Axl Rose está perdidamente enamorado de Erin Everly, una hermosa mujer de cabello rizado y con ojos azules como el cielo, pero el único problema es que él no sabe como conquistarla.
Desesperado por tener el amor de la joven Everly, le pide ayuda a...
—¡No tienes idea de cuánto te extrañé! —le confesé mientras la tomaba de su cintura.
—Yo a ti también —besó mis labios cortamente.
—¿Algo nuevo que quisieras compartir conmigo? —interrogué dudoso.
—No, ¿por qué? —respondió haciéndome una pequeña mueca.
—No, yo tampoco —mentí.
»No podía decirle lo que había hecho, la perdería. Yo no quería perder a mi dulce niña por nada del mundo« pensé.
—¿Sólo pensaste en mí estos últimos días? —me volvió a cuestionar.
—¿En quién más pensaría? —pregunté regalándole una sonrisa, volviendo a mentirle.
Por un momento, sentí tanto asco de mí mismo. La había engañado. La había engañado con una mujer la última noche. No me atrevía a decirle la verdad. Lo mejor era quedarme callado y no decirle absolutamente nada. Tomé su mano y caminé con ella por las calles de Los Ángeles. Solo esperaba que esta mierda nunca llegara a explotarme en la cara.
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—Erin, llamó Theo —le dijo de repente—. ¿Quieres explicar por qué tu ex novio ha estado llamando últimamente? —volvió a preguntar encarándola.Ella la miró anonadada.
—¿Qué estupideces dices, Maddeline? —le preguntó la rizada simulando que no tenía idea sobre por qué la cuestionaba.
—Theodore, tu ex novio. Obviamente sabes quién es —le rodó los ojos—. Él no ha dejado de llamar estos últimos días, ¿quisieras explicar por qué? —se cruzó de brazos.
—¿Disculpa? —elevó una ceja—. Yo no tengo ni mierda qué explicar y mucho menos a ti, Maddeline. Y te agradecería con todo mi corazón que no le digas ni una palabra de esto a Axl —levantó su dedo índice en son de amenaza.
—¡¿A qué mierdas estás jugando?! —gritó la rubia enfurecida—. ¡Lo lastimarás si se da cuenta de lo que estás haciendo!
—¿Qué te importa? —preguntó con cierta insensibilidad ante ella.
—¡Es uno de mis mejores amigos y no quiero que le hagas daño! —replicó.
—Sí se da cuenta es porque tú abriste la jodida boca y si lo haces... ¡Maddeline te lo advierto! —la intimidó con su mirada y levantando su dedo índice en son de amenaza nuevamente.
Maddeline cuando era más niña, solía temerle a su hermanastra. Ya que, solía acusarla de todo e incluso inventaba cosas que no eran ciertas. Maddeline antes temblaba con tan solo escuchar su nombre, pero ya no era así. Las cosas habían cambiado. Maddeline era más fuerte y no dejaría que su hermanastra hiciera con ella lo que le diera la gana.