Sucesos extraños.

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Abrí uno de mis ojos al sentir como algo o alguien me movía con ligereza. Me aterré en ese momento, ya que estaba sintiendo un tacto que hacía presión en mi cintura. Se me vino a la mente que había dormido al lado de Bill... Lo que no recordaba era cómo habíamos llegado hasta la habitación.
Reflexioné un poco sobre ello; recordé quedarme dormida por hablar tarde con Bill, pero no recuerdo haberme acostado en la cama. Miré hacia mi cintura, había una mano que me abrazaba de la cintura y sabía que se trataba de el pelirrojo. Volteé un poco y encontré su hermoso rostro muy cerca del mío. Me aparté un poco de él y lo observé con detenimiento.

Sus párpados estaban descansando y noté unas cuantas ojeras debajo de sus ojos, supuse que había sido por tanto llorar. Su respiración estaba tranquila ya que, su pecho subía y bajaba lentamente. Se le veía completamente relajado y dormido.
Sonreí para mis adentros y volteé para poder estar al frente de él. Posé mi cabeza en su pecho y rodeé su cintura con mi brazo tratando de abrazarlo. Él aún seguía dormido, no lo había despertado en cuanto hice ese movimiento. Él, inconscientemente me apegó más a su cuerpo. Sonreí de inmediato porque había correspondido a mi pequeño afecto.

Estábamos durmiendo juntos de la manera más inocente que existía, no quería que llegara a su fin. Estar así me recordaba a aquellos viejos tiempos en los que yo me quedaba dormida en su hombro y después despertaba en su cama al lado de él.
Cerré mis ojos tratando de conciliar de nuevo el sueño, pero no pude hacerlo ya que Bill empezó a moverse después de unos cuantos segundos.

—¿Maddie? —me llamó por medio de un susurro. Levanté mi mirada y lo miré, él sonrió de inmediato—. Hola, linda.

—Hola —me ruboricé por como me había llamado. Él miró hacia el techo sin todavía dejar de abrazarme—. ¿Cómo te sientes hoy?

—Hoy me siento bien y con hambre —hizo una mueca—. Quiero pedirte algo, por favor —dijo mirándome fijamente a los ojos.

—¿Qué cosa? —le cuestioné.

—No le digas nada de esto a Erin. No le digas todo lo que te conté anoche, ella no lo sabe y no quiero que lo sepa —me miró con incomodidad en su mirada.

—No le diré nada, Bill —le sonreí, él asintió. Sabía que agradecía mi gesto. Me levanté de su pecho para incorporarme y estirarme—. ¿Cómo fue que llegamos aquí?

—Nos quedamos dormidos en el suelo de tanto hablar —manifestó Bill—. En la madrugada me dio un maldito dolor de espalda, me levanté y te traje conmigo. Estaba tan cansado que simplemente me acosté a tu lado.

—Está bien —suspiré—. ¿Seguro que hoy estás bien? —cuestioné preocupada.

—Estoy bien —Bill sonrió de lado—. Gracias Mads, por todo —bajó la mirada—. Siempre has sido una increíble amiga y yo he sido el peor amigo del mundo.

—No pasa nada —le dediqué una sonrisa.

—¿Qué tal están las cosas con Duff? —me preguntó cambiando de tema mientras se levantaba de la cama.

—Todo está bien —sonreí al recordarlo—. Él me hace feliz —suspiré.
Bill me miró fijamente y sonrió fingidamente.

—¿Te contó el chiste de la casa? —enarcó una ceja. Asentí con una sonrisa en mi rostro—. ¡Joder, McKagan! —soltó una carcajada y negó varias veces con su cabeza—. ¡Yo le dije que no te contara ese chiste!

—¿Por qué no? —reí.

—¡Da vergüenza! —exclamó riendo.

—¡Lo sé! Pero, él se veía tan feliz mientras lo contaba —dije mirando hacia el suelo.

𝐘𝐨𝐮 𝐚𝐫𝐞 𝐧𝐨𝐭 𝐡𝐞𝐫 ━ Axl RoseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora