Dia de mamis

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Ayer le di la noticia a Alex y Bells. Se pusieron tan felices… Marc se va a quedar conmigo hasta que dé a luz, dice que no me quiere dejar sola. Hemos dormido como una familia. Me siento muy querida por Marc.

- Buenos días mis pequeñas.

- Buenos días tío Marc –le di un beso.

- ¿Sigue en pie lo de las fotos?

- Vamos a hacer la foto.

Nos levantamos y, delante del espejo, intentamos hacer la foto, pero ninguna le convencía. ¿El resultado? Acabé sin camiseta y la foto la hizo Alex, el cual quiso tener un álbum de fotos del embarazo como el que tendría Marc argumentando que él es el padre de la criatura.

Después de las fotos, que acabamos haciendo en el jardín, fuimos a desayunar. Bells ya nos estaba esperando en la cocina con la mesa preparada. No comí mucho, nada me parecía apetitoso.

- Hoy vosotros os vais a entrenar. Isel y yo vamos a pasar el día juntas.

- No. No os voy a dejar solas.

- Alex, vamos a estar bien. Solo estoy embarazada. ¿Qué mal puede pasar?

- Van a estar bien y nosotros tenemos que entrenar.

- No quiero que le pase nada a mi familia.

- ¿Crees que yo quiero que le pase algo malo a Isel y al bebé? A veces, pienso que eres tonto.

- Vale. Vayamos a entrenar. Pero solo por la mañana.

Cada uno de nuestros chicos nos da un beso de despedida, Alex “acaricia” al bebé y suben a prepararse. Bells y yo nos quedamos a acabar el desayuno y hablamos de lo que podemos hacer hoy.

Decidimos pasar una mañana de chicas. Paseo, tiendas de ropa, spa, comer en un restaurante… Lo normal.

Subí para vestirme encontrándome a Marc saliendo del baño solo con una toalla. Mordí mi labio inferior y me crucé con él para ir al armario, pero antes de llegar, dejó un beso en mi cuello.

Cogí lo primero que vi. Unos vaqueros ajustados y una camiseta que dejaba mi abdomen (todavía plano) al descubierto. Acabé el conjunto con unos zapatos de tacón y me encerré en el baño para acabar de arreglarme. Algo de base muy natural, un poco de sombra de ojos y mis labios fueron coloreados con un tono azul como el de la camiseta.

Al salir, Marc estaba sentado en la cama desde la que agarró mi mano para sentarme en su regazo y, con su mano libre, acariciar mi vientre.

- Te has puesto muy guapa.

- Eso es porque tú me ves así.

- Coge una chaqueta. Tapa al bebé un poco más.

Nos estábamos besando cuando Alex llegó para interrumpir el momento y buscar a su hermano.

- Nos tenemos que ir a entrenar. Y tú cámbiate y ponte algo que tape más.

- Me tengo que ir nena. Cuídate. Te amo.

- No más que yo a ti –lo besé.

Volví al baño a retocar mis labios y salí. Fui al armario y seguí el consejo de Marc de coger una chaqueta, mi cazadora de cuero negra me llamaba.

Con ella puesta bajé a esperar a Bells que bajó, minutos después, despampanante.

- ¿Nos vamos al spa?

- Buena forma de empezar la mañana.

En el spa mientras nos cuidaban estuvimos hablando.

- ¿Por qué me mirabas tanto antes de irnos?

- Ya se lo dije a Alex cuando me advirtió que no me enamorara de él. Te prefiero a ti.

- Eres…

- Bisexual, pero eso ya se lo había dicho a Alex y Marc.

- No pensé que fuera verdad. ¿Cuántas? ¿Cómo?

- No con muchas. Y no es mucho más diferente. ¿Nunca has pensado en probarlo?

- ¿Con quién? Soy la mujer de Alex Márquez.

- Siempre vas a tener la puerta de mi habitación abierta. Todo queda en casa –solo quería tenerla en mi cama, no era un favor.

- Me lo pensaré –dijo acabando la conversación.

Salimos del spa y nos vamos de tiendas. Paramos y compramos en todas las tiendas. Creo que ya no podía con ninguna bolsa más de todas las que llevaba. Íbamos a necesitar otro armario.

- Los chicos se van a quedar a comer allí. Vamos al restaurante tienes que comer para cuidar al bebé.

- Al bebé también se le puede cuidar con sexo.

- Ya sabes que nos tienes a los tres en casa.

- Pero ahora solo te quiero a ti.

Dicho esto, Bells no tardó en poner rumbo a casa. Durante el camino todos nos paraban por ser las mujeres de los hermanos Márquez. No nos paramos con todos, nuestro deseo cada vez era mayor. Nos necesitábamos sentir la una a la otra.

Al llegar a casa nos sobró tiempo para llegar a la habitación en la que nos entregamos la una a la otra “cuidando” a nuestro hijo.

Al acabar, bajamos a esperar a nuestros chicos que llegaron minutos después. Nos preguntaron que es lo que habíamos hecho por la mañana. Se lo contamos todo, excepto lo último. Empezaba a encontrarme cansada y acabamos todos en la cama de mi habitación. Bells y yo en medio y nuestros chicos detrás.

- Hagamos una orgía.

- ¡Marc! –exclamamos los tres a la vez.

- Venga. Los tres nos hemos acostado con Isel –Bells y yo nos miramos asustadas-. ¿No sabéis que Alex tiene cámaras? Os hemos visto.

- Yo… Alex… -Alex no estaba enfadado. Su erección lo delataba.

- No pasa nada cielo. Quiero que hagáis lo mismo de antes para Marc y para mí –ahí el porqué de la erección.

Bells y yo repetimos lo que habíamos hecho minutos después empezando así una orgía en la que la más activa fue la única que se encontraba mal.

Bells y Alex se fueron a su dormitorio dejándome a solas con Marc.

- Me ha puesto mucho verte con tu concuñada –que mal suena eso, voy a decirlo de otra forma.

- Mira que suena mal. Déjalo en Concu.

- Como quieras. Me pone mucho verte así. Tengo ganas de hacer un trío. Quizás en un circuito… con una paragüera…

- Cuando quieras. Me gustan las barbies huecas manipulables y están buenas.

- Ahora descansa –nos besamos y tumbamos.

Después de caricias mutuas y algunos besos, nos dejamos caer en los brazos de Morfeo.

Madre de alquilerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora