Nunca hay una buena edad para divorciarse. Especialmente si el matrimonio ha durado sólo siete meses. Pero no queda mucho por hacer cuando tu esposa te engaña con un colega.
Damon dejaba escapar otra noche pensando qué pudo hacer tan mal para que su vida con Justine acabase así. Se habían casado enamorados...o él lo estaba al menos. Tanto que supo sobreponerse al abierto desprecio que le profesaba su familia política la que, casi sin sutilezas, le había dejado saber que lo consideraba un advenedizo en busca de los contactos y la fortuna familiar. Sabía que Justine no pensaba lo mismo pero sólo para despejar cualquier atisbo de duda, había renunciado voluntariamente a todo cuanto le correspondía en el divorcio. Nadie diría que había salido de aquel matrimonio con un penique que no fuese suyo.
El sonido del teléfono lo arrancó de sus pensamientos. Con parsimonia, dejó el sofá en que estaba tendido...tal y como lo había estado en meses, desde que abandonó el hogar conyugal. Se preguntó quién tendría algún interés en llamarle. Su vida familiar se había truncado casi antes de empezar y su vida social llevaba meses de abandono. Con seguridad, nadie importante esperaba oír su voz. Levantó el tubo y reconoció en el acto la voz de Dave, su abogado y amigo.
-Damon, ¿recibiste el acuerdo de divorcio que redacté?
Echó una mirada a la mesa. Entre el cúmulo de papeles, divisó el grueso sobre que había recibido en su oficina y que todavía no había abierto.
-¡Oh, Dave! Lo siento. Sí, sí lo he recibido pero aún no lo he leído...De cualquier modo será algo muy simple, ¿no? No quiero nada...
-Damon, yo no redacto acuerdos desventajosos para mis clientes...en especial si además son mis amigos.
-Dave...ya sabes lo que pienso y lo que quiero.
-Sí, lo sé. Pero en verdad hay un par de cosas que te pertenecen por derecho. Tu galería de arte, por ejemplo. Por alguna razón lleva tu nombre, ¿no? Tú la aportaste al matrimonio y es justo que la conserves al salir de él.
-Justine trabaja allí...
-Porque es tu esposa. Pero dejará de serlo en breve. Imagino que se irá a una de las muchas empresas de su padre. Ya debería haberlo hecho, si tuviese alguna vergüenza- sentenció Dave, en una de sus pocas acotaciones de corte personal- Viniste a mí para que defienda tus intereses y eso es lo que haré.
La vehemencia que invadía la voz de Dave hizo sonreír a Damon.
-¿Para qué me envías el acuerdo si vas a hacer lo que tú quieras?
-Para que lo firmes. Para que lo leas, entres en razón y lo firmes.
-Dave...te prometo que lo leeré...mañana...
-Mañana es sábado.
-Lo leeré. Lo pensaré durante el fin de semana y el lunes te llamaré sin falta.
-Es la cuarta vez que lo pospones- urgió Dave.
-Estoy cansado...- respondió susurrante.
-¿Sabes qué pienso, Damon? Que no quieres terminar de disolver este matrimonio.
-Nadie se casa...para divorciarse así...a los 27 años- dijo con la voz francamente quebrada.
Dave soltó un largo discurso sobre los derechos y las obligaciones en la sociedad conyugal pero se interrumpió al escuchar la respiración espástica de Damon.
-Damon...Damon...¿estás llorando?- inquirió preocupado.
-No...no...- respondió entre evidentes sollozos.
Dave enmudeció. Era el mejor abogado que alguien podría procurarse pero los asuntos sentimentales no eran su especialidad.
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El Cliente
Fiksi Penggemar¿Qué harías por amor? Esa es la pregunta que Damon y Graham deberán responder y responderse en medio de los avatares que supone una relación inconveniente. -Los capítulos que incluyan contenido adulto serán debidamente señalizados al inicio de cada...