XXII: ¿Salida en familia?

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Lloró de rabia en el sofá, sin saber que hacer. Sabía que Vicent podía conseguir la custodia compartida, y ella no quería eso.

Tito era su hijo, él ni había querido que naciera, tampoco había querido conocerlo. No quería al niño, sólo quería torturarla a ella, por haberse negado a estar con él.

Era un malnacido, un cínico, un manipulador. Sólo estaba usando a Tito.

Dalma volvió con su hijo media hora después, como ella le había pedido, y la castaña ya le había preparado la merienda.

El pequeño no hizo más que entrar a la casa, que lo primero que hizo, fue preguntar por él.

—¿Y mi papá?

—É-Él tuvo que irse, amor —le dijo sintiendo su corazón encogerse—. Ven cariño, vamos que mami te preparó la merienda.

—Ivanna, lo lamento, yo-

—Está bien Dalma —le dijo con calma—. Yo tendría que haberte advertido, gracias por haberme llamado. Te veo mañana.

—De acuerdo —pronunció con pesar la jovencita, antes de despedirse de Tito, e irse.

Fue a la cocina, donde el pequeño tenía su taza de súper héroe en sus manitos.

—Mami, ¿Cuándo vendrá mi papá de nuevo? —sonrió teniendo un pequeño bigote de chocolate sobre su labio superior.

—El sábado —le dijo, sintiendo que pronto volvería a quebrarse.

No quería perder a su hijo, era todo lo que tenía.

-o-o-o-o-

—Si tuvieras un hijo, ¿A dónde lo llevarías?

El rubio menor observó curioso a su hermano, y luego lo pensó.

—Depende de la edad.

—Pequeño, menos de seis años.

—Entonces ni hay que pensarlo —sonrió—. Los niños a esa edad se sorprende con cualquier pequeñez. Desde un helado en la plaza, hasta llevarlo a un parque de diversiones.

—Mm —murmuró pensativo.

—¿Por qué lo preguntas? ¿Ahora irás a buscar a tu hijo perdido? —le inquirió con recelo.

Porque Leo no era estúpido, por más que Vicent se hubiera cansado de negarlo, sabía que aquella chica que se había aparecido años atrás, decía la verdad.

—Yo no me meto en tu vida privada.

—No lo arruines, Vicent. Porque ese niño no tiene tiene porqué pagar por tu cobardía del pasado. Si no piensas formar parte de su vida, y ser realmente un padre para él, mejor ni te aparezcas. Ya vivió estos años sin ti, puede seguir haciéndolo.

-o-o-o-o-

—A dormir mi amor, ya es tarde.

—No tengo sueño.

—Hijo, van a ser las diez, ya es muy tarde, ven aquí.

Se subió a la cama, y gateó hasta su mamá, quien lo atrapó en un cálido abrazo, colocándolo debajo de las mantas.

—A dormir mi bello príncipe.

—Mami, si yo soy tu príncipe, ¿Papá es el rey?

Desde hacía dos días, de lo único que hablaba Tito, era de su padre. Y eso le dolía a su madre, no por miedo a que lo quisiera más a él, sino que Vicent lo lastimara, desapareciendo una vez más.

—Vamos a dormir hijo, mami está muy cansada.

—Pero mañana veremos a mi papá ¿verdad?

—... Sí.

...

¿Sugar Daddy?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora