Manitas

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Hoy me levantado con mucha más energía de la que he tenido los últimos días. Sin embargo, no puedo competir con la energía de Marc y de Alex.

- ¿Cómo podéis tener tanta energía todos los días?

- Supongo qué es porque dentro de nosotros no crece ningún bebé.

- Entonces está será la última vez que me quedo embarazada.

La cara de Marc al oír mi última frase fue a decirme que no estaba de acuerdo con lo que había dicho. Y en el fondo lo entiendo, yo también querría un mini Marc en un futuro.

Hoy Jordi nos había dicho que quería pasar un rato en la piscina y después ver películas con todos nosotros. Ninguno fue capaz de decirle al enano que no. Así que, todos subimos a nuestras habitaciones para ponernos los bañadores. A pesar de que el pequeño nos esperaba, Marc me retuvo más tiempo en la habitación por qué al verme en bikini se quedó embobado mirando mi vientre donde crecía nuestro sobrino.

- Marc, nuestro hijo nos está esperando. No te quedes ahí parado.

- Perdón, pero es que es muy emocionante que se bebé esté creciendo dentro de ti.

Negué divertida con la cabeza y salí de la habitación seguida rápidamente por mi futuro marido que me agarró por la cintura dejando su mano sutilmente sobre mi vientre.

Jordi, al vernos bajar por las escaleras, salió corriendo hacia el jardín y fue Alex el que lo siguió por si se caía a la piscina. Nosotros llevamos hasta donde estaban nuestra cuñada que cogió a las toallas y salimos al jardín.

- No nos habéis esperado -dijo Marc fingiendo estar triste.

- Lo siento mucho papi. Pero quería entrar en el agua rápido.

- No pasa nada campeón. Pero corre que te pillo en el agua.

Nada más decir eso Marc, Jordi empezó a nadar como pudo y con la ayuda de Alex. Era muy gracioso ver cómo Marc se dejaba ganar y Jordi se burlaba de él por lo lento que era.

Bells y yo solo nos metimos en la piscina un rato y lejos de los chicos que seguían jugando como locos. El resto del tiempo lo pasamos en las tumbonas secándonos y disfrutando del sol. La tranquilidad nos duró hasta que los tres chicos de la casa llegaron hasta donde estábamos para quitarnos las toallas.

- Mami, primito crece.

- Sí. Cada vez va a ser más y más grande.

Me gustaba mucho lo que se implicaba Jordi en el embarazo. Estaba encantado con la idea de tener otro niño con el que jugar. Aunque creo que no era consciente de que para poder jugar con el bebé y va a necesitar unos meses más después de nacer.

- Díselo -escuché cuchichear Marc a Alex.

Tras mucho insistir a los dos nos dijeron que había tenido la idea de montar todos los muebles de la habitación del bebé. Bells y yo les dijimos que era una locura porque el bebé tardaría meses. Pero con el gran poder de convicción de los Márquez, el plan de las películas paso a un segunda opción. ¡Hasta a Jordi le gustaba la idea de ayudar a montar los muebles!

- Tus nos puedes pasar las herramientas -le dijo Álex a un Jordi superanimado.

Aún pensaba que era demasiado pronto para preparar la habitación, pero los chicos trabajan viajando por todo el mundo y no sabríamos cuando íbamos a poder montarla más adelante. Hoy el bebé tendría montada su habitación.

- La montáis ahora y, si hace falta, seguimos después de comer y así podemos ver alguna película con Jordi antes de la cena.

Todos sabíamos que mi cuñada no lo decía como una sugerencia, si no como una imposición. Los hombres de la familia acataron sus palabras sin rechistar. Una vez todos estuvimos secos, nos cambiamos de ropa y fuimos a la habitación bebé en la que nos encontramos todas las cajas de los muebles para montar.

- No me acordaba de que teníamos tantas cosas que montar.

- Venga hermanito no te quejes. Que seguro que en un futuro te toca a ti montarlos en tu casa con Isel.

- Con Isel lo dudo. Si estuviese embarazada no la dejaría montar nada.

Los chicos dejaron su conversación y empezaron a desembalar la cuna. En cuanto tuvieron todas las piezas en el suelo me volví a enamorar del estilo que había escogido.

- ¿Podré dormir con el bebé en la cuna? -preguntó Jordi a Bells.

- Mejor que duermas con papá y mamá y, en medio de la cama, el bebé y tú -contestó Alex sorprendiéndonos.

Jordi quedó satisfecho con la respuesta que su tío le había dado y se entretuvo pasándoles los tornillos y herramientas a los chicos. Que, como pilotos son muy buenos, pero no se podrían ganar la vida montando muebles.

- Os habéis pasado 2 horas para montar solo la cuna. Creo que necesitaremos más mañanas y tardes para acabar la habitación del bebé -dije saliendo de la habitación.

Era muy divertido ver a los chicos perdidos sin saber muy bien que hacer, pero estar todo el tiempo de pie estaba matándome. La única opción era ir al salón y sentarme en el sofá porque estaba segura de que si me sentaba en el suelo, ni el propio Marc podría levantarme.

- ¿Por qué nos has dejado solos arriba? -me preguntó Marc entrando en el salón.

- Porque aunque es muy divertido ver cómo montáis los muebles, no aguanto mucho tiempo de pie.

- Pues ahora que ya tenemos montada la cuna, le digo a Alex que montemos la mecedora para que puedas estar sentada con nosotros esta tarde.

Marc desapareció por la puerta del salón y lo escuché subir escaleras arriba. Estaba convencida de que ya le estaba diciendo a Alex que parase de hacer lo que estuviese haciendo para montar la mecedora. Le conozco como si le hubiese parido. Y no me equivocaba. Pronto escuché la voz de Jordi diciendo "para mami, para mami".

Estuve leyendo un par de horas en la soledad del salón hasta que Bells y Jordi bajaron para hacerme compañía y los chicos se fueron directos a la cocina.

- ¿De verdad que no te da miedo que cocinen?

- Van a hacer ensalada. Si la lían en la cocina por una ensalada, tendremos que ir a Cervera a devolvérselos a Julià y Roser porque nos los han dado defectuosos -dijo entre risas Bells.

Las dos nos seguimos riendo y hablando de otras cosas hasta que nos avisaron de que la comida ya estaba lista.

- Creo que nos los podemos quedar. Pero guarda la garantía -le dije a mi cuñada.

Mientras nos reíamos a carcajadas los chicos nos miraron como si estuviésemos locas. No entendían nada y eso era lo mejor. Tras la comida, todos me metían prisa para ir a la habitación del bebé, pero yo quería leer un poco más y acabar el libro. Sin embargo, el bruto o impaciente de mi prometido me cogió en brazos y me llevó hasta la habitación.

- Increíble -dije al ver la cuna, la mecedora y el cambiador montados.

Todos me pidieron que me sentara en la mecedora para darle el visto bueno y lo pasó. Era perfecta. Y todavía fue más perfecta cuando Jordi se sentó sobre mis piernas mientras los chicos y Bells acababan de montar la habitación del nuevo Márquez.

Madre de alquilerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora