Después del susto que me llevé y de las "caricias" de Marc, como algo de lo que nos había dejado Bells en la mesilla.
- Me gusta verte comer.
- A mí me gustas callado.
- Que graciosa después del susto que te has pegado.
- Si solo fuese el susto...
- ¿Qué ha pasado?
- Un sueño tonto. No pasa nada.
Marc sigue insistiendo y acabo contándole el sueño. Me escucha con atención, cosa que agradezco. En cuanto acabé, comí un poco más y bajamos a la cocina a recoger todo.
- Descansa, ya recojo yo.
- Vale –suena el teléfono-. Voy a contestar.
Contesto y me doy cuenta de que es Julià. No sabía que decir y Marc se da cuenta., se acerca y me quita el teléfono de la mano para contestar él. Yo me alejo y voy hasta el sofá a sentarme. Pasan minutos hasta que veo a Marc entrar en el salón.
- Era mi padre, aunque eso creo que ya lo sabes –asentí-. Nos han invitado a cenar mañana porque Alex les ha contado un poco lo que hay y quieren que se lo expliquemos bien.
- Como en el sueño... -digo en un susurro.
- Todo va a estar bien nena. Yo os voy a proteger.
- Gracias tito Marc.
Marc se sentó a mi lado y me apoyé en él. Muy amable me ofrece un libro sobre el hundimiento del transatlántico más famoso del mundo. Amo cuando hace esas cosas que me demuestran que me escucha y conoce.
- Descansa leyendo un poco.
- ¿Cómo sabías que me iba a gustar el libro?
- Hablas en sueños.
Me puse roja, lo sé. No es que me guste que la gente se entere de lo que sueño. Más que nada por lo que pueda estar soñando en ese momento.
- No pasa nada nena. Soy el protagonista de esos sueños.
¡Genial! Ahora me lee la mente. No es que me importe, aunque ahora que lo pienso, no creo que sea complicado saber en lo que estaba pensando. Bueno, ahora da igual. Mejor me pongo a leer.
Me inundo en el libro, en la historia, esa historia que tanto me apasiona. El insumergible que se hundió. No evito que mi mente me lleve a pasear por las cubiertas, los salones o camarotes. Todo se vuelve real en mi imaginación. Pero no estoy sola, Marc me acompaña en mi aventura imaginaria.
Escucho la puerta de casa abrirse y dejo de mirar el libro marcando donde me he quedado. Mireia y Alex entran en el salón. La mirada de Alex no me gusta, me está diciendo que me acomode de mejor manera, que el bebé, su bebé, lo agradecerá.
- Está bien. Pero tiene que ponerse Marc de otra forma.
Marc se tumba en el sofá y me coloca a mí entre sus piernas. La pareja sonríe, Alex por conseguir lo que quería y yo sigo con mi lectura con la diferencia de que ahora tengo a los Márquez pendientes de mí.
- ¿Algún problema?
- Que raro verte tan tranquila –dice Alex.
- Es que Marc me ha dado este libro tan interesante.
- Es del Titanic.
Alex no lo entiende y mi chico y yo negamos divertidos. Marc pone sus manos en forma de atril y deposito mi libro en ellas dispuesta a seguir con la lectura que había dejado minutos antes.
Mi mente se vuelve a transportar a esa trágica noche de abril de 1912. Me paro a ver cada detalle del barco. Todo es ostentoso y lujoso. Todo va perfecto hasta el momento del choque en el que ya dejo de leer.
- ¿No quieres ver como acaba?
- Alex, acaba en el fondo del mar. Además de que ya he llegado a la parte en la que empieza a hundirse y me angustia mucho porque me lo empiezo a imaginar como si estuviera allí y eso no es bueno en mí estado.
- Guarda el libro. Ya lo acabarás en unos meses.
Marc aparta el libro y me suelta para poder ir al baño. Alex nos mira raro, pero paso de él. De verdad necesito ir al baño.
Acabo de asearme y vestirme, ya que todavía estaba en pijama, y vuelvo a bajar donde me esperaba Marc en la puerta de la calle.
- ¿Vamos a salir?
- Quiero ir a dar un paseo con mi nena y mi sobrino.
- Puede ser sobrina.
- Entonces sería tan guapa como su madre.
-¡Su madre es Mireia!
Marc y yo reímos ante las palabras de Alex. Siempre lo mismo. ¿Es que no se cansaba? Marc agarró mi mano y salimos a dar ese paseo que mi niño tanto ansiaba.
De la mano empezamos a caminar sin rumbo fijo. Todavía no se notaba mi embarazo, por lo que teníamos menos problemas. A ver quién le explicaría todo a la prensa.
- Deja de pensar en que dirá la prensa.
- ¿Se puede saber como sabes lo que estoy pensando?
- Porque nos amamos tanto que sé lo que piensas y necesitas.
- Eres adorable.
Nos damos un corto beso y seguimos caminando hasta un pequeño parque escondido tras unos grandes árboles.
- Es un pequeño parque en el bosque. Nadie lo usa.
- Pues para nuestro bebé.
- ¿Nuestro?
- Al fin y al cabo, los cuatro vamos a ser los padres.
- Pero no se lo diremos.
- ¿Crees que no se va a dar cuenta cuando vea las fotos que nos sacamos cada mañana?
- Pues, ahora que lo dices, no me había dado cuenta.
- Vamos al banco. Quiero descansar un poco.
De la mano llegamos y nos sentamos. Nuestras manos van a parar a mi vientre. El pequeño Márquez que crecía en mí, todavía era demasiado pequeño para que respondiera, pero estaba esperando que empezara a dar pataditas.
- Hay que esperar tres meses todavía.
- No me leas la mente. Asusta un poco.
- Pero es que tu cara dice lo que te pasa por la cabeza.
Me apoyo en su hombro y respiro el aire puro que la zona me ofrece. El aire limpio hace que no me quiera ir de aquí.
- ¿No podemos vivir aquí? El aire puro me sienta bien.
- Lo sé, pero a no ser que quieras dormir en el suelo, mejor nos vamos a casa de mi hermano.
Asiento deprimida y nos levantamos para ir a la casa en la que nos espera Alex, el papi sobreprotector.
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Madre de alquiler
FanfictionLa vida de Isel da un vuelco cuando vuelve a ver a su ex. Alex Márquez. Él le pedirá algo que no podrá rechazar: ser la madre de su hijo.