Un gran susto

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Me acabo de despertar sintiendo como dos bocas se posan en mi cuerpo, una en la boca y otra en mi vientre. Creo que sé quiénes son.

- Vamos mami, quiero hacerme la foto –escucho a Marc.

- Que ganas de tenerte en brazos pequeño.

- El pequeño y la mami quieren dormir –consigo decir.

- Nos hacemos las fotos y volvéis a la cama con el tío Marc.

- Está bien...

No iba a conseguir nada discutiendo con Alex porque seguro que antes de acabar con la discusión tendría que salir corriendo al baño.

Me levanté despacio, no quería marearme. Agradezco que los chicos sean pacientes conmigo, esto del embarazo tiene sus cosas.

Llegamos al jardín y nos ponemos en el lugar de siempre y en la misma posición. Primero Marc y luego Alex. Cuando acabamos ni paro en la cocina, voy directamente a la cama.

- Deberías comer algo nena.

- No me encuentro bien Marc. Quiero volver a dormir.

- Me quedo a cuidaros.

Mi nene me abrazó por la espalda y mi cuerpo quedó pegado a su torso. Nuestras manos se unieron y las pusimos para cubrir a nuestro pequeño sobrino.

- ¿Se puede? –Dijo Bells entrando en la habitación-. Os dejo algo para comer aquí encima. Alex y yo vamos a salir.

- Si pasa algo ya os avisaremos.

Volvimos a la posición inicial y me dejé dormir en brazos de mi Marc. Tuve un sueño algo feo.

«Una cena con los padres de los chicos. Les vamos a contar lo del bebé. Lo único que espero es que acepten toda esta situación.

- ¿Qué te pasa nena?

- Que no sé como se lo van a tomar tus padres –no dejé que hablase-. Sé que me conocen y que les caigo bien, pero es que ahora voy a tener un bebé con su hijo que está casado y soy la nova del otro.

- Se lo van a tomar bien porque saben el problema de tu Concu.

- Pero, ¿no les va a parecer raro que sea la madre y la tía?

- Deja que esa cabecita loca descanse y empieza a arreglarte.

- Se va a notar la tripita.

- Así todo va a resultar más fácil.

Nos arreglamos y los cuatro nos ponemos rumbo a casa de los suegros. Allí nos esperan. Se sorprenden al verme, pero sonríen. Esto va a ser mejor de lo que esperaba.

Nos sentamos en el salón a petición de Alex que ya quería dar la noticia. Mis suegros se veían intrigados por lo que su hijo iba a decir.

- Papá, mamá, Isel espera un hijo mío.

- Pero ella está con Marc.

- Sí, pero empezamos después de que aceptara ser la madre de alquiler de Alex.

- Es bueno para el pequeño que tenga a su madre cerca.

- Pero Bells va a ser su madre.

- Pero no soy la madre biológica mi amor.

Marc y yo los miramos divertidos, esta situación la vivíamos a menudo en casa y, al final, Alex acababa rendido y aceptando que yo iba a ser la mamá del peque, pero actuaría como tía.

Marc me abrazó y quedé apoyada en su hombro. Julià nos sonrió y nosotros le devolvimos el gesto.

- Siempre supe que era para ti –le dijo a Marc-. Ahora cuida de mi nieto.

- Con mi vida lo cuidaré.

- Y yo cuidaré de los dos.

Después de hablar un poco más nos sentamos en la mesa y seguimos hablando del tema de la noche, el bebé Márquez.

Me estuvieron agobiando con los síntomas, lo que iba a engordar, todo lo que tenía que hacer antes de que naciese, lo que tendríamos que comprar...

Marc y Julià notaban que esto no me estaba sentando nada bien e intentaron cambiar de tema un par de veces, pero sin éxito.

- ¿Se puede saber por qué cambias el tema? El bebé es muy importante.

- Pero es más importante para él que la mujer que lo lleva dentro no esté agobiada ni nada y mira como tenéis a Isel -me defendió mi nene.

- Alex, las cosas se hacen poco a poco. Isel tiene que estar tranquila, si no el bebé puede sufrir y el embarazo complicarse.

- Lo siento Isel es que...

- Lo entiendo, es tu primer hijo. Pero te pido que te lo tomes con más calma.

- Sí. A partir de ahora te voy a dejar más tranquila.

- Solo yo puedo alterarla, ¿verdad nena?

- Cierto nene.

Alex hizo un gesto como si se estuviese imaginando algo. Lo mejor es que todos menos él sabían que lo estábamos haciendo aposta para fastidiarlo. Claro que tendríamos sexo, pero no íbamos a difundirlo por ahí.

- Hermanito, que es broma.

- Habéis hacho que se me quite el apetito. Gracias ehh...

La cena siguió su curso y volví con Julià al salón mientras los demás recogían. No entendía por qué no me dejaban hacer nada, no era una inválida. Pero aquí estaba, en el sofá con mi suegro.

- Tienes que descansar y no hacer esfuerzos innecesarios. Los chicos no deberían dejar que hicieras nada en casa.

- Me tienen como una mantenida. Una niña mimada.

- Eso es bueno.

- Pero me aburro como una ostra.

- Eso mismo me decía Roser cuando se quedó embarazada de los chicos.

- Entonces que me diga que hacía ella para no morir del aburrimiento.

- ¿Aburrimiento? Creo que sé lo que sientes. No te dejan hacer nada.

- Sí. Tienes que decirme algo que pueda hacer porque voy a morir antes de dar a luz a este paso.

- Un día te pasas por aquí y te enseño algunas cosas.

- Me encantaría.

- Un día te la traigo mamá. Cuando tengo Gran Premio te la quedarás tú para que no se quede sola.

Nos quedamos a hablar hasta tarde con ellos. Cuando nos dimos cuenta, era tan tarde que los chicos no quisieron que yo caminase tanto, por lo que nos quedamos a dormir en la habitación del pequeño Marc.

- Descansa nena. Hoy ha sido una noche larga.

- Un poco sí. Acércate más a nosotros tito Marc.

- Como vosotros queráis mis amores.»

Me desperté y noté como estaba húmeda. Llevé mis manos para apartar las sábanas, pero no me atreví a mirar.

- ¡Marc! ¡Marc! –Se despertó de golpe-. Estoy mojada y no quiero mirar.

Marc apartó las sábanas y yo cerré los ojos. No quería ver. Tenía miedo.

- Estás empapada, pero no de sangre nena. Todo está bien –dijo metiendo dos dedos en mí.

- Nene...

Madre de alquilerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora