Preparativos para la boda

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Tras el casting tan caótico del otro día, mi jefe me ha dado un par de días libres que pienso aprovechar al máximo con Marc, porque sí, he tenido la suerte de que mis días libres hayan coincidido en días que él no tiene que viajar y yo no puedo estar más feliz.

- Buenos días mi amor -me despierta con esa sonrisa Márquez que nos enamora a todas.

- Buenos días -digo haciéndome la remolona en la cama.

- Vamos a la sesión de fotos y volvemos a la cama.

- ¿Sin desayunar?

- Sin desayunar -ahora ya empezaba a hablar mi idioma.

Me levanté de la cama para vestirme, con la ayuda de Marc claro. Mi pequeña sobrina empezaba a ser un pequeño obstáculo en las tareas del día a día. Una vez que ya estaba preparada, bajé de la mano de Marc hasta el jardín donde nos encontramos a un Alex que no hacía otra cosa que mirar el reloj como un desesperado.

- ¿Has quedado con alguien? -pregunto de broma.

- Sí. Con la madre de mi hijo. Hoy se le han pegado las sábanas ¿no?

- Y a la cama que me vuelvo después de las fotos. Hoy me voy a pasar el día entero allí.

Las fotos de hoy fueron muy rápidas. En un abrir y cerrar de ojos estaba de vuelta en la cama con Marc. Aunque pronto se nos unieron Jordi y Alex que nos subieron el desayuno a la habitación.

- Hoy Bells se ha ido con unas amigas. Tu plan de hoy es estar en la cama, pero ¿quieres hacer algo en concreto?

- Pues sí Alex. He pensado que, ya que tengo a Marc en casa, podríamos planear nuestra boda. Entre el trabajo y el embarazo, casi nunca tenemos tiempo para los dos.

A los dos les pareció una buena idea. Era algo que podíamos hacer sin salir de la cama, por lo que Alex estaría tranquilo porque no me iba a mover demasiado en todo el día.

Todos pensamos que Jordi no iba a aguantar todo el día haciendo planes para la boda, pero el pequeño nos sorprendió a los tres diciéndonos que quería ayudar. Fui a por mi ordenador al sillón que tenemos en la habitación y volví a la cama. Marc sacó de su mesilla de noche su iPad y entre todos nos pusimos a buscar inspiración para la boda.

Lo primero que buscamos fueron las invitaciones. No las queríamos sencillas, ni muy adornadas tampoco. De todos los diseños que vimos, guardamos los que más nos gustaron en una carpeta de Pinterest y seguimos buscando otras cosas porque, si nos ofuscábamos en las invitaciones, íbamos a perder todo el día sin hacer absolutamente nada.

Después de las invitaciones llegó el turno de las alianzas. Los dos estábamos de acuerdo en que nos gustaría que fueran sencillas. Así Marc podría llevarla sin que le molestase demasiado. Obviamente no cuando le toca pilotar en los Grandes Premios, pero en el resto de ocasiones sí. Miramos varias páginas web en las que comparamos los precios y las opciones que más nos gustaron. Al final, nos decantamos por unas alianzas de oro blanco muy sencillas y que no llamaban demasiado la atención.

- Mañana me pasaré por la joyería a comprarlas -comentó Marc.

- Te acompaño y os las regalo yo -contestó Alex-, pero Isel nos tiene que dar un anillo para acertar con la talla.

- Tomad -dije quitándome el que llevaba puesto-. Es el anillo que uso siempre. Con este no fallaréis.

Alex guarda mi anillo en su bolsillo y seguimos buscando inspiración para el lugar donde podemos celebrar la ceremonia. Ninguno de los dos quiere algo enorme, así que decidimos hacer la ceremonia en el ayuntamiento de Cervera. Lo decoraremos a nuestro gusto y, el banquete, lo celebraremos en casa de Marc, bueno, en nuestra casa. Como no tendremos muchos invitados, la casa es lo suficientemente grande para todos.

- Tenemos las alianzas, el lugar, el banquete... Si decidimos las invitaciones, solo faltarán mi traje y tu vestido.

- También la decoración del ayuntamiento, la fecha, mi ramo... ¿Te crees que esto es un Gran Premio? Las cosas no van tan rápido, guapo.

- Pues sí que soy guapo. Pero tienes razón, hay más cosas que hacer -añadió.

-No quiero que veas mi vestido, pero me gustaría saber que estilo te gusta.

Los dos nos pusimos a buscar vestidos de novia en Internet. A Jordi le gustaban todos los que veía y Marc... Bueno, Marc no tenía ni idea de qué le gustaba. Al principio parecía que se decantaba por los vestidos que acentuaban la figura, pero luego decía que le encantaban los de estilo princesa que eran enormes. Al final, Alex tenía más estilo que él para estas cosas. Él fue el que me enseñó el vestido que más me gustó. Un vestido con la espalda abierta y un tejido con formas geométricas. Era precioso.

- ¿Te gusta mami?

- Mucho cariño -Jordi me abrazó.

Por un momento, todos dejamos de pensar en la boda y nos quedamos tumbados en la cama en silencio. Solo disfrutamos de aquel momento de paz. Pero Jordi empezó a hablar a su primita y las paradas se hicieron presentes. Los tres chicos de la casa empezaron a emocionarse.

- ¿No te emociona sentir las patadas?

- Alex, llevo sintiendolas desde hace muchas semanas. Para mí no es una novedad. Encima, para que vosotros la noteis, tiene que hacer fuerza y no me entusiasma la idea.

- Nosotros te cuidamos mami. Pimita, no hagas dano a mami.

- Vamos a escuchar a la primita -dijo Alex antes de salir de la habitación.

Los tres nos quedamos sin saber a qué se refería Alex. Nos había dejado con la intriga. Cuando volvió a la habitación nos enseñó una máquina.

- Esta máquina se conecta al móvil y, con ella, podremos escuchar el corazón del bebé.

Sin decir nada, Marc descubre mi vientre y Alex aplica el gel de la Antártida sobre mi piel. Después de estremecerme por el frío, es Marc quien se ocupa de mover el mando sobre mi enorme vientre hasta que, tras unos segundos, encuentra en corazón de la pequeña y nos quedamos embobados escuchándolo.

- ¿Pero qué hacéis todos en la cama? -la voz de Bells nos despertó.

- ¿Qué hora es?

- Son las cinco de la tarde, Alex.

- ¿Cuándo nos quedamos dormidos? -estaba sorprendida-. Ni siquiera hemos comido.

No sabíamos qué nos había pasado. Es cierto que, con el embarazo, me canso mucho más rápido, pero no había salido de la cama. Todos nos quedamos dormidos después de escuchar el corazón de la pequeña y ahora nos tocaba bajar y comer algo. Necesitaba un día así de tranquilo para reponer fuerzas.

Madre de alquilerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora