Mi nueva casa

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Después del día de ayer con mi cuñada, cenamos todos juntos en el jardín. Jordi solo quería ir a la piscina. Entre los cuatro intentamos decirle que era muy tarde para bañarse, pero Marc, fue el primero en ceder y los cinco acabamos en la piscina antes de la cena.

- Mira como nado papi –decía Jordi para llamar la atención de Marc.

- ¡Qué bien lo haces!

Tuve que reprender a Marc porque no le estaba prestan atención al niño y se podía ahogar. Al final, él y Alex volvieron a picarse y Bells y yo tuvimos que irnos con Jordi a la parte de la piscina que menos cubría para que estuviese más seguro.

- Aquí puedes jugar mejor.

- Vale tita.

Las dos estuvimos jugando con mi pequeño y, mientras él no se daba cuenta, nos metíamos mano la una a la otra. Al principio solo era para ver sonrojarse a mi cuñada, pero acabó siendo un juego para provocar a nuestros chicos que nos miraban desde el otro lado de la piscina.

Cuando nos sentamos a cenar, Marc decidió dejar a Jordi en la cabecera de la mesa para él poder estar a mi lado después de lo que había pasado en la piscina.

- Jordi podría haberos visto –me susurró.

- ¿Y eso no te excita? –le contesté.

La cena transcurrió entre las ocurrencias de Jordi y las indirectas que nos íbamos lanzando los adultos.

A la mañana siguiente, después de nuestras fotos matutinas, Alex nos llevó en coche hasta la casa de Marc. Al verla me quedé impresionada. No tenía nada que envidiar a la de Alex, pero es que empezaba a ser consciente de que esa iba a ser mi casa.

- ¿Te gusta?

- Mucho, pero no sé si voy a ser capaz de acostumbrarme a esto.

- Poco a poco.

Me quedé en el salón mientras los chicos iban al garaje a mirar el coche de Marc. Jordi también parecía saber donde estaba cada cosa. Yo era la única que estaba fuera de lugar.

- Puedes moverte por la casa nena.

- Esta casa me supera.

- Pues ven, que yo te la enseño.

Marc me dio la mano y subimos las escaleras para ver las habitaciones. Marc empezó por las habitaciones pequeñas entre las que Jordi eligió la que más le gustaba.

- ¡Esta papi! Con una cama grande y muchos juguetes y una moto y muchas cosas y de verde y

- Para, para. Que todo hay que hacerlo poco a poco. Mami está embarazada y vivimos en casa del tito Alex.

- Vale papi. Poco a poco.

Dejamos a nuestro hijo con Alex en su habitación y Marc me dirigió a la que en unos meses sería nuestra habitación. Cuando abrió la puerta no me lo podía creer.

- ¿De verdad esta es tu habitación? No te pega nada.

- La verdad es que la estantería es nueva. Sé que te encanta leer y así tendrás un rincón en la habitación para leer. Falta un sillón, pero ese prefiero que lo elijas tú para que cojas con el que te sientas más cómoda.

- No hacía falta que me hicieras esto.

- Por ti todo mi princesa.

Estábamos en la cama sentados hablando de todos los cambios que Mar quería hacer en la casa antes de mudarnos cuando entraron Jordi y Alex para decirnos todo lo que Alex iba a regalarle a Jordi para vivir en su nueva casa.

- No le compres tantas cosas Alex. Nosotros podemos comprar también –le reprendí.

- Ya me vas a dar un hijo. Es lo menos que puedo hacer por mi sobrino. Yo me ocupo de todo lo que necesite el enano en la casa.

Empecé a llorar emocionada de lo que Alex iba a hacer por Jordi. Puede que también fueran las hormonas por el embarazo, pero no podía estar más feliz de haber vuelto a encontrar a la familia Márquez y, esta vez, con el chico correcto. Los tres chicos se tiraron sobre mí para que dejara de llorar.

- No llores mami. Nosotos te cuidamos mami.

Las palabras de Jordi hicieron que mis lágrimas brotaran más y el peque se apretó más a mí. Yo lo abracé y Marc y Alex se separaron un poco porque se dieron cuenta de lo que necesitaba.

- Bueno, ya sabéis lo que tenemos que hacer en casa. Vamos al coche y a casa de Alex.

Jordi quiso ir con Alex y Marc y yo nos subimos en su coche. Una vez solos, esperó unos minutos para arrancar el coche para que me calmase un poco.

- ¿Quieres esperar un poco?

- No. Ya estoy más tranquila.

- ¿Segura?

- Sí. Es que mi vida ha cambiado tanto en tan poco tiempo que todo me está superando por momentos.

- No me voy a separar de ti. No te preocupes.

- ¿Cómo que no? En algún momento te reclamará el trabajo.

- Y me tendrás por videollamada.

Marc, cuando se lo proponía, era muy protector. Esa ocurrencia me hizo reír y eso le dio a entender que ya estaba bien para salir de casa.

El trayecto en coche fuimos hablando de la casa y de los cambios que empezarían a hacerse la semana siguiente. Marc quería que la casa estuviese lista para cuando nos mudásemos, pero no quería hacerlo todo a la vez por si teníamos que mudarnos antes de lo previsto. Él, que conocía mejor la casa, me explicaba todo lo que pensaba que se podría mejorar de cara a tener un niño viviendo allí y yo no podía estar más de acuerdo con todo lo que estaba diciendo.

- Todo me parece perfecto mi amor.

Cuando llegamos a casa de Alex, Jordi ya tenía el bañador puesto para ir a la piscina y fue cuando me di cuenta de que Marc no tenía piscina en su casa.

- Marc, en tu casa no hay piscina. A Jordi le encanta. ¿Crees que podríamos hacer una en el jardín?

- Sí que tengo piscina. Pero es cubierta. Así que en verano usamos la de Alex y en invierno aprovechamos la mía.

Me sentí un poco tonta, pero es que Marc no me la había enseñado. Y la idea de que sea cubierta me encanta. Poder nadar en invierno tiene que ser una gozada.

- Vamos a la piscina con Jordi princesa.

- Ve tú. Yo ahora prefiero tumbarme en una de las tumbonas un rato.

- Vale mi amor. ¿Quieres que te baje algún libro?

- Si puedes, bájame el que tengo en la mesilla de noche.

Marc fue arriba corriendo a cambiarse y yo fui directa a la única tumbona a la que le daba la sombra.

- Aquí tienes mi vida.

- Gracias mi amor.

Y así pasamos el resto de la mañana, los chicos en la piscina y yo leyendo un poco en la tumbona.

Madre de alquilerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora