Durante los seis meses siguientes Damon vio a Graham casi a diario, por motivos relativos a sus obras y por otras necesidades cuidadosamente inventadas con la sola finalidad de verlo. Estaba loco por él. Tanto que ya no tenía reparos en confesárselo a sí mismo. No entendía cómo había sucedido y tampoco le importaba saberlo.
Al principio, quiso creer que sólo se trataba de un capricho. Una veleidad pasajera alimentada por la visión de las aventuras de Alex. Pero el paso de los meses no hizo más que revelarle que su interés por él había invadido su vida por entero. Y lejos de perturbarlo, reacomodó sus prioridades. Olvidó las angustias que le deparó su breve matrimonio. Recuperó los ánimos perdidos. Firmó el acuerdo de divorcio, ese que se sentía incapaz hasta de leer y lentamente volvió a ser el de siempre.
La esperanza de ver sus sentimientos correspondidos se había apoderado de sus días dándoles un nuevo sentido. Deseaba su proximidad con unas ansias que jamás había sentido por nada ni por nadie. Le gustaba conversar y reír a su lado de las cosas más absurdas. El tiempo parecía volar mecido al son su voz suave. Recordaba su mirada mientras hablaban, la atención que ponía a cada una de sus palabras, sus grandes ojos fijos en los suyos. Recordaba su propio estremecimiento en aquellas ocasiones en que distraídamente, Graham había acariciado su mano al alcanzarle una taza de café.
Pero junto con su amor, crecía también la zozobra. ¿Graham se sentiría igual? Era difícil saberlo. Notaba que también disfrutaba su compañía pero...¿Pensaría en él? ¿Lo añoraría en su ausencia? Su rostro sereno parecía negarle las respuestas buscadas y la incertidumbre inquietaba a Damon. Comprendía que, para bien o para mal, se había enamorado de Graham. Intensa, desesperada y quizá, vanamente. Y todo había ocurrido sin que se percatara de ello, sin poder hacer nada para evitarlo.
Había expuesto el trabajo de Graham en la galería, obteniendo muy buenas repercusiones. Un coleccionista interesado en invertir en talentos desconocidos había llegado a ofertar por una de sus obras. Damon se entusiasmó como si se tratara de un éxito propio y respondió que se contactaría con el artista pues su acuerdo contemplaba sólo la exposición de las obras y no su venta.
Buscó a Graham a la salida el club ese mismo día y eufórico, lo puso al tanto de la novedad. Mencionó al potencial comprador añadiendo, en caso de que no lo supiera, que se trataba de un coleccionista muy influyente, un verdadero respaldo para la carrera de cualquiera. Graham sonrió aunque no pareció tan complacido como Damon había imaginado que estaría.
-Es un comienzo muy auspicioso...¿Qué dices Graham? ¿Aceptas la venta?
-Sí...está bien, Damon. Haz como te parezca...
-¡Graham, vamos! Es la primera obra que vendes ¡y mira a quién! Podemos reunirnos en la mañana y entonces...- se apasionaba Damon.
-No creo que pueda...
-¿En la tarde entonces?
-Tampoco. Tal vez sea mejor que lo manejes tú, Damon. Conoces el negocio, sabes si una oferta es conveniente. Toma la comisión que haga falta pero hazlo tú mismo, por favor. Yo...yo confío plenamente en tu criterio.
Damon se sintió estúpido. Parecía más emocionado que el propio Graham. Su indolente mención a las comisiones y a su buen criterio no hacía otra cosa que revelar su magro interés por aquello que él consideraba su primer logro juntos. Prefirió pensar que todo obedecía a su desconocimiento del mercado del arte. E insistió.
-Graham, sería bueno que te reunieras con él. ¿Tienes idea de quién es ese hombre?- dijo enfatizando la importancia del comprador.
-Sí, Damon. Ese hombre es uno de mis clientes- respondió impacientándose.
La novedad sorprendió a Damon que comprendió por qué no deseaba verlo y por qué había insistido en exponer bajo el pseudónimo de Morgan C. Hoax.
-Damon, lo siento...- suspiró.
-No, está bien...comprendo que no quieras reunirte con él...- dijo nervioso a su vez.
-No, no es eso. Lamento haber usado ese tono contigo...- dijo visiblemente mortificado- Te has ocupado y has traído esta buena noticia...pero ya ves- continuó resignado- me muevo en mundo relativamente pequeño y mucha gente relacionada al arte es parte de él...me conoce...y preferiría que no me viese.
-Comprendo, Graham. Pierde cuidado- dijo Damon con indulgencia- Sólo tienes que darme la autorización y yo me ocuparé de cerrar la venta.
-Gracias- respondió aliviado, acomodándose los lentes que solía usar fuera de su trabajo, en un inútil intento por cubrirse el rostro.
Damon podía sentir la misma vergüenza que él experimentaba. Esa que le impedía gozar de su primer éxito. Sintió pena de solo pensar que era la misma vergüenza que lo acompañaba siempre. La que le hacía declinar todas sus invitaciones para encontrarse en lugares públicos. Hasta ese instante, Damon no lograba explicarse por qué era tan reticente a reunirse con él en otro sitio que no fuese el club en que trabajaba, su propia casa o como mucho, algún parque. Ahora lo entendía. No tenía otro motivo que protegerlo del escarnio que suponía su compañía.
-¿Es por eso, Graham? ¿Es por eso que jamás aceptas venir conmigo a ninguna parte?
Damon lo había invitado a toda clase de reuniones, inauguraciones, exhibiciones privadas y otros sitios a los que sólo un galerista reputado podría acceder. Cualquier amante del arte hubiese dado lo que fuera por ingresar al círculo que él frecuentaba. Y por eso mismo suponía que Graham disfrutaría de tomar parte de él. Sólo ignoraba que no podía hacerlo. No sería capaz de permitírselo. Sin importar cuanto lo deseara.
Graham bajó la cabeza y en un tono apenas audible respondió.
-No voy a avergonzarte en público, Damon.
-A mí no me avergüenza que me vean contigo- dijo con firmeza.
-Porque nunca te han visto...- y en su rostro se dibujo una sonrisa apenada.
-Tu trabajo no me incumbe. Ni a mí ni a nadie- sentenció.
Graham volvió a reír, cabizbajo.
-¿Te gustará saber que se comenta que te han visto en compañía de un escort? ¿Qué probablemente seas su cliente? ¿Qué ahora está claro por qué te dejó tu esposa? ¿Qué incluso ella llegue a enterarse? ¿O tu familia? ¿O la gente con la que haces negocios? ¿Por qué te haría algo así, Damon? ¿Y por qué tú querrías pasar por eso?
Damon lo tomó por la barbilla obligándolo a levantar la cabeza. Notó que sus mejillas ardían de humillación y sus ojos nadaban en lágrimas férreamente contenidas.
-Si ese es el precio que debo pagar por tenerte cerca, entonces lo pagaré con gusto.
Graham lo miró atónito. No retrocedió cuando Damon acercó su boca a la suya. Tampoco repelió los labios que con extrema suavidad recorrían los suyos. Pero no respondió a ninguno de estos actos. Sólo lo dejó hacer tanto como quiso hasta que la total indiferencia que recibió como respuesta hizo que Damon se replegase.
-Si querías esto podías hacer una reserva- dijo Graham con frialdad.
-No quiero ser tu cliente- respondió Damon, muy turbado.
-¿Y qué quieres?
-Todo...
-Pues aquí no hay nada- dijo antes de marchar.
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El Cliente
Fanfiction¿Qué harías por amor? Esa es la pregunta que Damon y Graham deberán responder y responderse en medio de los avatares que supone una relación inconveniente. -Los capítulos que incluyan contenido adulto serán debidamente señalizados al inicio de cada...