Dar con él un viernes en la noche era casi un milagro. Pero la capacidad de hacer posible lo improbable siempre había caracterizado a Dave. Y contra todo pronóstico, Alex James, editor literario en ascenso, soltero empedernido y juerguista incurable, respondió su llamado.
-Ve a verlo, Alex. Me preocupa. Está recluido en su casa. Para cuando dejamos de hablar, estaba llorando. Eres el único que puede sacarlo de allí.
-¿Crees que no lo he intentado? Lo he llevado a mil sitios, le he presentado decenas de mujeres y no he logrado retenerlo por más de una hora. De hecho, creo que hasta evita mis llamadas.
-Alex...haz algo- suplicó Dave, desanimado.
-¿Por qué no lo haces tú? ¿Te parece que ya he hecho poco?
-Porque...yo no soy bueno en esto. No sabría qué decirle ni donde llevarlo. Él...él necesita nuevos estímulos y tú siempre tienes algo nuevo. Tus recursos son...inagotables...
Oyó la risa de Alex del otro lado de la línea. A fin de cuentas, era cierto. Si de juerga se trataba, sus recursos llegaban hasta lo impensable.
-Por favor, Alex. Hace meses que no sale de su casa más que para trabajar. Se niega a completar los trámites del divorcio. Creo que ya no piensa con claridad- insistió Dave.
-De acuerdo, de acuerdo. Iré a verlo ahora mismo...pero no te aseguro que me deje entrar.
-Derriba la puerta si hace falta, yo te defenderé en la corte.
-Gracias, Dave. Eso es muy considerado- dijo con ironía.
Se despidieron y Alex reflexionó unos instantes. Si Damon necesitaba "nuevos estímulos", él se los daría esa misma noche. Ni siquiera sería necesario desviarse de sus planes. Lo llevaría consigo donde tenía previsto concurrir. Allí cualquier cosa podría suceder, excepto aburrirse. E incluso si no le agradaba el lugar, estaba seguro de que el asombro lo sacaría de su letargo. Sonrió figurándose la escena. Terminó de arreglarse y marchó en busca de Damon.
-¡Damon, abre de una vez!- vociferó Alex.
-Alex vete, por favor. Estaba durmiendo, he tenido un día largo...
-Tus cortinas son transparentes, idiota. Puedo verte sentado frente al televisor. ¡Abre!- insistió y esta vez plantó su dedo en el timbre sin ninguna intención de apartarlo de allí hasta que la puerta se abriese.
A Alex le importaba muy poco si los vecinos se molestaban y Damon lo sabía. Sería mejor abrir antes de que todo acabara con la policía en su puerta.
-¡Damon! ¡Pero si te ves como la mierda!- dijo Alex apenas lo tuvo frente a sí.
-Gracias, Alex. Siempre tan alentador.
Damon no se movía de su sitio, firme bajo el dintel de la puerta y Alex no tuvo otro remedio que usar su superioridad física para apartarlo a un costado y abrirse paso al interior.
-Siéntete en tu casa, Alex- dijo Damon resignado, cerrando la puerta.
-Este basurero no podría ser mi casa...- dijo comenzando a observarlo todo con cierta preocupación- ¿Y dónde están los muebles?
La mirada de Alex lo recorrió todo. Esa madriguera no podía ser el hogar de un galerista. A decir verdad, no podía ser el hogar de nadie. Sólo había un sofá, un televisor apoyado en el suelo y la pequeña mesa ocupada por el teléfono, algunos papeles y un cenicero. Nada más. Sin autorización ni invitación, recorrió el resto de las estancias. Todas vacías excepto una donde sólo yacía un colchón sobre la fría baldosa.
-Damon...hace meses que estás aquí y ni siquiera has comprado una silla...¿qué rayos pasa contigo?
-No he tenido tiempo, Alex. Algunos trabajamos...- respondió con sarcasmo.
Alex avanzó pateando cajas vacías de comida chatarra. En la cocina, se acumulaba toda la vajilla que, sin lavar, había sido reemplazada por cubiertos y platos descartables.
-Este lugar es inmundo- sentenció.
-Adoro tu sutileza, Alex. Pero sigo sin entender qué mierda haces aquí- respondió Damon impacientándose.
-¡Oh, lo siento Damon! Olvidé decírtelo. Esta noche saldrás conmigo.
-Te lo agradezco, pero no.
-No tienes que agradecer, no es una invitación. Vendrás.
-¿Perdón?- dijo Damon arqueando las cejas ante los apremios de su amigo.
-Intento decir que no es optativo, Damon. Vendrás conmigo. Y durante el fin de semana pondremos orden en esta cueva.
-Alex...creo que te estás extralimitando.
-Claro que no. Pero lo haré si no vienes. Tal vez...tal vez deba llamar a tu madre y persuadirla para que venga a cuidarte. Sabes que ella no ignoraría la preocupación de uno de tus mejores amigos.
-Alex, te prohíbo que...
-No estás en posición de imponer condiciones, Damon. ¿Te imaginas a tu madre instalada aquí, cuidando de ti? Quizá venga hasta con tu hermana...
Damon lo miró atónito. Adoraba a su madre pero este no era el momento indicado para gozar de su compañía ni de sus atentos cuidados.
-No te atreverás...- musitó aunque sabía que no tendría reparos en hacerlo.
-Sabes bien que sí. O dejas que yo te ayude o lo hará ella.
-Alex...-Damon comprendió que su amigo estaba decidido y que enfadarse serviría de poco- De verdad agradezco que te preocupes por mí pero no tengo deseos de ir a ninguna parte. Estoy muy cansado. Y ningún sitio al que me lleves me ayudará.
-Ni siquiera sabes adonde iremos...
-Puedo intuirlo...y no estoy de ánimo para juerga y mujeres.
Alex rió con picardía.
-Sé que no estás de ánimo para fiestas y chicas. Por eso te llevaré a un sitio diferente. Y lo más importante, un lugar al que nunca has ido. Yo voy allí cuando busco recuperar la calma
Damon lo miró escéptico, "calma" y "Alex" eran dos términos que simplemente no podían coexistir en una misma oración.
-Vístete de una vez. ¡Y ponte guapo!- advirtió Alex.
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El Cliente
Fanfiction¿Qué harías por amor? Esa es la pregunta que Damon y Graham deberán responder y responderse en medio de los avatares que supone una relación inconveniente. -Los capítulos que incluyan contenido adulto serán debidamente señalizados al inicio de cada...