Critica a Los detectives salvajes, de Roberto Bolaño

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Los detectives salvajes, la considerada magnum opus de Roberto Bolaño publicada en 1998 y traducida a varios idiomas, entre ellos el japonés y el alemán, ha sido elogiada por varios críticos desde su publicación hasta nuestros días, ganando el premio Herralde en 1998 y el premio Rómulo Gallegos en 1999, junto a miles de elogios y halagos hacia su fallecido creador.

La novela consta de tres partes diferenciadas: la primera es el diario de nuestro protagonista, Juan García Madero, la segunda sobre diversos testimonios de varios autores tanto reales como ficticios entres los 70 y 90s, y la tercera es la continuación del diario de Juan en el desierto de Sonora a principios de 1976.

Según el propio autor, la novela habla «de la aventura, que siempre es inesperada». Para Bolaño, Los detectives salvajes «intenta reflejar una cierta derrota generacional y también la felicidad de una generación, felicidad que en ocasiones fue el valor y los límites del valor».

La primera parte se denomina «Mexicanos perdidos en México (1975)». Consiste en un diario escrito por un estudiante de derecho y poeta, Juan García Madero, narrando como conoce a los poetas de un movimiento literario llamado realismo visceral, formando parte de este grupo de poetas, liderados por Ulises Lima y Arturo Belano, abandonando sus estudios, alejándose de su familia e iniciándose en el sexo, como escribiendo poemas, también conociendo a una prostituta llamada Lupe. Esta primera parte es una clara referencia a todos los jóvenes de esa generación en un país sin futuro, en este caso México, donde Bolaño de hecho estuvo un tiempo, que prefieren vivir el amor, la juventud y la muerte, mezclados con la literatura.

La segunda parte se llama «Los detectives salvajes (1976-1996)». En esta parte se recogen testimonios en primera persona entre los años 1976 y 1996 de 52 distintos personajes que tuvieron relación con Arturo Belano y Ulises Lima, repartidos en 26 capítulos, teniendo muchas caras conocidas como Carlos Monsiváis y Manuel Maples Arce. La segunda parte nos más pistas de varios personajes, sean reales o ficticios, y de su pasado, relatándonos diversas de sus vivencias, dándonos a entender que el ficticio movimiento del visceralismo es mucho más grande lo que se creía en la primera parte de la novela, aparte de dar un claro paralelismo al infrarrealismo del que está basado, que igualmente tuvo la misma popularidad en los 70 y 80s.

La última parte, «Los desiertos de Sonora (1976)», continúa la narración de García Madero, recogiendo entradas de su diario del 1 de enero al 15 de febrero de 1976. Junto con Lupe, Ulises Lima y Arturo Belano huye hacia el noroeste mexicano al ser perseguidos por Alberto, un proxeneta al que Lupe abandono al irse a vivir con Juan, terminando con la muerte de este y su compinche, junto a la separación de Juan y Lupe, además de resolver un extraño misterio sobre una tal Cesárea Tinajero. En esta última parte vemos la derrota generacional de la que su autor se refiere en su frase citada arriba. Todas se dan cuenta que la aventura ha sido inútil, y que no los ha conducido a nada, a pesar que logran resolver el misterio de la desaparecida poetisa.

Es una clara novela híbrida que auto homenajea al infrarrealismo, movimiento poético que Bolaño creo y expandió, que en la novela es denominado realismo visceral, con claros elementos de novela policiaca al tratar de descubrir dónde está la escritora Tinajero. Otros claros homenajes son Arturo Belano, que en realidad es el mismo Roberto Bolaño, el propio autor, y Ulises Lima, el poeta mexicano Mario Santiago Papasquiar, otra figura relevante en el infrarrealismo, siendo ambos protagonistas junto a Juan. Lo más curioso, es que a pesar del nombre, la novela solo narra un caso semi policiaco en la segunda y tercera parte.

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