𝐘𝐨𝐮 𝐚𝐫𝐞 𝐧𝐨𝐭 𝐡𝐞𝐫 ━ Axl Rose

Decepción.

Después del pequeño problema con Bill, había decidido salir de ese lugar.
Duff se había ofrecido a acompañarme hasta el departamento pero le dije que no era necesario. Jeff no quería que me fuera sola ya que, Bill estaba en su peor momento pero le había explicado que yo necesitaba lidiar con él a solas.

Cuando llegué encontré a Bill sentado en el suelo con su cabeza recostada en la puerta del departamento. Sus ojos estaban cerrados, no sabía con exactitud si estaba dormido o descansado la vista.

—Bill —lo llamé moviéndolo suavemente del brazo—. Bill —lo moví más. Él se despertó de golpe y me miró confundido, hasta que después se quitó de mi agarre.

—No me toques, Richards —expresó furioso cerrando los ojos de nuevo. Supuse que el alcohol ya se le había bajado ya que no había arrastrado las palabras.

—¿Vas a quedarte aquí? —cuestioné ignorando su petición.

—Erin no quiere dejarme entrar —manifestó sin moverse—. El corazón se me está rompiendo. No quiero perderla.

—Entiendes que estás muy joven para dejar que el amor rompa tu corazón, ¿verdad? —le pregunté. Él asintió.

—Maddie, ella es todo lo que siempre soñé. Te juro que me imagino teniendo una familia con ella, la amo más que a mi miserable vida —Bill susurró muy por lo bajo. Podría jurar que estaba a punto de llorar.

—Hazte a un lado, hablaré con ella —le dije tratando de moverlo. Él levantó su vista y pude ver como sus ojos verdes se iluminaron.

—¿Lo harás? —me preguntó. Asentí—. ¿Por qué vas a hacerlo si te grité y te traté mal? —me miró jugando con sus manos.

—Sí, bueno... —bajé la mirada—. Somos amigos, Bill. Yo haría cualquier cosa por ti con tal de verte feliz —rasqué mi cabeza—. Sé que Erin es tu felicidad, también sé que todo esto fue un malentendido.

Bill me miró fijamente por unos segundos y después asintió. Se levantó del suelo y se hizo a un lado. Yo saqué mis llaves y abrí la puerta del departamento.

—Maddie, te lo recompensaré ¿está bien? —él dijo mirándome fijamente.

—Bill, no es necesario —

—Insisto, he sido un terrible amigo, quiero recompensártelo —me interrumpió—. ¿Mañana a qué hora sales de la universidad?

—A las cuatro —le dije resignada—. Pero, insisto, creo que no es necesario.

—Pues me importa un carajo —se cruzó de brazos—. Mañana iré por ti, podríamos venir y ver una película de esas en blanco y negro que tanto te gustan o no sé, pero estaremos el resto de la tarde juntos —sonrió de lado.

—¿Lo prometes? —le pregunté mirándolo con una enorme sonrisa.

—Te lo prometo, pequeña —me guiñó un ojo y me devolvió la sonrisa.

—Está bien, Bill —le dije—. Quédate aquí —le pedí al pelirrojo y entré al departamento.

Fui en busca de Erin y le toqué la puerta tres veces. Escuché unos cuantos murmullos dentro de su habitación.

—Axl, si eres tú, ¡lárgate! —gritó molesta.

—Soy yo, Erin —susurré. Escuché de nuevo unos murmullos, hasta que abrió la puerta y se mostró ante mí.

—¿Axl te mandó a hacer el trabajo sucio? —me preguntó frunciendo el ceño. Vi sus ojos azules, parecía que había estado llorando, por un momento sentí lástima por ella.