Axl Rose está perdidamente enamorado de Erin Everly, una hermosa mujer de cabello rizado y con ojos azules como el cielo, pero el único problema es que él no sabe como conquistarla.
Desesperado por tener el amor de la joven Everly, le pide ayuda a...
—Debe haber un motivo por el cual quieras divorciarte, Axl —susurró Erin mirándolo con tristeza.
—Esto ya no está funcionando y tú lo sabes.
—Pero siempre hemos salido adelante, Axl. Muchas veces me dijiste que éramos tú y yo contra el mundo —su voz se quebró por completo.
—Ya no estoy seguro de eso —agachó la cabeza.
—¿Ya no me amas?
El pelirrojo la miró a los ojos y agachó la mirada. No sabía qué responder ante su pregunta. Hace algunos meses habría respondido sin titubearlo, pero ahora no tenía ni la más mínima idea de qué responder.
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—No entiendo para qué debería ir —Izzy se quejó mientras conducía—. Además, si al auto de Slash le sucede algo, lo más probable es que pateará mi culo a más no poder.
—Simplemente quería que vinieras —le dijo encogiéndose de hombros.
—¿Qué planeas, Richards? —la miró por el rabillo del ojo.
—No es nada, Isbell —sonrió con inocencia—. Es solo que la familia de mi madre me ha invitado a una fiesta y vamos hacia allá.
—¡¿Qué?! —exclamó el pelinegro frenando el auto de repente.
—Lo que oíste —sonrió con malicia—. Sabes que tengo meses de no hablar con mi madre y pues, ella está aquí en Los Ángeles y mi familia hará una pequeña fiesta en el hotel que te dije y quería que vinieras conmigo.
—Estás loca —rodó los ojos—. ¿Cómo tengo que vestirme?
—Con un esmoquin.
—Olvídalo —detuvo el auto—. No iré.
—Izzy, por favor —dijo casi que rogándole—. Te lo recompensaré, te lo prometo.
—Bien —susurró resignado volviendo a conducir.
Maddie tendría una cena importante con su familia a la cual había sido invitada y para su suerte no estaría Erin y mucho menos Axl.
No había vuelto a hablar con su madre desde que había cambiado de Universidad para estudiar lo que tanto anhelaba y volver a encontrarse con su madre le aterraba.
—¿Estás bien? —le preguntó Izzy mirándola de reojo.
—Estoy muy asustada.
—¿Por qué?
—Temo lo que mi madre vaya a decirme, ¿qué pasa si es para reprocharme lo que estoy haciendo mal en mi vida?
—Oh Maddie, no sabes cuanto me reprochó mi madre por haberme ido de Lafayette para ir a Los Ángeles para seguir mi sueño como músico, decía que fracasaría, que sería un asco y que lo haría todo mal. ¿sabes qué fue lo mejor de todas sus palabras?
