Tic tac. Intentaba mantener una respiración calmada mientras observaba de manera casi acosadora el paso marcado de las agujas del reloj. Me repetía a mi misma que debía parecer segura, que estaba preparada para esto, pero la verdad era que mi determinación se evaporaba un poco más con cada segundo que trascurría.
Hubiese querido decir que mi ansiedad se debía a que era la primera vez que debía presentarme frente a una reunión en la sala de juntas de la empresa, pero tenía que asumir la realidad. Estaba aterrada de enfrentarme a la persona que estaría sentada en la cabecera de la mesa... Ethan.
Sería la primera vez que lo enfrentaría después de la vez que me llamó para romper mi corazón de la manera más ruin y mezquina que se le hubiese ocurrido a una persona. Ya habían pasado varias semanas desde entonces y aunque quisiera decir que las heridas que causó comenzaron a cicatrizar, no estaban ni cerca de siquiera dejar de sangrar.
Después de su llamado para informarme que no dejaría a su novia, hubo otros. Cientos, pero no atendí ninguno y finalmente terminé por bloquear su número de teléfono y borrar sus correos electrónicos sin siquiera detenerme a leer la primera línea de sus palabras embusteras. No iba a permitir que me volviese a enredar. Después de varios días, los correos dejaron de llegar y mi cabeza comenzó a despejarse. Anna no lo nombraba y si la conversación se desviaba hacía algún factor desencadenante, inmediatamente cambiaba de tema.
El primer mes sin saber de él pasó rápidamente y para la primera nevada de diciembre sentí que podía comenzar a sanar, aunque en el fondo sabía que nunca lograría olvidarlo completamente. Durante las semanas siguientes caí en la agotadora rutina de trabajo, estudio y visitas al médico con mi abuela. Necesitaba mantener la mente ocupada y lo había conseguido. No me quedaba mucho tiempo libre para pensar en lo miserable que me sentía o en lo tonta que había sido.
Pasé la mayor parte de las vacaciones de navidad en una de las habitaciones del hospital sosteniendo la mano de mi abuela mientras rogaba al cielo que se mejorase. Anna y Nicholas me visitaban a diario y fueron de gran ayuda en los días posteriores a su alta. Había muchos gastos que cubrir, pero como no quise aceptar que ellos se hicieran cargo como habían insistido, Nicholas me ofreció un aumento a cambio de que me hiciera cargo de la organización de las juntas y reuniones de la empresa y de que preparara los informes.
Era un trabajo arduo y con tantos papeles por organizar, casi no disponía de tiempo libre así que mientras que Anna había finalizado el plan de estudio de su carrera, a mí aun me quedaban dos materias pendientes. Por supuesto que me sentía feliz por ella, pero a veces no podía evitar comparar nuestras suertes y sentirme miserable. Ella había apostado al amor y ganado mientras que a mí me había tocado perder... dos veces.
Eso era evidencia más que obvia de que el amor no era para mí, así que debía concentrarme en lo único en lo que era buena: mi trabajo, y ésta era mi oportunidad para demostrarlo. Solo tenía que sobrevivir a Ethan.
Había sido optimista. Sabía que si me concentraba en lo mucho que debía odiarlo por lo que me había hecho lo lograría, pero ahora ya no estaba tan segura.
Verlo cruzar las puertas del ascensor había ocasionado el mismo impacto que una bomba atómica sobre mi pecho. Vestía completamente de oscuro, con traje negro y lentes de sol. Su sonrisa relajada acompañaba sus labios mientras conversaba con Nicholas sintiéndose en confianza y absolutamente distraído de mi presencia detrás del escritorio. Por más que quise, no había podido apartar mi vista de él mientras avanzaba hacia el sector de las oficinas. Sin dudas, era el mismo diablo desenvolviéndose en su entrono natural. Podía imaginarme a todas las chicas de la recepción volteándose para verlo mientras intercambiaban comentarios en voz baja. Incluso la mujer de la limpieza que estaba pasando en la aspiradora en la sala de reuniones se sonrojó cuando él la saludó con una sonrisa al pasar a su lado.
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Regresa Conmigo
RomanceÉl rompió su corazón. Sophia no podía dejar de amarlo, pero sabía que nunca podría perdonarlo. Ahora estaba intentando olvidarlo y aprendiendo a vivir de nuevo. Continuando con su vida...hasta que ella descubre la verdad y pone a girar su mundo un...