Encuentro con intenciones

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Paseando por el parque que tengo debajo de mi casa, la vida quiso que mis planes de futuro cambiaran. Conocía algo el tema, pero lo que no sabía es que yo iba a ser partícipe de todo ese lío.

Caminaba cerca de la fuente central del parque cuando lo vi acercarse a mí. Nerviosa y sin saber que hacer, me quedé paralizada en el sitio dejando que él llegase antes al punto donde me encontraba.

- Esperaba que salieses corriendo.

- Créeme que quise hacerlo, pero no pude.

- ¿Puedo pedirte algo?

- Depende de lo que sea.

- Mi pareja y yo queremos hablar contigo.

- Si es por el tema del que todos hablan, lo siento, pero no. Ya podéis dejar de perder el tiempo conmigo.

- Solo danos la oportunidad de explicarnos. No todo lo que se está diciendo es verdad.

- Solo tenéis una oportunidad. No la desaprovechéis.

- Gracias. No lo haremos.

Caminé al lado de Alex hasta que llegamos a la que debía ser su casa. Era bonita no, era impresionante. Alex abrió la puerta y entramos a un amplio vestíbulo que me dejó fascinada. Quedé embelesada con el salón principal, era muy amplio y la decoración elegante.

- Ella es mi mujer Mireia.

- Hola. Encantada.

- Igualmente.

Nos quedamos en los sillones de manera que yo quedaba frente a la pareja. En ese momento, se hizo el silencio. Era un silencio bastante incómodo. No sabía que hacer o decir para romper el hielo, pero no hizo falta. Mireia fue la primera en hablar.

- Como habrás podido escuchar, estamos buscando a una mujer que esté dispuesta a alquilar su vientre para tener un hijo. Las razones que se escuchan por la calle no son las que nos han impulsado a realizar algo así. El verdadero motivo es que yo no puedo darle un hijo a mi marido por un accidente que tuve y que me impidió de por vida quedarme embarazada. Es cierto que he estado embarazada, pero al ser embarazos de riesgo, siempre me han recomendado abortar. Es por eso que te hemos traído aquí, queremos que seas esa mujer.

- ¿No sería más fácil adoptar?

- Claro que sería más fácil, pero el niño no se parecería a nosotros –contestó Alex.

- Entonces, ¿vamos a una clínica, me introducen el óvulo fecundado y listo?

- No del  todo. Queremos que nuestro primer hijo haya sido engendrado con amor y no en un laboratorio.

- Pues no lo entiendo.

- Nos tenemos que acostar.

- Pero…

- Tranquila. No va a haber nada de amor entre nosotros.

- Eso no es lo que me preocupa, yo prefiero a tu mujer Márquez.

Mireia se sonrojó y yo sonreí triunfal ante la situación que se había creado en el salón. La perfecta mujer que tenía delante se disculpó con su marido y conmigo y se retiró de la estancia dejándome a solas con Márquez.

- Así que prefieres a mi mujer.

- No soy la niña a la que conociste. No lo intentes.

- Bueno, tu hermana siempre fue más abierta.

- Yo me voy ya. Llámame cuando… Tú me has entendido.

- ¿Serás la madre de mi hijo?

- Sí. Ahora me voy.

Salí de casa de Alex y fui directa al parque donde me lo había encontrado. No me podía creer lo que acababa de hacer. Iba a tener un hijo con un “amigo” de la infancia y tendría que dejarlo con él y no volver a verlo como a un hijo. ¿Qué se me estaba pasando por la cabeza?

“El qué te vas a acostar con tu amor platónico”, “Que vas a tener algún tipo de conexión con él al fin”, “Que no podías decirle que no”, “Que la historia de su mujer te conmovió”.

Frase tras frase me iba convenciendo más a mí misma de lo que acababa de hacer.

Llegué a casa y me puse delante del espejo acariciando mi vientre plano.

- Que poco te queda para crecer –dije mirando esa parte de mi cuerpo.

Levanté mi camiseta y toqué el pequeño tatuaje que tenía cerca de la cadera. “No babies”. Me lo tatué cuando lo dejé con mi último novio que me hizo abortar y caí en depresión por perder a mi pequeño. ¿Sería Alex el chico que me devolvería la esperanza de ser madre?

“Vas a ser madre idiota, pero no verás a tu hijo” mi subconsciente era odioso a veces.

Después de tomar un trago de lo primero que pillé en el mueble bar, fui a la cama a pensar. “Mi último trago”, “Adiós a las fiestas”, “Hola a la ropa ancha”, “Hola a no poder hacer nada” me empezaba a arrepentir de todo.
¿Qué se supone que debía hacer? ¿Tengo o no tengo un hijo con él? Tiene cosas buenas y malas. ¿Cuáles pesan más?

“Vas a tener que descubrirlo por ti misma”, ¡maldito subconsciente!

De tanto pensar y pensar en el asunto me quedé dormida, pero fue lo mejor que pude hacer. Tuve un sueño que me lo aclaró todo.

«Me despertaba una mañana y salís a pasear por el parque, como siempre, con la diferencia de que esa mañana me lo encontré a él.

- No me he olvidado nunca de ti. Empecemos desde cero y tengamos un bebé.

- Alex yo…

- No digas nada pequeña. Quiero que tu corazón decida.

- Vamos a ser padres.

- Ven aquí pequeña.

Alex me besó en mitad del parque ante la atenta mirada de la gente que pasaba por allí. Sus labios se movían sobre los míos de una manera perfecta. Encajaban a la perfección.

Sus manos me agarraron de la cintura y empezó a dar vueltas sobre sí mismo. Cuando me bajó, nos fuimos a mi casa.

- Te quiero hacer el amor hasta que no pueda más.

- Hazlo. Quiero que me ames como antes lo habías hecho.

Quiero llenar esto con un pequeño que empiece a crecer y crecer dentro de su mami, de la mujer a la que amo.

Llegamos a casa y fuimos directos a la habitación donde Alex, dulcemente, nos desnudó y, en la cama, me hizo el amor. Sentir su liberación en mí me hizo recordar la futura familia que tendríamos pronto.

- Necesitamos una ducha.

- Déjame descansar un poco bebé.

- Iré a por algo de beber y luego a ducharnos. Quiero seguir intentando tener una familia contigo, pequeña.

Alex salió y llevé mi mano a la zona en la que Alex había estado antes. Aún estaba sensible. Me volvía loca tenerlo otra vez a mi lado. Mi Alex…

- Venga levanta o, ¿voy a tener que llevarte en brazos?

- Ahora voy.

- Vale, pero no te toques más.
Alex desapareció por la puerta del baño y se escuchó el agua correr. Me levanté y fui hasta donde estaba mi chico y lo abracé por detrás.

- No te despegues de mí, por favor.

- No quiero hacerlo, pero hay que entrar en la ducha.

- Sí, mejor abrázame por delante pequeña.

Lo hice y volvimos a hacer el amor en la ducha. Suave y con pasión, decididos a tener un pequeño en nueve meses.»

El sonido de un mensaje me despertó. Un mensaje suyo. “Te espero el fin de semana en el sitio de siempre. Vamos a hacer ese bebé”. El sueño me había dado la respuesta a las dudas. “Allí nos vemos Márquez”.

Madre de alquilerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora