Pero... ¿Y la firma?

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Sigo aquí postrada en la cama del hospital. Marc está muy tranquilo en el sillón y yo... Bueno, estoy de los nervios porque hoy es la firma del contrato y sigo aquí.

- Marc amor, tengo que ir a firmar el contrato. Ve a por el doctor para pedir el alta voluntaria.

- De eso nada. De aquí no te vas a mover. Ya se me ocurrirá algo para que firmes eso. Si no, siempre puedo mover hilos y que te contraten en el equipo.

- De eso nada Márquez. Quiero ese trabajo y lo voy a conseguir con o sin tu ayuda.

Dicho esto, Marc salió de la habitación sin decirme nada. Solo se limitó a despedirse con un beso en los labios. Me quedé sola en la habitación esterilizada. No estuve mucho tiempo sola ya que Bells y Alex llegaron.

- ¿Y mi hermano donde se ha metido?

- Estamos los dos muy bien. Gracias por preocuparte por mí y por tu hijo. Sobre tu hermano... Se fue hace un rato a hacer no sé el qué.

- Seguro que le has dicho algo y ha ido a hacerlo por ti. ¿De qué habéis hablado?

- Hemos hablado de que hoy tengo que ir a firmar el contrato con la empresa y que quería el alta voluntaria, ir a firmar y, después, volver al hospital.

- ¿TE HAS VUELTO LOCA? ¡NO VAS A HACER ESO!

Gracias a que el doctor entró en la habitación y sacó a Alex pude relajarme un poco. Bells se quedó dentro y le preguntó al doctor cuando podría irme a casa. El doctor no lo tenía muy caro, pero dijo que si todo seguía como ahora, que mañana por la mañana tendría el alta. Eso era muy tarde para poder coger el puesto de trabajo que tanto tiempo he estado esperando, pero algo dentro de mí me decía que Marc iba a resolver este pequeño problema que tenía.

- Las constantes son normales y no noto que puedas tener ninguna recaída. Sí, definitivamente, mañana tendrás el alta.

- Gracias doctor.

El doctor ya estaba en la puerta cuando se giró y se dirigió a mí para decirme que evitara realizar esfuerzos innecesarios, pero que no me preocupase que podía trabajar sin problemas. Nos sonreímos mutuamente y cerró la puerta tras él. Aproveché ese momento para mirar a Bells que, desde el sillón en el que había estado Marc, presenció la conversación con el doctor.

- Alex es así. Solo quiere lo mejor para el bebé sin pensar en ti. Es muy egoísta por su parte, pero no se lo tengas en cuenta.

- Sé como es y no se lo tengo en cuenta, pero entiende que es difícil que no pare de decirme que todo lo hago mal y que así lo único que voy a conseguir es matar al peque. Yo no quiero que le pase nada, pero quiero hacer una vida normal.

- Te entiendo perfectamente. Yo en tu lugar haría lo mismo y te voy a ayudar con el bobo de mi marido.

Después de eso estuvimos hablando de lo que haríamos cuando naciese el bebé. De recién nacido todavía me necesita a mí para darle el pecho. Con Bells hemos decidido que hasta que el bebé pueda tomar el biberón, seguiré en su casa. Después ya me iré con Marc a su casa y puede que tengamos nosotros uno. He visto que a Marc se le ilumina la cara al verme embarazada y al pensar en un bebé de los dos. Puede que haya llegado el momento de formar una familia y Marc es el chico perfecto con quien hacerlo.

- Siento lo de antes. Es tu vida y no tengo derecho a exigirte nada. Perdóname –dijo Alex nada más entrar por la puerta.

- No pasa nada mini Márquez. Tú y yo ya nos conocemos para saber como somos y lo que hacemos aposta y lo que no.

- Ya empezamos con lo de mini Márquez. Soy más grande que mi hermano y seguro que la tengo más grande.

- Yo que tú no estaría tan seguro Alex –le contesté con una sonrisa triunfante.

- No puede ser. Voy a llamar a Marc a ver si es verdad.

- ¡ALEX! –exclamamos Bells y yo a la vez.

- Tenéis razón. Solo vosotras podéis ver esas cosas. Mejor lo miramos en casa.

En ese momento, seguro que mis mejillas estaban tan rojas como las de Bells. Solo a Alex se le ocurre querer medir eso. ¡Se ha vuelto loco! Sé que es competitivo, pero no sabía que llegaba a tanto.

- Hola a todos.

- Ya está aquí el que faltaba –dije y rieron Alex y Bells.

- ¿Se puede saber qué es lo que me he perdido?

- Aquí tu chica dice que estás mejor dotado que yo.

- ¿Y lo dudas?

Siguieron con esta estúpida discusión un rato hasta que se acordaron de que sus mujeres estaban ahí, más coloradas que las rosas. Cada uno se acercó a su pareja y, tener a Marc tan cerca me hizo estremecer.

- Tranquila que no muerdo. A menos que tú quieras –dijo con voz pícara.

- Estoy en un hospital. No subamos la temperatura.

- Como prefieras nena. Por cierto, he ido a la empresa para poder hablar con tu nuevo jefe. He estado hablando con él sobre la situación en la que te encuentras. Me ha dicho que no te preocupes, que dentro de un rato viene él con el contrato para que lo firmes. Dice que no puede perder a una persona tan cualificada como tú –ya en ese momento estaba eufórica-. Ahora tranquila que ya está todo organizado para que ese trabajo sea tuyo.

- Gracias mi amor. No sé que habría pasado si no hubieses ido a hablar con él.

- Seguirías siendo la candidata al puesto porque te habría llamado. Me lo ha dicho el señor González.

- Aún así. Gracias por preocuparte tanto por mí. Sé como voy a poder compensártelo.

- No hace falta que lo hagas nena. Yo no quiero nada a cambio salvo tu amor.

- Ese lo vas a tener siempre. Incondicionalmente.

Nos fundimos en un cálido beso que hizo que Marc se tumbase en la cama a mi lado y que la máquina que controlaba mi ritmo cardiaco empezase a pitar de manera más constante. Era un sonido algo molesto, pero nos daba igual. Solo nos centrábamos en el beso que nos mantenía ocupados, o eso pensaba yo.

- Nena, desconecta eso. El pitido me corta todo el rollo.

- Y tú me lo has cortado a mí –me río.

No nos seguimos besando porque entra una de las enfermeras alarmada por ese aumento espontáneo de mis constantes vitales. Al ver a Marc en la cama y agarrándome de la cintura, le dijo amablemente que se retirase de la cama y que, por favor, no hiciese nada que pudiese alterar mi ritmo cardiaco. Y, sin más, se retiró dejándonos a los cuatro solos en la habitación.

- Joder con la enfermera. No se puede ni besar. A ver si te dan ya el alta.

- Pues siento decirte esto cuñado –empezó a decir Bells-, pero no le van a dar el alta hasta mañana por la mañana. Eso si la dejas tranquila y controlas tus instintos. Como no lo hagas... Nos veo viniendo aquí un par de día más.

- Nena, te quedas sin mimos hoy.

Madre de alquilerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora