¿Y tú que sabes de él?

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El corazón me dio un vuelco. Sí, si te quiero, pero acabo de dejar a Dani, no estaría bien.

-Yo...-sonrió al ver mi sonrojo. Me dejó en el sofá y me besó en la mejilla.

-Me voy.

-Voy contigo.-sonrió.

-No creo que sea lo mejor una fiesta para alguien como tú Meg.-conque una fiesta...

-¿Qué me quieres decir con eso? ¿Qué no soy marchosa?

-La última vez que te vi en una casi te desnudas delante de todos.-me sonrojé.

-M-Me da igual, procuraré no beber y ya.-me acerqué y pasé los brazos por su cuello. Él posó sus manos en mi cintura.- ¿O no quieres que vaya?-sonreí y le besé. No, en la mejilla no, en los labios. Eran tan explosivos sus besos...Y con eso no me refiero a que fuesen malos o algo por el estilo, no, eran los mejores del mundo para mí.

-Va a estar divertido.-dijo sonriendo. Corrí a mi habitación y miré mi armario. Seleccioné una camiseta con la que se me veía el ombligo, unos pantalones vaqueros largos, unas converse, me alisé el pelo y me eché algo de maquillaje.

-No tardes tanto que vamos a llegar demasiado tarde.-se dio la vuelta y abrió la boca.-Que buena estás...Digo...-los dos nos sonrojamos.

-Gracias...Supongo.-me rasqué la nuca incómoda.- Seamos sinceros, tu nunca estás guapo.-bromeé.

-Ésta te la guardo princesa.-me sonrojé al oír aquel apodo salir de sus labios.-L-Lo siento.-dijo.

-No, no te disculpes, no tiene nada de malo, es más, me siento halagada.-abrió la puerta y salí primero yo. Condujo hasta una casa igual de grande que la de la anterior fiesta. Cuando entré noté que alguien me miraba y ahí le vi, Dani. Me miraba con tristeza y a Kendall con odio. Me acerqué.

-Hey, no sabía que ibas a venir.

-Claro, por eso has invitado a tu novio ¿no?-miré a Kendall y luego a Dani fingiendo estar asqueada.

-¡No! No somos novios.

-Pero te gusta y eso es suficiente para hacerme sentir mal. Me voy, creo que sobro en esta fiesta.-salió por la puerta y yo le seguí.

-¡Eres un tonto!-le grité captando su atención.-No sé ni cómo me gustaste alguna vez.-dije arrepentida.

-Yo tampoco sé por qué me enamoré perdidamente de ti y, cuando todo iba perfectamente, vas y me dejas. Kendall tenía razón, las rubias son gilipollas, solo te atraen y luego te clavan un cuchillo en la espalda, y qué mejor ejemplo que tú misma. Megan Swan, la rubia que atrajo a miles de chicos y luego les hirió.

-Que haya nacido rubia no tiene nada que ver con mi personalidad.

-Es verdad, pero tú eres la excepción de lo que acabas de decir. Espero que encuentres a alguien que te quiera de verdad y no a ese engendro que solo te quiere para un polvo.

-¡No sabes nada de Kendal!

-¿Y tú, qué sabes tú de Kendall?

Si la vida nos dejaseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora