La reina cohete.

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Al despertarme miré a Duff de inmediato, después de lo que había sucedido me sentía tan culpable. Lo miré con atención, su brazo estaba en mi cintura y varios mechones rubios y cafés caían en su rostro. Se veía tierno estando en esa posición. Introduje mis manos dentro de su cabellera rubia y acaricié su cabeza con suavidad. Él empezó a moverse, supuse que se estaba despertando. Levantó su cabeza y me miró, sus ojos estaban achinados, yo sonreí al verlo y besé tiernamente su nariz.

—Buenos días —saludó y volvió a cerrar los ojos.

—Buenos días, Duff —besé su cabeza y corrí su brazo para levantarme de la cama.

—¿A dónde vas? —me preguntó todavía con los ojos cerrados.

—Iré al baño —respondí y salí de la habitación para dirigirme hacia el baño.

En el momento en el que iba a tomar la perilla para abrir la puerta del baño, ésta se abrió rápidamente y me lastimó con fuerza haciendo que cayera sentada dándome un fuerte golpe en el trasero. Gemí por lo bajo, me había golpeado con fuerza.

—Pero, ¿qué ... —dijo una voz grave, que reconocí al instante—. Diablos, Maddie —Bill me tomó de la cintura ayudando a levantarme.

Cuando estuvimos de frente, lo observé.
Sentí como mi estómago empezó a rugir. No sabía si era hambre o tal vez la reacción al ver a Bill.
Recuerdos llegaron a mi mente de la noche anterior. Me acordé de la manera en como él pasaba sus labios por mi cuello.
Con tan solo recordarlo, quise volver a sentir su cercanía, pero... ¿qué rayos me sucedía? ¿Por qué estaba sintiendo y deseando esas cosas?
No entendía absolutamente nada. Anoche después de llorar durante horas en el baño porque no entendía que pasaba, me fui a dormir y por estar pensando en él no pude ni dormir. ¡Qué vida la mía!

—¡Maddeline! —exclamó Bill provocándome un susto y sacándome de mis pensamientos.

—¿Q-qué? —pregunté abrumada.

—Siento haberte tirado al suelo —me miró a los ojos.

—No importa —intenté sonreírle lo más relajada posible, pero había fallado en el intento.

—Estás algo extraña, ¿qué sucede? —se acercó a mí y colocó su mano en mi mejilla y después en mi frente. Me estremecí ante su roce—. No tienes fiebre, ¿tomaste mucho anoche? —preguntó un tanto preocupado.

—N-no, no —negué rápidamente alejándome de él. Bill parecía estar confundido, ¿acaso no recordaba lo que había sucedido?

—Yo creo que yo sí tomé mucho, tengo una resaca horrible —se tocó la cabeza con ambas manos.

—¿Recuerdas lo que sucedió ayer? —pregunté de repente. Bill frunció el ceño.

—¿Qué cosa? —me preguntó confundido.

—¿Recuerdas que te quedaste dormido en la sala y te ayudé a ir a tu habitación? —le pregunté aún no muy convencida de si debía decírselo.

—¡¿Eso hiciste?! —preguntó asombrado—. Eres genial, pequeña —besó mi mejilla—. Gracias, por cierto feliz año —me guiñó un ojo y se fue dejándome con la palabra en la boca.

Bien, Bill no recordaba absolutamente nada.
Lo mejor sería no decirle sobre lo que había sucedido ayer. Era mejor hacer como si nada de esto hubiera sucedido, de igual manera ¿de qué serviría? Solo haría nuestra relación de amigos más incómoda de lo que ya era.

Decidí que sería mejor ocultarle a Duff lo que había sucedido. Y me odié por no decírselo, simplemente no quería romper su corazón. Además, si le decía, él no tardaría nada en ir a reclamárselo a Bill.

𝐘𝐨𝐮 𝐚𝐫𝐞 𝐧𝐨𝐭 𝐡𝐞𝐫 ━ Axl RoseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora