaciones. Debes demandarlo.

—¿Para qué? ¿Para que odie a mi hijo y lo desprecie? No, mi bebé no se merece eso. No necesito una persona tóxica en mi vida.

—Pero Ivanna, mínimo, él tiene la obligación de mantener al niño.

—No quiero nada de él. ¿P-Puedes tenerlo un momento? Debo ir al baño.

Asintió con la cabeza, y tomó al bebé en sus brazos, mientras la castaña se iba.

—Hay Tomatito, tu mamá es una cabeza dura —le dijo en un tono suave, acariciado uno de sus pequeños cachetitos rojos y regordetes—. Tú sí serás un verdadero hombre, Tito... No como ese maldito bastardo.

¿Tomatito? ¿Tito? Así le decían de cariño al pequeño bebé rubio. Cuando había nacido, estaba tan rojo, que de cariño habían comenzando a decirle de ese modo.

Especialmente, porque era tan blanco, que cuando lloraba, su rostro siempre tomaba un color rojizo.

Ivanna volvió minutos después, ya más calmada, y tomó nuevamente a su bebé.

—Oye, ¿Te sientes mejor?

—Eso creo.

—¿Qué tal si vamos a comprar algo? Tengo ganas de regalarle un nuevo conjunto a Tito —sonrió.

—Tito —Repitió la joven madre riendo bajo—. Me resulta tan gracioso.

...

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