Pesadillas

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Abrí los ojos, estaba en el hospital. Lo supe en cuanto vi la blanca habitación y olí ese asqueroso aroma a medicinas. Un chico miraba por la ventana.

-¿Matt?-susurré. Él se giró y pude ver sus preciosos ojos azules y su despeinado cabello castaño. Negó y se acercó.- ¿Da...? -posó sus labios encima de los míos y me dio un tierno beso haciendo que me callase. Me separé de inmediato como pude gracias a las pocas fuerzas que tenía.- ¿Qué haces?-pregunté molesta.

-Besarte, ¿o no lo has notado?-sonrió.

-¿Y Matt?-soltó una risa nasal.

-Muerto.-dijo sin piedad. Abrí los ojos sorprendida. Imposible, hace un momento estaba con él. La imagen de él entre las llamas acudió a mi mente haciéndome ver que tan solo había sido un sueño.

-¿Por qué estoy aquí?-pregunté confusa.

-Tu hermano te dio una paliza y yo te salvé.

-Espera, ¿mi hermano?-asintió.-Mi hermano no es capaz de...-recordé aquel día que descubrí que tenía intención de matarme y lo comprendí.-Mi hermano.-dije dolida. Le miré a los ojos y ahogué un grito, tenía miedo, pero no de cualquier persona sino de mi hermano.

-Descansa, lo necesitas.-dijo Dani dándome un beso en la frente. Y eso hice, cerré los ojos y esperé a quedarme profundamente dormida.



Un grito me despertó.

-¡Mierda!-escuché. Abrí los ojos. ¿Dónde estaba? Mire a mi alrededor y pude distinguir mis cosas, era mi habitación.

-¡Cállate asqueroso!-gritó otra voz. Me levanté algo dolorida y caminé hasta el salón. Mi hermano estaba sentado en el sofá y en frente suyo estaba Kendall con una mirada cargada de odio.

Sus ojos se posaron en mí y su expresión cambió en un segundo. Corrió hasta mi lado y me rodeó con sus grandes brazos.

-Menos mal que estás bien.-me susurró en la oreja. Miss corrió a mi lado. Me agaché y le acaricié su delicada cabeza. Kendall también se agachó.

-¿Qué pasa aquí? ¿Por qué no estoy en el hospital?

-¿Por qué deberías estar en el hospital?-me preguntó extrañado.-Y sobre lo que pasa es que tu hermano es un alcohólico.

-¿Cómo? ¿Desde cuándo?-pregunté confusa.

-Y yo qué sé. ¿Estás bien Meg?-dijo frunciendo el ceño preocupado. Asentí. ¿Qué había pasado allí?-Pues no lo parece, estás pálida.

-Déjala en paz.-dijo mi hermano. En su tono de voz se podía apreciar que Kendall tenía razón, estaba borracho.

-Esto no es verdad, es solo un sueño...-susurré mientras cerraba los ojos y me masajeaba la sien con una de las manos.



Abrí los ojos de nuevo y allí estaba Carter sentado en un sillón algo antiguo mientras me miraba con esa sonrisa malvada.

-¡¿Qué haces?!-pregunté gritando al ver que mis muñecas y mis tobillos estaban atados.

-Lo que debería haber hecho hace mucho.-dijo sacando una pistola. Cerré los ojos con algunas lágrimas a punto de salir.

-Hazlo...-susurré. Estaba cansada y confusa, no entendía lo que me estaba pasando, hacía tan solo unos minutos había estado con Matt, luego en el hospital con Dani, después en mi casa con mi hermano y con Kendall y ahora me encontraba allí, atada y frente a Carter.

Él se acercó.

-¿Cómo?-preguntó extrañado.

-Sé que fallé, no debería haber besado a Matt aquel día. Pero esque yo ya no te quería, y te lo iba a decir. Supongo que un lo siento no te servirá pero tampoco tenías que matar a Matt. En cuanto a Dani fue un error salir con él sin saber qué quería en verdad y lo lamento mucho pero no puedo hacer nada ahora porque al que amo es a Kendall. Cuando vine se convirtió en la peor persona que conocía, pero poco a poco conseguí ganarme su amistad y un pequeño hueco en su corazón.-levanté la mirada hasta verle los ojos.-Puede que no le merezca pero algo tengo muy claro y es que le quiero, te guste o no Carter, tu solo eres un exnovio para mí. ¡Olvídame ya!-dije segura de mí misma. El arma temblaba entre sus manos y su mirada hacia mí era de completo asco.

-Tú lo has querido.-quitó el seguro y se preparó para apretar el gatillo.

-No, tú has querido que todo esto acabase así.-dije desafiante. Cerró los ojos y disparó. La bala me dio en el pecho y grité por el dolor hasta que no sentí nada.



-¡No!-grité levantándome de la cama. Miré mi cuerpo que estaba perfectamente y respiré hondo.

Mi teléfono vibró en la mesilla. Lo cogí sin mirar el número que me llamaba.

-¿Si?-pregunté todavía asustada.

-¡¿Qué coño haces Meg?!-respondió Kendall desde la otra línea.-Te largas sola y sin decirme nada. ¿Tú sabes lo preocupado que me tenías? No, claro que no lo sabes.-él siguió hablando pero yo no le presté atención solo colgué y marqué otro número.

-¿Diga?-su voz sonó algo triste y cansada.

-Cameron...-susurré con el corazón latiéndome más deprisa de lo normal.

Si la vida nos dejaseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora