Te guste o no

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Después del día de ayer con Alex, he decidido quedarme toda la mañana en la cama para descansar. El día de ayer comprando cosas para el peque me cansó bastante. Menos mal que, en cuanto nazca el bebé, los problemas ya van a ser cosa de Bells. Pero parece que mis planes se ven truncados en cuanto veo a Marc entrar por la puerta con mi móvil en la mano.

Se sienta en la cama a mi lado y me cede el teléfono. Contesto sin preocupación alguna, pero cambio mi postura cuando me di cuenta que la llamada procede de la empresa en la que había solicitado un puesto de trabajo. Me puse muy contenta cuando el presidente de la sucursal me comunicó que el puesto era mío. Se lo agradecí, pero tuve que informarle de la situación en la que me encontraba.

Se me iluminó la cara en el momento en el que escuché que no les importaba que estuviese embarazada. Que en el momento de coger la baja, la cogería y me podría incorporar a la vida laboral cuando me sintiese preparada y desde mi propia casa. Para poder estar con mi bebé.

Estamos hablando un rato más hablando de algunos de los términos de mi contrato y, en cuanto acabó la llamada, me tiro encima de Marc sonriendo por lo feliz que estaba. Estoy que no me lo creo. ¡Tengo el trabajo!

- ¿Qué pasa amor?

- Me han dado el trabajo que te comenté.

- Felicidades mi amor. Ahora descansa y mañana te acompaño a firmar el contrato.

- Gracias Marc.

Nos separamos del abrazo que todavía nos estábamos dando y vuelvo a acostarme en la cama. Marc se tumba a mi lado y deja una de sus manos en mi vientre. Me gusta la sensación que me provoca tener su mano ahí. Empieza un suave movimiento circular y siento su aliento en mi cuello. Este quiere fiesta.

- ¿Ne era que tenía que descansar?

- Sabes muy bien que también lo quieres –me dijo susurrando.

No me puedo resistir a sus susurros y menos a este. Su voz de seductor me vuelve loca. Me giro y quedo frente a él. Lo beso con deseo y desesperación. Ahora sí que sabe que yo también deseo esto.

Después de una hora en la cama amándonos el uno al otro, tomo una corta ducha. El agua fría que cae en forma de lluvia acaba de despertarme. Salgo, me pongo la ropa más cómoda que encuentro en el armario y bajo para encontrarme a Alex en el sillón leyendo algo.

- Buenos días papá.

- Buenos días mamá.

- Ahora voy a comer algo, pero luego tengo que hablar contigo.

- Va a tener que ser después porque vienen mis padres a comer.

Asiento no muy convencida y decido hablar con Marc para que me ayude a contarle la noticia de mi nuevo trabajo a Alex. Lo encuentro en la cocina preparándome algo para comer. Me siento en la barra y, cuando me sirve el plato y se sienta a mi lado, le comento la situación en la que me encuentro. Me rodea con su brazo derecho y me dice que me tranquilice, que él me va a ayudar en todo lo que pueda.

- Tengo el mejor novio del mundo.

- ¿Lo dudabas? También tengo a mi cuñada detrás de mí.

- ¿Por qué iba a ir yo detrás de ti? –dijo Bells entrando en la cocina.

- Reconoce que soy mejor que mi hermano. ¿Qué te cuesta?

- Eres imposible Marc.

Esta situación resultaba muy cómica para aguantar la risa. Alex, que debió escuchar todo lo que estaba pasando aquí, llegó y se colocó a mi altura. Tuvo que esperar a que me calmase para poder enterarse de lo que pasaba entre esos dos. Nada más decirle lo que ocurría, Marc preguntó algo que Bells respondió. Lo que hizo que Alex y yo nos pusiésemos a reír sin descanso.

Minutos más tarde nos encontramos en el salón con los padres de los chicos hablando del pequeño que viene en camino. No sé como, pero llegamos a un punto en la conversación en la que solo hablábamos de mí. Mis queridos suegros hicieron la pregunta clave, la que nos dejó a Marc y a mí pálidos.

- ¿En qué estás trabajando?

- Pues... Esta misma mañana he recibido una llamada de la empresa en la que había solicitado un puesto de trabajo y me han comunicado que el puesto es mío –estaba viendo de reojo las caras que estaba poniendo Alex-. Antes de que abras la boca, mi jefe sabe que estoy embarazada y me han dicho que no hay problema. Que el día que necesite, puedo trabajar desde casa.

- Me da igual. No quiero que trabajes hasta que tengas a mi hijo.

- ¡Alex! –exclamamos todos los presentes a la vez.

- A ver Alex. Sé que el hijo que está creciendo en mí es tuyo, pero yo tengo que hacer una vida normal. Llevo mucho tiempo esperando por ese puesto y, te guste o no, mañana voy a firmar el contrato. Y tu opinión, en esto, no me importa nada.

- ¿No te importa que mi hijo sufra el estrés al que se te someterá?

- No tienes ni idea a lo que me dedico, ¿me equivoco? –Él niega con la cabeza-. Me dedico a la publicidad. Dirijo casting para anuncios, selecciono los eslóganes o cosas por el estilo. No es para nada estresante. No te preocupes.

- Hermanito, mi novia va a trabajar y punto.

Me estoy mareando y mi vista se empieza a nublar. Cada vez escucho las voces más lejanas y, a pesar de que tengo los ojos abiertos, ya no veo nada. Me voy apagando poco a poco hasta el punto en el que ya no siento nada.

Me despierto en la habitación de un hospital. No entiendo que hago aquí. El sol entra por la ventana y hace que la habitación de paredes blancas se vea más luminosa. Miro hacia todos los lados, pero no encuentro a nadie. El sonido de la puerta abriéndose capta toda mi atención.

- Me alegro de ver que ha despertado.

- ¿Cuánto tiempo he estado así?

- Dos horas y media. Todo está perfecto y el bebé está bien. No tiene nada de lo que preocuparse.

- Gracias doctor.

El doctor me hace una revisión rápida de los sentidos y se vuelve a ir. Pasan unos minutos hasta que veo entrar a los chicos por la puerta. Marc corre hacia la camilla y me abraza con cuidado. Gracias a ese abrazo vuelvo a sentir calor en mi interior.

- No preguntéis porque no me han contado que es lo que ha pasado.

- Tranquila. Pregunté y me han dicho que es por el embarazo. Aunque tu mareo ha sido demasiado fuerte.

- ¿Y no puede hacer nada para evitar que sean tan fuertes?

- Eso ya no lo sabemos nena. Luego preguntamos.

Los chicos encienden la televisión que hay enfrente de la cama y, por casualidades de la vida, son ellos los protagonistas del programa.

- ¡Lo dejamos aquí! –dijeron a la vez.

- Ahora tenemos Márquez por cuatro. Aguante bebé. En el fondo no son tan pesados.

Ambos me miran y yo solo les sonrío de vuelta. Sé que me toman por loca por hablar con el bebé, pero es que con alguien tengo que comentar el afán que tienen esos dos de verse en la tele.

Madre de alquilerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora