Descanso y explicaciones

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Tras hablar con Mireia, me dijo que podía llamarla Bells. Estuvimos hablando de todo un poco.

- ¿Estás cómoda en la habitación? Puedo preparar una más grande que hay en el otro extremo del pasillo.

- No hace falta. La habitación es perfecta para mí sola. El baño está cerca de la cama y el armario tiene un pequeño tocador cerca. Cuando esté embarazada me será útil que todo esté tan cerca.

- No lo había pensado de ese modo. Alex solo quería tenerte cerca para controlarte y mantener relaciones -le contesté que no se preocupase. Que era lo que me esperaba por parte de su marido.

La verdad es que resultaba muy fácil entablar una conversación con ella. Empezaba a tener calor y me disculpé con ella para dirigirme al verde jardín que tenían. Una leve brisa refrescaba el ambiente y me refrescaba a mí. Se sentía de maravilla en aquel lugar. Me dirigí a la piscina y me senté en el borde. Metí mis piernas en el agua. Estaba fría, pero se agradecía.

- Puedes bañarte si quieres. ¿Voy a buscarte el bikini?

- Puedo ir yo misma. No me quiero cambiar en mitad del jardín –le dije a Alex que no se había dado cuenta de aquel detalle.

- Tienes razón. Ese cuerpo solo lo puedo ver y tocar yo –respondió mirándome de manera pervertida.

Me levanté despacio y Alex me ofreció una toalla para poder secarme los pies y me adentré en la casa no, sin antes, escucharle.

- Espero que no te importe que me bañe contigo –y escuché como se sumergía en la piscina.

Ni siquiera me había dado cuenta de que llevaba el bañador puesto. Negué con la cabeza divertida y subí a mi habitación. Busqué en el armario uno de los bañadores que había cogido y me cambié. Me encantaba ese bañador azul. Desde que lo había visto, había deseado comprarlo. Para mi suerte, me lo regalaron. En unos meses no me lo podría poner más.

Añadí al conjunto un pareo y me dispuse a buscar a Mireia

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Añadí al conjunto un pareo y me dispuse a buscar a Mireia.

- Bells perdona. ¿Me dejaría una toalla para la piscina? Con las prisas, dejé la mía en casa.

- Por supuesto. Ahora mismo te la traigo.

Decidí esperarla en el pasillo. Me puse a mirar con detenimiento la decoración. Las paredes estaban pintadas de un azul en tono pastel. Parecía que Alex había decidido el color, pero Bells había decidido el tono. Y era mejor, porque el azul de Alex era un azul demasiado agresivo para las paredes. Más allá del color, pude fijarme en los cuadros colgados. Eran lienzos de fotos que había visto en las redes sociales de los chicos.
El que tenía más cerca que una foto de Marc y Alex cuando eran niños. Estaban a ambos lados de una moto y se veían muy felices. Marc era el que miraba a la moto, mientras que, Alex, miraba a su hermano mayor con admiración. El segundo lienzo era una foto de boda de Alex y Bells. Se los veía muy felices y enamorados.

- Aquí tienes la toalla –me sorprendió-. Siento haberte asustado.

- No pasa nada. Estaba mirando los lienzos. Estabais muy guapos.

- Sí. Fue un día muy bonito.

Asentí anhelando algo así para mí y bajé las escaleras para encontrarme con Alex en la piscina. Me lo encontré nadando sin descanso. Como si estuviera entrenando. Me senté en una de las tumbonas esperando a ver si paraba. No tardó mucho en hacerlo.

- ¿No te ibas a meter?

- No quería interrumpir tu especie de entrenamiento.

- Haberme parado boba. Estaba haciendo tiempo mientras bajabas. Por cierto, estás muy guapa.

- ¿Qué quieres hacer conmigo en el agua salido?

- Bueno, podemos hacerlo en el agua. Si tú quieres claro.

- No estaría mal probarlo.

Me metí en la piscina y Alex me agarró por la cintura. Comenzó a besarme por el cuello y acariciando mi cuerpo. Nos llevó a la parte de la piscina en la que no tendríamos riesgo de ahogarnos y comenzamos a desnudarnos.

Comenzó dejando al descubierto mis pechos. Los mismos que se llevó a la boca arrancándome gemidos mientras los succionaba y mordía. No aguanté más y le quité el bañador. Su miembro chocó con mi bajo vientre y él nos sacó del agua en dirección a una tumbona.

- Alex, acabemos con este calor ya.

Alex acabó de desnudarme y me penetró. Mis pechos se movieron con el ritmo de las embestidas y las gotas de aguas se convirtieron en gotas de sudor. Nuestros gemidos se transformaron en gritos con espectador. Mireia nos miró por un instante y se volvió a ir. Eso me calentó más hasta el punto de llegar al orgasmo.

- Que bien lo hago. No me aguantas nada.

- No te subas a la parra Márquez. Que si me he corrido es porque tu preciosa mujer nos estaba mirando.

Alex se quedó sin palabras. No sabía que decir y se fue sin decirme nada más. Entré tras él en la casa y, en el salón, nos encontramos con una visita sorpresa. Marc.

- Yo mejor me voy a vestir –dije para escabullirme de aquella situación.

Marc y Alex se quedaron mirando frente a frente sin saber que decir. El primero en hablar fue Marc, aunque ya no pude escuchar nada más porque entré en mi habitación. Una vez acabé de vestirme, volví al salón. Aunque lo que me encontré no fue una situación muy cómoda.

- Isel va a ser la que tenga a nuestro hijo. Es por eso por lo que está aquí. Desnuda. Acabo de hacerlo con ella. Por cierto, tú y yo –se dirigió a Bells- ya hablaremos sobre lo de espiar por casa –la miró de forma lasciva.

Marc me miró, pero no fui capaz de responderle nada. ¿Qué podía decirle? Ni yo era capaz de argumentar lo que había decidido hacer. Bastante era con estar convencida yo. Eso era problema de Alex por no contarle nada a su familia.

Madre de alquilerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora