Uno más

239 12 7
                                    

De camino a casa vamos todos más animados, aunque al ser tarde, el sueño amenaza con fuerza. Estoy a punto de dejarme dormir cuando Marc aparca en el garaje de Alex.

- Recuérdame que un día vayamos a casa. Hay que preparar las habitaciones y tengo que traer el coche.

- Mmm... -no podía articular palabra de lo cansada que estaba.

- Mejor hablamos mañana. Cojo a nuestro peque y a la cama los tres.

Uno de los brazos de Marc aguanta a un Jordi dormido pegado a su cuerpo, el otro se aferra a mi cintura para evitar que me caiga, pero pronto me tiene que soltar para sacar las llaves de casa, por lo que, ahora es mi mano la que se posa en su cuerpo.

- Listo. A la cama todos que somos los que faltamos.

- ¿El pijama de Jordi?

- ¡Mierda! Se me quedó en el coche con sus cosas. Os dejo en la cama y ahora vuelvo a por las cosas.

- Vale mi amor. Os amo.

- Y yo a vosotros mi princesa.

Llegamos a la habitación donde nos encontramos a Alex dormido. Mira que es protector. Me siento a los pies de la cama con Jordi en mis piernas mientras Marc despierta a su hermano que, al vernos, mira si todo está bien.

- No ha pasado nada. Íbamos en tu coche.

- Ve a por el tuyo de una vez.

- Mañana voy. Aunque me tengo que comprar un familiar. Ya soy padre.

- Os los han... ¡Felicidades!

- Muchas gracias. Ahora, si no te importa, quiero dormir.

- Hasta mañana mami.

Alex se va y me tumbo en la cama con mi hijo. Me debería cambiar mientras Marc va a por lo de Jordi, pero es que estoy tan agotada que no puedo ni moverme. Sé que no llevo nada cómodo para dormir, pero el sueño se ha apoderado de mí.

- Ya he vuelto amor –dijo Marc en un susurro para no despertar a nuestro hijo-. ¿Todavía no te has cambiado?

- No puedo ni moverme de lo cansada que estoy.

- Cambio al enano y ahora voy contigo.

- Que vergüenza que mi novio me tenga que poner el pijama.

- Primero, soy tu prometido, no tu novio. Y segundo, de vergüenza nada que solo tengo que hacer lo de siempre, quitarte todo. Hoy nada de pijama.

- Pero vamos a dormir con Jordi.

- No amor, Jordi tiene una habitación.

- Vale Marc. Pues rápido que me duermo.

- Ya voy, ya voy.

Me sorprende la habilidad de Marc. Lo hizo todo sistemáticamente. A saber cuántas veces lo había hecho.

- Ya estamos nena. Ven, acércate a mí.

Hice lo que me pidió y, con el calor que me brindaban mi prometido y las mantas, me dejé caer en los brazos de Morfeo.

La mañana siguiente fue de todo menos rutinaria. El que nos vino a despertar fue Jordi. Mi bebé, que ya no era tan pequeño, tenía una gran sonrisa en la cara.

- Ve a despertar al tito, enano.

- Vale papi –dijo Jordi que se fue corriendo.

- Creo que le gusta ser un Márquez –comenté riendo.

- Eso parece. Ahora nos sacamos las fotos y a desayunar. Sin excusa.

- Sí mi sargento. Pero luego de vuelta a la cama.

Madre de alquilerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora