Axl Rose está perdidamente enamorado de Erin Everly, una hermosa mujer de cabello rizado y con ojos azules como el cielo, pero el único problema es que él no sabe como conquistarla.
Desesperado por tener el amor de la joven Everly, le pide ayuda a...
—Odio mi mala suerte, Maddie —dijo llegando a la mesa en la que estaba su amiga. Ella soltó una carcajada en el momento que lo miró.
—¡Hubieras visto tu cara cuando le derramaste la cerveza encima! —exclamó sin parar de reír.
—Ya basta, Maddeline —le dijo molesto—. No era cerveza, era vodka —aclaró—. Y fue un maldito accidente.
—Está bien, lo lamento —dijo recuperando el aire por las risas—. ¿Cómo piensas que te fue?
—¡Me fue terrible! —vociferó tapándose el rostro con sus manos—. Fue el peor coqueteo que hice en toda mi jodida vida —le dijo con desilusión. Ella abrió sus ojos como platos.
—¡Te dije que no coquetearas mucho! —le manifestó.
—Ya no importa, daré el tiempo necesario —dijo mirando hacia el frente. Ella asintió en manera de aprobación y le dio tres palmadas en la espalda.
—No creo que a ella le importe mucho como coqueteaste, Bill —susurró a punto de tomar de mi vaso.
—¡No, esto no lo tomas! —exclamó quitándole el vaso con whisky. Ella lo miró furiosa—. Eres una niña, Mads.
—Bien —se cruzó de brazos.
Maddie y Bill estuvieron juntos por dos horas en aquel bar. Hasta que, el pelirrojo pensó que era mejor regresar. La pasaría dejando a su casa para después buscarla al día siguiente.
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—¿Mañana podremos vernos? —le preguntó Bill mientras caminaba a su lado.
—Quiero que me ayudes con algunas técnicas que podría usar con Erin —le dijo con una amplia sonrisa.
Ella bufó y maldijo internamente. ¡Qué maldita emoción estaba sintiendo por dentro!
—Bill, no creo que... —volteó para mirarlo. Se detuvo en seco al notar lo feliz que se veía—. Que tenga nada qué hacer —dijo cambiando las palabras que iba a decirle.
Al principio, pensó en decirle que se fuera al diablo, no quería estar hablando de Erin todo el tiempo. Pero no, ella no tuvo corazón para borrar su sonrisa. Hace mucho no se le veía a Bill tan feliz como ahora y ella pensaba que sería una pésima amiga si llegara a eliminar esa bonita sonrisa de su rostro.
Bill la dejó en su casa tal como lo había dicho. Ella al llegar fue directamente hacia el baño. Se miró en el espejo y luego se lavó la cara para quitarse todo el maquillaje. Se quitó el vestido y lo guardó en una de las gavetas de un mueble del baño.
Tuvo que salir en ropa interior hacia su cuarto ya que había olvidado ir por su pijama. Por dicha de ella, todos en su familia estaban dormidos a las doce de la noche.
