Narra Megan
Abrí un ojo y vi que Cam tenía un cuchillo y se acercaba a Kendall. Ahogué un grito. Tenía que detenerle, no sabía de lo que era capaz mi hermano.
El teléfono de Cam sonó y salió a paso rápido de la habitación.
Cuando estuve segura de que mi hermano estaba lo suficientemente lejos de allí, me acerqué al armario donde estaba escondido Kendall.
-Sal por la ventana, ahí nunca mira.-le susurré. Él asintió. Salí a escondidas de mi cuarto y caminé con sigilo hacia el de mi hermano.
-No puedo,-decía al teléfono.-es mi hermana, no puedo.-empezó a llorar y vi como el cuchillo se resbalaba entre sus dedos. Fruncí el ceño.-Yo...Claro que quiero, pero no puedo hacerla eso.-saqué el móvil y empecé a grabar.-Sé que es para pensárselo pero lo mío también...Sí, lo sé, llevo más de dos semanas pero necesito tiempo. ¡No puedo rajarla así porque sí!-se dio la vuelta y me vio. Sus ojos se abrieron como platos y en su rostro pude ver una mueca de horror.
Paré la grabación mientras él colgaba lentamente.
-Yo...Ya me iba...-dije molesta y con miedo a la vez.
-Meg, no es lo que crees.-me cogió del hombro.
-¿De verdad? ¿Por quién me tomas, Cam, por una niña pequeña? No soy ni tan inocente ni tan tonta como para no darme cuenta de que hace tan solo unos minutos querías clavarme un cuchillo y matarme. ¿O me equivoco, hermano?-sonaron unos pasos que se detuvieron cuando llegaron hasta donde me encontraba. Era Kendall.
-¡¿Qué hace él aquí?!-preguntó mi hermano. Noté el sentimiento de furia que le recorrió el cuerpo en su tono de voz.
-¿Y tú?-empecé a temblar del miedo que sentía por la situación. Kendall lo notó y posó su mano en mi hombro para tranquilizarme.- Largo.
-Te recuerdo que soy el mayor y que esta es mi casa.-respondió señalando al suelo.
-Creo que te confundes,-le enseñé el audio que hacía unos minutos había grabado.-con tocar un botón todos se enterarán de cómo eres en realidad, y no quieres eso ¿verdad?-frunció el ceño.-Fuera ahora mismo.-pero él no movió ni un músculo.
-Venga ya Meg, no me puedes hacer esto.-los ojos se me llenaron de lágrimas.
-Ni se te ocurra llamarme Meg, eso es solo para las personas que verdaderamente me quieren. ¡Ah! Y que sepas que tú para mí ya no eres nada, solo un completo desconocido, porque esto no te lo pienso perdonar en la vida.
-Meg... Exageras.
-¿Y qué se supone que tengo que hacer? ¡Explícamelo porque yo no lo entiendo!-las lágrimas empezaron a resbalarse de mis ojos.-Me despierto en la habitación de un hospital y me entero de que mi mejor amigo, que también me gustaba, ha muerto y mi exnovio ha desaparecido, nadie sabe dónde está ni se preocupa. Repito curso en un nuevo instituto.-tomé una larga bocanada de aire.- Dejé toda mi vida en nuestro antiguo pueblo. Primero mi mayor enemigo se instala en mi casa porque sus padres y mi hermano trabajan en la misma empresa. Luego me enamoro de él y resulta que no podemos estar juntos porque os odiáis. Carter ha estado confundiéndome todos los días desde aquel día del incendio. Y ahora vienes tú y me quieres matar por una recompensa que te va a dar un desconocido. ¡¿Cómo crees que estoy?!-mis rodillas no aguantan mi peso y me caigo al suelo. Con las manos me tapo la cara llena de lágrimas.
-Meg...-dice mi hermano. Kendall le empuja hasta la entrada y logro escuchar el estruendo que hace la puerta de entrada al cerrarse. Después aparece a mi lado preocupado.
-No te preocupes princesa.-susurra mientras me abraza con ternura. Apoyo mi cabeza en su pecho. Lloraba, tal vez por rabia, por estrés o por miedo, en realidad no sabía exactamente por qué, pero no podía parar.
-¿Por qué lo ha hecho Ken?-pregunté en un susurro.
-No lo sé, pero aquí hay algo raro.-le miré y me regaló una de sus perfectas sonrisas.-Tranquila, todo va a salir bien.-sus palabras me reconfortaron.
-Gracias.-agradecí. Nos levantamos y anduvimos hasta el salón.-Si quieres puedes quedarte a dormir, total, es viernes.
Nos sentamos en el sofá. Encendí la televisión y elegí un canal al azar.
-Claro que quiero.-pasando un brazo por mis hombros.
-Oye,-dijo Kendall. Le miré.-hay una fiesta, si quieres podemos ir, lo mismo hasta te despejas. Lo que yo hago cuando me agobio es pillarme un pedal. Total, es viernes...-dijo recordando las palabras que había pronunciado apenas unos minutos. Una amplia sonrisa apareció en mi rostro. Volví a concentrarme en la televisión
-Te gustan las fiestas ¿eh?-pregunté mirándole de reojo. Asintió entusiasmado. Resoplé. Él había estado conmigo cuando peor estaba así que se lo debía.-Vale...- arrastré cada sílaba poniendo los ojos en blanco.- Pero prométeme que esta vez no me frenarás.-soltó una risa nasal.
-Te lo prometo.
ESTÁS LEYENDO
Si la vida nos dejase
Genç KurguLa tos se apoderó de mí y me mareé. Lo veía todo borroso; sentía que el aire era escaso. Me tumbé al lado de mi amigo mirando cómo las llamas seguían quemandolo todo. Miré a Matt con lágrimas en los ojos, tosí débilmente, si no me sacaban de allí r...