Capítulo 7

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GUN.

Llegue al club, donde estaría el hombre, treinta años, cabellos café claro, ojos negros , metro ochenta de altura.

Lo peligroso de esto es que no habría más comunicación entre nosotros después de que bajara del auto. Todo seria tiempo a partir de que salga con el hombre.

Bajé con confianza, camine hacia la entrada, sin preguntar me dejaron pasar, la gente que estaba en la fila formada grito por la injusticia, ojala también lo hicieran por otras cosas no una fila para un club. Esa es mi ventaja, me veía deseable e ingenua, todos los malos se fijan en esto y crean cuentos que nos hagan sentir la mejor joya entre muchas para ir con ellos. Es un asco.

Todo era olor a cigarrillo y sudor, los rayos de luz marearon un poco, continúe hasta la barra, ahí me senté a esperar.

- ¿que te doy dulzura? -

- un mojito por favor -

Todo era parte del maldito plan, "se agua en desierto, se esperanza entre la muerte", Félix nunca hizo estos trabajos.

- Alguien como tu no debería de tomar mojitos - espere a que se acercara más a mí

-¿alguien como yo? - una vez cerca, lo vi y ese era el hombre. Bingo.

- Hermosa, frágil - toco mi hombro, no me moví, deje que tocará, que tuviera confianza en si mismo.

- ¿que debería de tomar según tú? -

- a mí - otro poco más...

Me acerque a su oído - tendrá que ser en un lugar más privado si quieres comprobar mi sabor - bebo de la pajilla mientras los miro fijamente, el no despega sus ojos de mis labios.

- lo que quieras - sonrió, se levanta de su lugar, toma mi mano y salimos de ahí, algunos chicos y guardias se alejan de su camino, lo miran con respeto, miedo y enojo.

La camioneta donde había llegado se encontraba cerca... Espero que me sigan cual sombras.

ABADIE.

No dejo de vigilar la puerta donde había entrado.

- ya salieron -

El infeliz no tardo más de treinta minutos en acercarse a ella.

GUN.

Reía y me acercaba a él provocándolo, pero no dejaba que me tocara de más, paro un taxi, no quiero camionetas desconocidas. Le di la dirección del hotel.

Él pago una vez llegamos, descubrí que llevaba su licencia, me dio el tiempo suficiente para leer que no era el mismo nombre ni dirección que venia en el informe.

Pasamos recepción y venia lo incomodo, un elevador, cinco minutos, ultimo piso, debía entretenerlo con caricias hasta llegar a la habitación.

Entramos, él se lanzo a mi, sabia que era un bocadillo que no se ve todos los días, beso mi cuello, recorrió mis piernas, y trasero, trato meter la mano de bajo de las bragas.

- aquí no - tome su rostro obligando a ver, justo a tiempo cuando el elevador abrió sus puertas, seguí el camino.

Al entrar fui directo a la pequeña barra de la habitación.

- ¿Tan feo soy para que bebas? -

- No dejaste que terminara mi mojito, no te quejes - sabia que sonaba natural y lo agradecía, mis manos habían empezado a sudar y temblar.

FAKE GODSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora