Capitulo 31.

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El colchón contra su cansada columna vertebrar se sintió como el cielo. Una sonrisa relajad se dibujo en sus labios. Un suspiro escapo de estos.

— Voy a morir a este paso—dijo—. Me duele horrores la espalda. Y créeme Axel cuando cumpla el sexto mes te obligare a hacerme masajes.

— No hay nada que me gustara más que complacerte.

— Adulador—puso los ojos en blanco—. porque no mejor me complaces ahora trayendo mi pijama, querido.

— Como gustes, querida.

Axel rio y fue por el pijama de su esposa. La puso a un lado de la cama y ayudo a esta a levantarse.

— Tan caballeroso como siempre—palmeo la mejilla de Axel—. Nunca cambies ¿Quieres?

El aludido sonrió y negó con la cabeza. Observo recostado en la pared cerca a la cama como Cordelia se desvestía. Sus manos picaron por tocar el vientre desnudo de su pareja.

— Deberías dormir así—comento.

Cordelia lo miro por encima del hombro. Sus ojos verdes mostrando terror.

— Ni loca— mascullo—. Prefiero ocultar esto—señalo su vientre—debajo de un pijama o cualquier prenda de ropa.

Y Axel supo cual era el problema, enarco una ceja y se cruzo de brazos. Detallo el cuerpo de su esposa.

— Te ves perfecta tal como te ves ahora—se acercó a esta con suavidad la giro para que quedar frente a él.

— No es verdad—Cordelia desvió la mirada—. ¿Sabes? Nunca espere ser ese tipo de embarazada que se preocupaba por perder su figura, pero lo soy—sonrió con tristeza—. Creo que tengo derecho, pase el peor primer trimestre del mundo—exageró.

— Cordelia. Me gusta así o que tus curvas te vean. Eres hermosa no exteriormente sino aquí- toco el lado izquierdo del pecho de la mujer—. Ese es el que más importa al final de la vida.

Una sonrisa de felicidad ilumino su rostro y sus ojos se aguaron. Abrazo a Axel. Sintió su abultado vientre chocar con el esculpido cuerpo de su esposo. Su hija pateo, jadeo. Fue una patada muy fuerte. Noto el rostro consternado del hombre. Al parecer no era la única que lo sintió.

— Esa niña tiene fuerza—bromeo Axel.

— Ni te imaginas—sonrió—. Al menos a ti no te toca recibirlas siempre.

— Siento lastima por ti—acaricio la mejilla de su esposa—. Vamos a la cama. Así puedo abrazar mejor a mi hija.

Asintió y dejo que Axel la arrastrara a la cama. 

AMOR DE  CONVIVENCIA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora