LXI: Adiós, papá

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—No, papi no, no te vayas —lloró Tito angustiado—. Mami, dile que no se vaya.

—Hijo-

Ivanna intentó tomarlo, pero el niño corrió hasta Vicent, abrazándose a su cintura.

—Me portaré bien, no te vayas papi, seré bueno, lo prometo.

—Hijo —Le dijo sintiendo sus ojos llenos de lágrimas—. Tú no hiciste nada, eres lo mejor que existe, estoy muy orgulloso de ti.

—Entonces no te vayas papi, por favor. No te vayas —le pidió suplicante, desesperado—. No pediré mas juguetes.

—Ay, Tito —sollozó tomándolo en brazos, abrazándolo, sintiéndose tan miserable.

Era una basura, Ivanna tenía razón, no servía. Era una mierda, estar haciendo sufrir de ese modo a su hijo, a ese pequeño ajeno a todo lo malo que había hecho.

—Te amo, te amo mucho. Vendré todos los días a verte, nada cambiará, lo juro. Seguiremos jugando juntos, te leeré cuentos para dormir, estaré a tu lado.

—N-No, mentiroso, te irás y no volverás más... Abandonarás a mis hermanitos.

—No hijito, estaré aquí para ustedes, cuidándolos.

—No —lloró aferrado al cuello de su padre—. No estarás siempre. Tú no nos quieres.

—Sí los quiero, los amo, son lo más importante que tengo.

—Entonces quédate aquí papi, no te vayas.

-o-o-o-o-

Observó a su hijo dormir, sus mejillas rojas, al igual que su nariz por haber estado llorando, y no pudo evitar derrarmar más lágrimas.

Tito se había dormido, luego de que Vicent se acostara a su lado, hasta hacerlo dormir

E Ivanna sabía que él sólo entraría en su vida para hacerlo sufrir. ¿Pero como explicarle razones a un niño de cinco años?

Él solo entendía que su padre se iría de casa, que ya no viviría con ellos, que ahora tendría días y horarios para verlo.

Que cuando tuviera un mal sueño, su papá no estaría ahí para abrazarlo, y decirle que sólo había sido una pesadilla.

Tito sólo entendía, que su papá ya no viviría en su casa.

Y se sentía abandonado, una vez más por su papá, y no podía entender porqué, que había hecho mal.

—Llámame si se despierta, y llora.

—¿Y tú que crees? —le dijo sintiendo rabia pura—. ¿Qué despertará y será como si nada? ¿Qué aceptará tan fácil esto? Mejor vete, Vicent. Siempre hemos sido él y yo, sabré como reconfortarlo, si te ve aquí, será peor.

—Dile que vendré a verlo, que lo amo.

—Sólo vete.

-o-o-o-o-

Estaba arriba de la máquina de correr, cuando la puerta de su casa sonó.

Extrañado la apagó, y tomó una toalla, secando su rostro mientras se dirigía a la puerta para abrirla.

—Vicent —pronunció aturdido, al ver a su hermano deshecho... Llorando—. ¿Qué demonios pasó? ¿Los niños están bien? ¿Le pasó algo a Ivanna?

—Lo arruiné, lo arruiné todo una vez más —lloró angustiado—. Soy un desastre Leo, no merezco a mis hijos, ni a Ivanna.

Observó el bolso que estaba a un lado de los pies del rubio, y lo entendió.

Se hizo a un lado, y lo dejó pasar, sin decir nada... Porque realmente no sabía que decir.

Sólo se quedaría a su lado, intentando apoyarlo.

"—¿Nunca pensante en la idea de tener hijos?

—No, no sabría como ser un buen padre. Luego de lo de Shirley... No lo he pensado.

—Yo tengo miedo —se sinceró Vicent.

—¿De qué?

—De lastimarlos, de hacer algo que los hiera. No sé como... Funciona todo esto, y sé que me entiendes. Aunque Marco haya sido un tipo excelente, no era nuestro verdadero padre. Tito y los bebés por nacer, son la única verdadera familia que tengo.

—Ey, yo soy tu hermano —le dijo en un tono molesto Leo.

—Lo sé —sonrió el mayor—. Pero me refiero, de sangre.

—Entonces no lo arruines. Siempre que vayas a hacer algo, piensa primero en ellos."

...

¿Sugar Daddy?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora