Capitulo 27

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Y sí. Ahora eran tres las Margaritas de este mundo

- Como si una sola no fuese suficiente -pensaba la Margarita de la escalera -. Dori, - le dijo a su maldición- ¿podrás acercarme al suelo del tercer piso? No, no huiré. Sí, sé que es peligrosa. Sí, sé que tendrás que ayudarla si ella te lo pide. Y sí, también sé que tal vez me ataques contra tu voluntad. Oye, tranquila. Sé exactamente lo que eres, así que nada que hagas podrá lastimarme verdaderamente, ¿sí?

Dori estaba confundida. No entendía lo que Margarita decía y pronto la Margarita del tercer piso comenzó a atacarla.

Afortunadamente, Margarita logró poner los pies sobre el tercer piso y esconderse momentáneamente detrás de una parte de los escombros. Inmediatamente, le ordenó a Dori que cubriera el agujero que había a lado de ellas. Dori, todavía más confundida, no comprendía las órdenes de su dueña. Margarita simplemente sonrió y le pidió que cubriera el agujero como le había pedido. Dori dudó un instante, pero luego obedeció a su dueña.

- Gracias - dijo Margarita – siempre que el piso esté cubierto, no hay peligro de que me lance por el agujero.
- ¿Así usarás lo que te queda de Maldición?
- Ja, dices ser yo, pero ¿osas menospreciar el poder de mi maldición de esa manera? Ja, ja. Cada vez más me doy cuenta de que solo eres una copia barata.
- ¿Quieres ver si en verdad es así?
- Veamos.

Margarita tomó un cuchillo pequeño que tenía entre sus ropas y se hizo un pequeño corte en su brazo. Inmediatamente, el brazo de ambas Margaritas comenzó a sangrar. El problema era que solo la Margarita sin maldición con ella se quejaba del dolor. La otra simplemente sonreía como desquiciada.

- ¿Ahora me creerás? Soy tú.

- Pero esto es suicidio – dijo Margarita detrás de los escombros tomándose con fuerza el brazo para detener el sangrado.

- ¿Cómo? – la otra Margarita seguía sonriendo - ¿crees que algo que hagas podrá dañarme?

- Si somos las dos...

- Todo lo que yo te haga, te dañará a ti. Y todo lo que tú me hagas, también te dañará a ti. Así que, digamos que decides matarme... Pues bien, entonces, moriremos las dos. Ya, si yo decido matarte, lo cual me parece una excelente opción, solo tú morirás. Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja – la Margarita rio como un ser totalmente ajeno a la cordura. Como si hubiera estado esperando este momento durante mucho tiempo, y finalmente su sueño se hacía realidad. Esa risa daba escalofríos. Se notaba que haría lo que fuera para lograr su objetivo y nada podría detenerla. Margarita estaba atrapada.

- Es peor que enfrentar a mi madre – dijo para sí misma – porque aquí no hay defensa que valga. Incluso si le pido a Dori que la deje caer por el agujero... No solo yo moriría también sino que probablemente Dori no lo haría... Mierda, mierda, mierda... – y luego gritó - ¡¡¡MARIANO DEL DEMONIO!!! ¡¡¡¿DÓNDE MIERDA TE ESCONDÉS, DESGRACIADO?!!! ¡¡¡TE JURO QUE CUANDO TE ENCUENTRE TE MATO!!!

La otra Margarita dejó de reír comenzó a mirarla seria.

- ¿Ahora le pide ayuda a él? ¿Ahora que sabes que sin importar lo que hagas, morirás? ¿Ahora que realmente estás en peligro, indefensa y débil, lo llamas? ¿Y encima, por si fuera poco, lo amenazas? No, no, chiquita. No te voy a permitir que hables así del amor de mi vida. Mariano lo es todo para mí, y no permitiré que...

- ¿Sabes que Mariano no nos ama?

- ¿Qué cosas dices? ¡¡¡Y la loca era yo!!! ¡¡¡Ja, ja, ja!!!

- Es cierto, y lo sabes. Él no nos ama. Ni a ti ni a mí. Él ama a la otra Margarita, a la dulce, a la amable, a la indefensa que se sacrifica por todos. No me ama a mí porque sabe que soy capaz de asesinar a otros por el bien común. No me ama a mí porque sabe que soy capaz de cualquier cosa por lograr mi objetivo, ya sea engañar, mentir, herir e incluso matar a mis seres queridos. Así que si dices ser mi parte malvada, deberías saber esto mucho mejor que nadie. Mariano no nos ama y nunca lo hará.

La maldición de Margarita (y todas las aventuras que vivió gracias a ella)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora