XIV: Pasado -Parte Seis-

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Se había sorprendido realmente de verla allí. Porque era común que los "Daddys" ocultaran su identidad mediante perfiles falsos, pero los "Babies", tenían como obligación poner una foto de ellos, aunque mintieran en sus nombres y demás detalles de su información.

Pero no ella, había puesto una foto, y su nombre real. Con sus características físicas, y personalidad.

Sonrió divertido mientras leía que decía que era sumisa en la cama. Ella era todo lo contrario a eso. Y tan buenos recuerdos tenía de aquello.

Deslizó su dedo, y puso para contactarla. Hacía alrededor de cinco años no sabía de ella, no la había vuelto a ver. Pero se veía más madura, más bonita.

Y quizás era por simple curiosidad, pero quería volver a verla, hablar con ella.

-o-o-o-o-

—Fi, necesito que me prestes un vestido.

—Claro, él que quieras. Pero no tengo formales —pronunció pensativa.

—No es para el trabajo, tengo... Una cita.

—¡¿Una cita?! —exclamó emocionada—. ¡Que maravillosa noticia! ¡Al fin los planetas se alinearon!

—Ja-Ja, que graciosa —pronunció con cinismo, abriendo el armario de su amiga.

—Pero es la verdad, desde que nació Tito, ¿Cuántas citas haz tenido? ¿Cuatro? ¿Cinco?

—Tres, y creeme que todos se espantan al escuchar la palabra "hijo" —recordó tomando un vestido negro.

—Es una buen recordatorio, de algo que no debes decir en la primera cita.

—Este préstame.

Fiana miró al vestido, y luego a su amiga.

—Am, creo que ese te quedará un poco... "Justo".

Se descambió frente a su amiga, y se colocó el vestido. Y con algo de dificultad, lo bajó, quedándole como cuatro dedos por encima de la rodilla.

—Te queda bien, sólo que muy apretado. Especialmente los pechos.

Se miró en el espejo, y sus pechos se marcaban de más con ese vestido.

—Oye Iva, no quiero insultarte, pero... Pareces una de esas chicas poca de ropa que están en las esquinas —sonrió divertida.

—Entonces estoy perfecta.

—Creo que no entendiste bien, pareces una prostituta.

—Fi, la que no entendió bien, eres tú.

-o-o-o-o-

Se habían citado en un restaurante, dónde compartirían una cena, y si todo marchaba bien, Ivanna finamente encontraría una nueva financiación monetaria.

Se registró en la entrada, y cuando se dirigía a la mesa que le habían asignado, sus piernas comenzaron a temblar.

No podía ser cierto, tampoco una casualidad que él estuviera ahí. Y por un momento, quiso darse la vuelta e irse de allí.

Pero no lo hizo, caminó hasta él, intentando lucir lo más pacífica posible. Pero era imposible con esa mirada, que parecía que la estaba devorando.

Observó al alto tipo rubio, y más pequeña se sintió en el momento en el que él se puso de pie, acercándose a ella.

—¿Ivanna? —Preguntó mirándola de arriba abajo.

Demonios, ya no le gusté,  pensó al ver la expresión de él.

Sonrió lo más coqueta que pudo, y se puso de puntas de pie, depositando un suave y lento beso sobre su mejilla.

—Sí, tú debes ser Vicent —siseó con rabia.

¿Qué tan descarado podía ser para actuar cómo si no la conociera? Ambos estaban siendo dos hipócritas en ese momento.

—Víctor.

—¿Víctor? —Preguntó frunciendo el ceño, confundida.

—Para ti seré Víctor, ¿O prefieres decirme papi? —le dijo con una sonrisa divertida, y muy cautivadora

...

¿Sugar Daddy?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora