Capítulo 5

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Tal y como lo había decidido el nuevo "consejo de guerra", conformado por Abril, Zarhana y Elías, los entrenamientos comenzaron casi de inmediato. Por obvias razones, el consejo decidió que Mariano y Margarita debían entrenar juntos, para que de esta manera lograran sacar lo peor y lo mejor de ellos mismos al ser opuestos naturales. No obstante, convencer a Mariano de utilizar y entrenar sus poderes, y lo que era peor, entrenar junto a una Salvador, eran asuntos totalmente diferentes.

Para Mariano, ser un brujo era una especie de maldición. Sin importar cuanto le dijera su madre lo especial que era por ser el único brujo en la tierra, era consciente de que su condición ponía en peligro no solo su vida, sino la vida de su madre, como en su momento puso en peligro la vida de toda su familia y de su pueblo. Y era precisamente por eso que, al ocultar gran parte de sus poderes, resultó inútil intentar usarlos para salvar a su pueblo el día de la masacre.

Mariano cargaba no solo con el peso de su maldición, sino que también con el peso de las almas de su pueblo. Y cuando su madre no mejoraba, pensó que era el fin. Ya no tendría escapatoria. Sería mejor que su desdichada existencia acabara y estaba seguro de que cuando menos lo esperaran, así sería.

- Será más fácil para todos. Además, si mi madre muere, ya no me quedará nadie más. ¿Por qué más tendría que vivir? Mi maldición no es más que una sombra que arrasa con quién sea que se me acerque... - Mariano hizo un breve silencio mientras hablaba consigo mismo, pues se había dado cuenta de algo muy doloroso pero inevitable – Nadie podrá acercarse a mí, ni yo podré acercarme a nadie.

En ese momento, el corazón de Mariano se endureció, como si hubiera sido inyectado con caliza líquida. Una muralla que guardaría los más profundos sentimientos que alguna vez pudiera haber sentido; una muralla que no permitiría que ni siquiera la luz de sol brindara el más mínimo calor a su interior.

- No merezco que nadie se me acerque – era la frase que resonaba en su interior.

Esa frase fue la que Mariano se repitió incontable cantidad de veces; tantas, que se convirtió en la verdad más certera y sincera que jamás escuchó, al menos hasta el día en el que apareció ella.

- ¡Oye! ¡Margarita! – dijo Zarhana – ¿A dónde vas? Es tiempo de comenzar con tu entrenamiento. Ya descansaste suficiente. Es momento que comiences a moverte un poco.

Abril les había preparado un lugar especial a Mariano y a Margarita, donde podrían entrenar solos sin que nadie los molestara. El propósito de este tipo de ejercicio era crear un vínculo de confianza entre ambos que fuera tan fuerte como para que Mariano se atreviera a despertar sus verdaderos poderes. Además, Margarita parecía tener un don especial para conectarse con las personas. Era muy probable que Mariano pudiera abrirse con ella, superar sus culpas y aprender de su peor enemigo.

Finalmente, para bien o para mal, el entrenamiento comenzó.

Margarita estaba emocionada; Mariano, bueno, solo estaba ahí. Muchas cosas se pasaban en la cabeza de Mariano y, simplemente, no podía pensar con claridad. Luego de un par de minutos en silencio Mariano dijo:

- Lo siento. Olvidé ir a patrullar. ¿Por qué mejor no descansamos hoy y empezamos mañana? Todavía te ves muy cansada.

- Claro – dijo Margarita desanimada.

Sin mirarla, Mariano se fue. Margarita se quedó en silencio.

- Tiene que haber algo que pueda aprender a hacer que pueda ayudarnos – se dijo Margarita y luego de un momento se dijo -. Ahora que lo pienso, Mariano estaba con un arco el día que lo conocí. Tal vez quiera enseñarme...

La maldición de Margarita (y todas las aventuras que vivió gracias a ella)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora