Vuelta a casa

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(Alex)

Hoy por fin le han dado el alta a Isel y Claudia. Marc ha ido a buscarlas, mientras Bells, Jordi y yo preparamos una pequeña bienvenida en casa. No es gran cosa, pero queremos que estén lo más cómodas posible. Mis padres han decidido pasar por casa mañana para que la mamá y la bebé puedan descansar hoy. Así que hoy estaremos nosotros solos.

Estoy bastante nervioso por saber si la casa estará preparada para tener un bebé viviendo aquí. Las escaleras son peligrosas y, aunque me han convencido de poner puertas salvaescaleras, no estoy del todo convencido de si serán suficiente. Los bebés buscan cualquier sitio para meterse. Mi mujer dice que soy un exagerado, pero es por la seguridad de nuestra hija. "La niña aún no puede gatear" me ha dicho mil veces Bells. Tiene razón, pero en algún momento lo hará y se podrá hacer daño.  Puede que sea un sobreprotector, pero no puedo pensar en otra cosa. Isel dice que es por ser padre primerizo y bromea con que Marc hará lo mismo cuando tengan un bebé ellos.

- Jordi está muy contento por tener por fin a su prima casa -dice mi mujer que parece leerme el pensamiento negativo.

- La verdad es que parece que es el que más ilusión le hace.

- Por fin tendrá alguien con quien jugar que no sea un adulto -me dice mi mujer divertida.

Ignoro el comentario con el que Bells ha insinuado que Marc y yo somos como críos. Sé que lo dice de broma, pero sé que, a veces, mi actitud de crío la supera.

En la habitación de la niña está todo preparado para que, tanto ella como Bells e Isel, puedan estar tranquilas mientras duerme, hay que darle de comer o cambiarla. Me gustaría que la niña durmiera conmigo en la cama, pero necesita a Isel para que le dé el pecho.  Y la mecedora está cerca de la ventana para que pueda tener algo de luz durante el día y ver la luna por las noches.

-Deja de ser un padre tan paranoico. Siéntate en el sofá -dice Bells a punto de lanzarme una zapatilla.

Hago caso a mi mujer y le digo a Jordi que se venga conmigo y que haga unos dibujos para Claudia. Y eso hace. Mientras yo me siento en el sofá, mi pequeño sobrino se sienta delante de mí en el suelo empieza a hacer varios dibujos en la mesa de centro. Está tan concentrado que cuando llegan Marc, Isel y Claudia tenemos que avisarlo.

- ¡¡Claudia!!

Menos mal que la niña estaba despierta cuando llego a casa. Porque seguro que se habría despertado con los gritos de su primo. Y no es que fuera malo, pero no sabríamos como iba a reaccionar Jordi si la pequeña se pusiese a llorar por sus gritos.

- Vamos al sofá campeón. Que mami y la prima quieren sentarse -le dice Marc.

Todos nos sentamos en los sofás e Isel le pasó la niña a Bells que se sentó a mi lado y los dos pudimos disfrutar de un pequeño momento con nuestra pequeña. Jordi se ha quedado en el regazo de Marc e Isel está tan cansada que ha cerrado los ojos y parece estar dormida. Todo es perfecto en ese momento. Todo, hasta que Claudia, con sus enormes pulmones, empieza a llorar sin entender que pasaba.

- ¿Otra vez? -se quejó Isel.

- ¿Qué pasa?

- Que mi sobrina va a estar más enganchada a las tetas de mi mujer que yo -mi hermano se ríe ante su ocurrencia.

Isel cogió a la niña y, muy habilidosamente, se descubrió un pecho para que Claudia empezara a comer. Todos nos quedamos embobados viendo la estampa. Era precioso ver como comía. Hasta Jordi estaba atento mirando. Estuvo un rato comiendo y, cuando acabó, la dejamos en una pequeña cunita con ruedas que habíamos comprado para tener en la planta baja de la casa.

Isel parece cansada, así que Marc la lleva a la habitación para que descanse. La pequeña no va a comer hasta un par de horas después, así que nosotros nos ocupamos de ella en ese tiempo. Jordi no se despega de la cuna y nos avisa cada vez que Claudia se mueve. Muchas veces no es nada, pero si se despierta, podemos atenderla antes de que llore y no molestar a Isel que duerme.

- Tita, Claudia mueve -escucho decir a Jordi.

Bells está con las manos mojadas y soy yo quien me acerco a los niños. Mi bebé se está despertando, así que miro si tiene el pañal para cambiarlo. La saco de la cuna y la llevo al cambiador, pero la pequeña no está satisfecha. Tiene hambre.

- Marc, Claudia tiene hambre. Se la llevo a Isel.

- Vale. A ver si se ha despertado ya. No la molestes.

Me ahorro mandar a la mierda a mi hermano mayor y subo hasta la habitación que comparte con Isel. Cuando entro, sigue dormida, así que me siento a su lado en la cama y la despierto suavemente antes de que Claudia empiece a llorar.

- Isel despierta. Tienes una bebé hambrienta -le digo dando besos a su cuello.

- Ya te he dado a tu hija. ¿Los besos por qué? -pregunta adormilada.

- Te quiero.

- Dame a la niña y date una ducha para despejarte.

Isel alarga los brazos y coloca a la niña que, gustosamente, empieza a chupar su pecho hambrienta. Las dejo solas un momento y voy a buscar a Jordi. Cuando volvemos, Claudia sigue chupando.

- Dale la mano a la prima -le dice Isel a Jordi.

Mi sobrino le da la mano y yo no puedo estar más feliz. Jordi adora a su prima y quiere cuidarla a todas horas. Y, cuando Claudia agarra uno de los dedos de Jordi, solo los separa el hambre de mi niña.

- Son tan monos juntos -suspira Isel.

- Son lo mejor. Ojalá no crecieran más.

- Claudia que crezca un poco más -contesta divertida-. Dar el pecho cansa.

Cuando la niña acaba de comer le saco los gases e Isel vuelve a tumbarse. Pero cuando los niños y yo la íbamos a dejar sola, nos pidió que nos quedáramos con ella en la cama. Jordi se pegó a su madre y yo dejé a Claudia a su lado. Ni dos segundos tardaron en juntarse.

- Parece que se sienten -dice Isel con una sonrisa.

- Van a ser inseparables.

- ¿Pero que hacéis aún aquí? -preguntan Marc y Bells desde la puerta.

- Intentar dormir. Aunque Claudia nos gana en eso.

- ¿Sigues cansada mi amor? -mi hermano está preocupado.

- Un poco.

Nada más oír eso, nuestras parejas se metieron en la cama con nosotros y, aunque el espacio era pequeño para todos los que estábamos, no nos importaba. Estábamos todos juntos disfrutando de la vuelta a casa de Isel y Claudia.

- Bienvenidas a casa -susurro antes de quedarme dormido.

Madre de alquilerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora