-Déjamelo...- dijo Graham terminando de anudar el moño de Damon.
-Nunca supe cómo hacerlo...
-Pues se nota- respondió sonriendo.
Los dos estaban casi listos para asistir a la reunión anual de la Sociedad de Bellas Artes. Damon estaba entusiasmado, su acompañante no tanto. Hubiese preferido esperarlo tranquilamente en casa.
"Me gusta presumirte frente a mis amigos", le había dicho Damon. Y hubiese sido halagador para cualquiera...que no fuese Graham, acostumbrado por años a edificar su vida con los ladrillos de la discreción y la reserva. Su compañía había sido el secreto de muchos y todavía lo era. De muchos a los que hoy podría ver en esa reunión. De hombres para los que Graham era sólo un vicio innombrable que jamás osarían revelar. Uno de esos caprichos que el dinero puede comprar, la aventura prohibida que se vive y se oculta con la misma pasión.
Pero Damon le había dado mucho y ofrecía aún más. ¿Acaso podía negarle algo tan simple como dejarse ver a su lado? "Quiero que todos sepan que estás conmigo", dijo. Y Graham sólo pudo renovar sus advertencias y la preocupación por su buen nombre. "Ser un hipócrita es lo único que empañará mi reputación", había recibido como toda respuesta y no tuvo más remedio que dar por terminado el asunto y rogar para sus adentros que todo estuviese bien.
-Te ves jodidamente guapo con ese smoking- dijo Damon estrechándolo por la cintura y olisqueando su cuello.
Graham hizo un último intento de usar sus destrezas para permanecer en casa. Devolvió el abrazo, mordió sugerentemente el mentón de Damon y dejó que sus manos descendieran despacio por su torso, augurándole con sus caricias todo el placer que podía darle si tan sólo permanecieran allí.
-Ni lo pienses...- dijo Damon tomándolo por las muñecas- ¿Crees que no sé lo que estás haciendo?
-Estoy intentando desabrochar tus pantalones...¿por qué no me dejas?- dijo con mirada suplicante.
-Estás intentando que nos quedemos...
-Quiero follar contigo, Damon- susurró con ardor, dejando vagar por su cuello la punta de su lengua.
-A la vuelta...- respondió casi a punto de bajar las defensas.
-Pero tengo ganas ahora...- le dijo en ese tono al que nunca podía resistirse.
-A la vuelta tendrás más ganas- sentenció alejándose de él.
Agotado su último recurso, se encaminaron hacia Mayfair, donde la Sociedad tenía su sede.
A la distancia se notaba que el lugar rebosaba de gente y apenas entraron Damon comenzó a reconocer y saludar a muchos de los invitados. En todos los casos, aprovechaba para presentar a Graham, si es que no los habían visto juntos en alguna otra reunión. Hubiese deseado anunciarlo como su pareja pero no tenía derecho ni certezas pues a fin de cuentas no lo eran. Pese al lazo singular que los unía, nada estaba decidido entre los dos. No obstante, el trato que le prodigaba a la vista de los presentes dejaba poco margen para la duda. Y aunque Graham se revolvía nervioso, nadie reparaba especialmente en ellos. Ni siquiera los que conocían el pasado matrimonial de Damon. Era un ambiente bohemio y liberal donde circunstancias como la suya constituían una regla más que una excepción.
De repente, Damon lo tomó del brazo.
-Mira hacia allá, Graham- dijo señalando a la derecha del inmenso y atestado salón.
-¿Qué hay?
-¿Ves a esa mujer de vestido negro? La de cabello corto...- dijo mientras Graham trataba de divisarla- la que lleva la espalda descubierta...
-¡Ah, sí! Ya la veo...
-Era mi esposa- dijo Damon.
Justine estaba allí. También ella había ido en compañía de un nuevo amor. Damon la miró con atención. Tanta que por un momento Graham creyó que la añoraba. Pero no era cierto. Sólo se preguntaba cómo alguna vez pudo amarla. Apenas podía creer cuantos años había compartido a su lado, ni siquiera era capaz de recordar qué absurdo impulso lo había llevado a pedirle matrimonio. No comprendía cómo esa mujer con la que no compartía nada alguna vez pareció serlo todo en su vida.
De repente, ella giró y sus miradas se encontraron. Lo vio de lleno y con sólo examinarlo unos segundos pareció comprenderlo todo...o eso creyó él. Sonrió y con una inclinación de cabeza alzó la copa que sostenía en su mano. Repitió el mismo saludo, esta vez dirigido a Graham. Y Damon supo que durante todos esos años, ella lo había conocido más de lo que él se había molestado en conocerla a ella. Comprendió que tal vez, él mismo había propiciado su engaño pues nunca había sido capaz de amarla como ahora amaba a Graham. Por mucho tiempo había llamado amor al tibio pero sincero afecto que profesaba por su esposa. Sintió que de algún modo también él la había engañado...
Ante la duda de él, avanzó ella. Con paso lento y elegante se abrió camino entre la gente hasta llegar a ellos.
-Damon...qué gusto. ¿Cómo has estado?- dijo besándolo con naturalidad, como lo haría una vieja amiga. Luego, sin más rodeos, se presentó ante Graham y estrechó su mano.
-Bien, Justine...¿y tú?- respondió casi tímidamente.
-Tengo trabajo, salud, amor...¿se puede pedir más?
-Supongo que no. Me alegro por ti...te lo mereces- respondió con aire pensativo.
-Recuerda que tú también- le dijo antes de marcharse, mirando por turno a los dos.
Y aunque quizá no se hubiese molestado nunca en conocerla, todavía era capaz de indagar en su mirada llena de astucia. Y supo que ella lo sabía. Y comprendió que lo comprendía. Y sintió un inmenso alivio al notar que el tiempo había reparado lo que involuntariamente él pudo haber dañado.
Justine se alejó y Damon sintió la mano de Graham sobre su hombro.
-Parece que lo sabe...y te comprende.
-Parece que siempre lo ha sabido- corrigió Damon- incluso antes que yo...

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El Cliente
Fanfiction¿Qué harías por amor? Esa es la pregunta que Damon y Graham deberán responder y responderse en medio de los avatares que supone una relación inconveniente. -Los capítulos que incluyan contenido adulto serán debidamente señalizados al inicio de cada...