LIV: Raquel

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-Una semana después-

—Iva, ella es Raquel. Raquel, ella es Iva, la mamá de mis hijos —sonrió el rubio.

Ivanna observó a esa mujer, quien debería tener unos treinta y tantos de años.

—Hola —saludó cortante, sosteniendo a su bebé.

—Es una placer conocerla señora Preusser —sonrió.

—No soy su mujer —le dijo tajante—. Y Vicent, me gustaría hablar contigo, a solas.

—Claro, en un momento regreso Raquel.

—De acuerdo.

La acompañó hasta su habitación, y la castaña lo miró con el ceño fruncido.

—¿Quién es esa mujer y qué hace en mi casa?

—Creí que sería buena idea traer a alguien que nos ayude con los deberes del hogar.

—No quiero una extraña cerca de los niños.

—No te preocupes, Raquel solo trabajará mientras yo esté. A menos que después tú cambies de opinión.

-o-o-o-o-

Estaba sentado en el sofá de la sala, leyendo algo en su tablet, cuando sintió un delicioso aroma a café.

Al levantar la cabeza, se encontró con Raquel, sonriéndole y sosteniendo una taza de cafe.

—Espero no te moleste, creí que te gustaría.

—Gracias, me encanta el café —sonrió tomando la taza.

—¿Y tus hijos y su mamá?

—Salieron, fueron a visitar a los padres de ella.

—¿Puedo hacerte una pregunta sin resultar atrevida?

—Claro, ¿Cuál?

—¿Ustedes están separados?

—Es complicado, pero podría decirse que sí. Ivanna y yo no somos nada, sólo vivimos juntos por los niños.

-o-o-o-o-

—¡Sí! ¡Carne al horno! —exclamó con una gran sonrisa Tito, al ver lo que Raquel había preparado.

—Espero les guste —sonrió ella sirviéndoles.

—Por supuesto que sí, adoro esto —le dijo Vicent.

—Imaginé que sí, después de que fuera lo primero que me nombraste cuando te pregunté que te gustaría que te preparara —sonrió, haciéndolo sonreír a él también.

Ivanna los observó a ambos, y apretó sus puños.

Solo habían pasado unos días desde que esa mujer había llegado, y ya no la quería en su casa.

-o-o-o-o-

—Vicent —Lo llamó, cargando a Mailen en sus brazos.

Caminó hasta la sala, y ahí lo encontró hablando con Raquel, riendo ambos.

—¿Saldrás? —le preguntó al ver que se colocaba su chaqueta.

—Sí, llevaré a Raquel hasta su casa.

—¿Qué? —exclamó consternada.

—Es que hoy no podrán buscarme, es por eso que Vicent se ofreció.

Miró a la mujer, y luego a Vicent que lucía incómodo por la rabiosa mirada de la castaña.

—Okay —fue lo único que dijo antes de marcharse con su hija.

Después de todo, ella no era nadie para reclamarle nada a él.

--o-o-o-o-

—Okay, okay —rio—. Te veo ahí entonces —pronunció antes de cortar la llamada.

—Papi, ¿te vas?

—Sí hijo, solo un rato —sonrió acariciándole la cabeza—. Pórtate bien.

—Pero papi, dijiste que jugaríamos a la pelota —pronunció haciendo un mohín.

—Y lo haremos Tito, cuando regrese.

—Ven hijo —lo llamó Ivanna—. Tu padre está ocupado ahora.

—Volveré a las seis.

—Haz lo que quieras —le dijo en un tono cortante.

...

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