Una mentira y un corazón roto

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-¿Me esperarás?-dijo Kendall mientras mirábamos al cielo desde el césped del instituto- Asentí con una enorme sonrisa en el rostro.

-Conque somos novios.-le dije mirando sin apartar la mirada del cielo. Él solo me besó en la cabeza como respuesta.

-¿No quieres volver?-dijo algo preocupado.

-Sí, con todas mis ganas.-le susurré al oído y deposité un suave beso en su mejilla.

Coloqué mi cabeza en su pecho y él me acarició con delicadeza el pelo hasta que llegó la hora de su entrenamiento. Nos despedimos con un beso en los labios y vi cómo corría hasta el vestuario mientras buscaba sitio en las gradas.

Se le veía cargado de energía, conseguía marcar muchos goles en la portería. Además, su manera de confundir a la gente e incluso los pasos que daba me parecían espléndidos. Simplemente le consideraba perfecto.

Miré el reloj. Cinco menos cuarto, hora de volver a los vestuarios y cambiarse.

Kendall me miró con una enorme sonrisa en sus labios y con la respiración entrecortada por el ejercicio que había hecho antes de introducirse en los vestuarios. Todos los jugadores fueron a los vestuarios excepto un grupo que se habían escondido bajo las gradas en las que me encontraba.

-Pobre Megan.-dijo uno de ellos. En ese momento puse atención a lo que decían.

-Y que hijo de puta Kendall, de verdad que utilizarla así. Pensé que no aceptaría nuestra apuesta, ¡las rubias ni siquiera son su tipo!-esta vez la voz pertenecía a otro chico.

-Pero la pobre está enamorada hasta las trancas, no podemos decirla lo de la apuesta o se la romperá el corazón.-advirtió el primero. Todos suspiraron y decidí participar en aquella conversación intrigada por saber de qué estaban hablando así que bajé hasta donde se encontraban.

-Hola.-dije sonriendo. Noté cómo la tensión apareció en el ambiente.-Tranquilos, solo venía a aclararos lo de la apuesta.-dije fingiendo una sonrisa.-Kendall me informó sobre ello pero no especificó, podríais decirme cómo era...

-Espera, ¿Kendall te lo contó?-preguntó uno de ellos. Asentí intentando parecer lo más tranquila posible tras el dolor que me causaban aquellas palabras.

-Pero no profundizó y solo quiero saber por completo dónde me meto.-yo seguía fingiendo una sonrisa mientras ellos se acomodaban entre los hierros algo confusos.

-Ya sabes que Kendall se tira y sale con todo lo que se mueve. Entonces como vimos que eras rubia, cosa que él odia en las tías, y os llevabais fatal le propusimos en los vestuarios que te enamorase y saliera contigo hasta el final de curso. Creíamos que no la iba a aceptar pero resulta que, según lo que nos acabas de decir, hizo trampas.-explicó el primero. Contuve las lágrimas y respiré hondo hondo pero no lo pude aguantar. Entonces, ¿no me quería? ¿Lo había hecho todo por aquella apuesta?- ¿Estás bien?

Salí corriendo de allí sin responder a su pregunta e intentando no chocarme con nada ni nadie ya que las lágrimas nublaban mi vista.
¿Cómo había sido capaz? Pensaba que todas las caricias, todos los besos, todas esas miradas... Pensaba que todo era verdad y no, era otra de sus estúpidas bromas. Me había utilizado para una mísera apuesta. ¿Y todo para qué? ¿Para que luego le criticaran sus propios amigos? ¿Me había roto el corazón solo para seguir creyendo que todos le adoran?

Si la vida nos dejaseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora