Frankenstein y la electricidad

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Desde el siglo XIX se ha pensado en la electricidad como clave crucial para revivir o reanimar a los muertos, sobre todo por las teorías galvánicas que exponían esto, aunque nunca se han logrado demostrar del todo. Quizá esto fue lo mismo que pensó el Dr. Víctor Frankenstein en su novela homónima, para crear un ser tan repugnante como lo fue su monstruo, aunque nunca se especifique si uso realmente la electricidad para darle vida a su horrible creación.

La novela Frankenstein fue la que puso de moda el concepto de usar la electricidad para revivir o reanimar cadáveres, usándose en incontables historias de terror y/o ciencia ficción, películas, principalmente de zombies, juegos de rol, etc. El objetivo del protagonista, el Dr. Víctor Frankenstein, estudiante de medicina en Suiza, era crear vida al unir partes de diversos cuerpos, que, probablemente, aunque nunca se especifica en la novela, haya saqueado de un cementerio cercano, en su affaire de ser igual o sentir lo que dios sintió al crear vida.

Hasta el día de hoy, la ciencia se sigue preguntando si realmente la electricidad puede hacer que los órganos de un ser vivo muerto puedan volver a funcionar, o si este pueda volver a reanimarse al mismo estilo que el monstruo del Dr. Frankenstein. No hablo obviamente de saquear, aparentemente, diversos cuerpos y unir partes seleccionadas de estos para crear un nuevo ser, pero lo que la ciencia del siglo XX y actual se ha preguntado es que si es posible revivir muertos, sean humanos o animales, basándose en las teorías del Galvanismo con el uso de la electricidad, del mismo modo que el Dr. Frankenstein creo que a su abominación en la novela.

Tanto los estadounidenses como los soviéticos se preguntaron durante la Guerra Fría si era posible usar la electricidad no solo para alimentar los aparatos electrónicos y centrales nucleares, sino también para fines más macabros. Causando de este modo, que los estadounidenses como los soviéticos, hicieron muchos experimentos en varios campos de la ciencia, en ver cuál de las dos potencias se coronaba como la más avanzada de ese tiempo, pero sobretodo, los relacionados con la electricidad, que fascinaba a los científicos de ambas potencias por sus posibles nuevos usos.

Los estadounidenses realizaron diversos experimentos, desde moderados, como ver como reaccionaban ratones y animales pequeños con pequeñas pero no mortales descargas en ellos, y si bien esto puede ser considerado cruel, hay que destacar que estos animales no fueron torturados hasta morir, hasta atroces, como experimentar con enfermos mentales usando electricidad en sus cerebros, en un intento de hacerlos volver a la cordura, ya que se creía que la electricidad podía volver cuerda a una persona mentalmente enferma, usándose la electricidad para devolver la cordura a un enfermo mental, en vez de revivir un cadáver, siendo un Frankenstein loco en vez de uno inerte.

Pero los soviéticos fueron los que fueron más lejos respecto a experimentos con electricidad con cuerpos inertes. El caso más fascinante y terrorífico a la vez, fue el de su experimento realizado con la cabeza de un perro fallecido, en el cual usaron pequeñas porciones de electricidad, ayudados a la vez por transfusiones de sangre al cerebro del difunto animal. El resultado fue fascinante y aterrador. La cabeza del perro revivió técnicamente, incluso lamio y jugueteo un poco con la mano de uno de los científicos, y logro masticar ciertos alimentos que le daban, pero no pudo digerirlos por su cuerpo incompleto. Y aunque el animal murió tiempo después, no cabe duda que es interesante ver como puede ser posible la idea galvánica del uso de la electricidad para reanimar un cuerpo. Incluso se rumorea que esto mismo lo hicieron con cabezas de distintos animales, pero no se sabe si fueron aún más lejos para hacerlo en cabezas de humano difuntos, presentándonos el caso de un Frankenstein animal.

La novela de Frankenstein sigue hasta el día de hoy dando mucho de qué hablar, sobretodo en el aspecto científico con el uso de la electricidad, y como hemos visto, tantos científicos estadounidenses como soviéticos exploraron sus usos para fines igual de macabros que el experimento del Dr. Víctor Frankenstein, pudiéndose afirmar, que fueron versiones modernas de este.

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