Capitulo 8.

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— Llegas tarde—dijo su jefa al verla entrar.

— Lo siento—dije—, tuve algunos inconvenientes.

— Espero que no se vuelva a repetir Cordelia.

— Si señora—dijo y fue a cambiarse.

Estando lista fue al salón principal de aquel restaurante donde iban muchas personas importantes. Esperaba que ese día fuera lo menos ajetreado y oraba porque su hijo no hiciera de las suyas.

Y la jornada empezó al escuchar la campana de la entrada. Dibujo una sonrisa en su rostro y se encargó de llevar a las personas que acababan de llegar a una mesa.

— Buenas tardes—dijo y les entrego la carta.

Se alejo y dejo que la pareja eligiera lo que deseaba comer.

Llevo la orden a la cocina y maldijo cuando sintió una ola de náuseas al sentir el olor de la comida.

No, por favor, pensó, te lo suplico.

A un que era inútil, su hijo todavía no podía oírla y tampoco es que pudiera hacer mucho de lo contrario.

— ¿Estás bien? —pregunto uno de sus compañeros—. Estas algo pálida.

— Si—dijo—¿Podrías llevar esto a la mesa 8? —pregunto—. Necesito ir un momento al baño.

— Claro—su compañero recogió la bandeja que tenía.

Estaba a punto de llegar a su meta cuando su jefa se interpuso.

— Señorita Allen—dijo— ¿Adónde va?

— Al baño—respondió.

— Lo siento, pero la necesito en la recepción junto con el resto del personal.

Eso solo significaba una cosa: el dueño venia. Tuvo que respirar para sonreír e ignorar la bilis que le subía por la garganta. Resignado camino al lugar indicado por su jefa. Era la primera vez desde comenzó a trabajar allí que le tocaba una visita del dueño del lugar. Así que estaba nerviosa lo que no ayudaba en nada con sus náuseas.

— Bienvenido señor—dijo su jefe.

— Gracias, señora Myers—eso no podía ser cierto—. Pero mira que tenemos aquí, mi linda esposa— Axel sonrió.

AMOR DE  CONVIVENCIA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora