Capítulo X

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Una noche estrellada como ninguna otra, Rosario estaba sentada en el pasto del jardín de su casa contándole a la luna, como tantos otras veces, todos sus problemas.

- Y si, luna. Ya no sé qué hacer. Mi jefe me vuelve loca, mis profesores ya no saben qué más pedirme y para colmo mi novio no está nunca que lo necesito. Aaahhh... Quisera ser como vos, aparecerme en medio de la noche brillando y que todos me vieran resplandecer. Incluso tenés días de descanso, ¿eh? No me parece un mal trabajo el tuyo. Podés ver todo, iluminás la oscuridad de la noche, te acompañan las estrellas así que nunca estás sola... Aahh qué envidia que te tengo, luna. Pero, ¿sabés qué? Sos mi amiga, la única que tengo, y la única que me escucha. No te voy a tener más envidia, sino que te voy a aprovechar... Espero que no te enojes por eso - dijo Rosario riendo antes de tirarse de espaldas al suelo -. Aahhh que Iindo. Sentir el pasto contra la piel es una sensación tan bonitaaa...


A los pocos días, Rosario terminó con su novio. Ese día no quiso hablar con la luna, pero la luna sabía lo que había pasado.

Pocos días más tarde, un estudiante de intercambio llegó a clase.

- Buenas tardes, mi nombre es Mauricio Le Blanc. Soy estudiante de intercambio por algunos días. Estamos viajando por el mundo con mi familia, pero no podemos quedarnos mucho tiempo, así que vine a rendir algunos examenes. Espero que nos llevemos bien.

- Buenos días, Mauricio - dijeron todos

- Su cabello... Es blanco. ¡Qué bonito!Mauricio fue a sentarse y eligió el asiento vacío al lado de Rosario.

- No te molesta que me siente aquí, μno?

- En absoluto. Qué bien que hablás español.

- Sí, aprendí de muy joven y por eso no me cuesta. Gracias por el asiento - sonrió Mauricio.

Ese día Mauricio y Rosario hablaron de todo. Fue muy fácil para Rosario hablar con Mauricio, era como si lo conociera de toda la vida.

Rosario supo que Mauricio se quedaría solo cinco días, por lo que cada día valía oro. Lo llevó de paseo por los lugares más bonitos de su ciudad, turísticos o no, lo llevó a probar comidas que él nunca antes había probado, fueron de compras, fueron de paseo al parque en fin, hicieron todo lo que los adolescentes de XX años harían.

En el último de esos cinco días, Rosario llevo a Mauricio a su jardín y juntos se tiraron en el pasto.

- Es la primera vez que puedo hacer esto...

- ¿Qué cosa?

- Tirarme en el pasto. Se siente tan bien...

- ¿En serio?

- Sí... Siempre soñé con hacer esto.

- Ahh... Es lo mejor del mundo. Eso es lo que siempre le digo a mi mejor amiga...

- ¿Tu mejor amiga?

- Sí. La luna es mi mejor amiga. Bueno, estamos en época de luna nueva y por eso no la vemos hoy, pero ya mañana regresa... Qué lastima que te vayas. Me hubiera gustado que la conocieras...

- Creo que ya la conozco...

- Sí, bueno. Todos la hemos visto, pero por alguna razón, siento que la luna que yo veo desde mi jardín es especial. Siento que me ve y me escucha solo a mí... Ah... Es muy lindo... Me hace sentir... Especial.

- Sos especial.

- No es cierto. Solo soy una solitaria amargada que no hace nada más que quejarse de todo. La luna bien lo sabe. Lo único que siempre le cuento son mis problemas...

- Eso no es verdad. Ha habido muchas veces en las que contaste cosas muy hermosas...

- Pará, y ¿cómo decis eso si vos nunca me escuchaste?

- Es porque yo...

- Mauricio. Es hora de irnos. Mañana el avión parte muy temprano -dijo una mujer que asomaba su cabeza sobre la verja para poder ver a su hijo.

- Disculpá, me tengo que ir. Pero siempre que quieras hablarme, yo estaré ahí para escucharte.

- Pero, ¿qué...

Mauricio besó la mejilla de Rosario y le dijo al oido - Sos la chica más especial que jamás conocí en mi vida. Te quiero, Rosi.

Pocos minutos después Rosario estaba sola y confundida en el medio de su jardin. Al sentir el calor en sus ojos, se cubrió con sus brazos y dejó que las lágrimas cayeran en silencio.

- Cómo lo odio... Ni siquiera me dio su número de telefono. ¿Cómo pretende que lo contacte?

Al otro día, al llegar a la escuela, uno de sus compañeros le dijo:

- ¿Mauricio se fue?

- Sí, ya se fue.

- Ah... Fue muy bueno conocerlo. Y me encantó verlo a tu lado.

- ¿Ah, sí? -preguntó Rosario incómoda.

- Sí, porque durante estos cinco días estuviste resplandeciente.

- ¿Qué?

Una y otra vez, todas las personas que la conocían le decían lo mismo.

"Estabas resplandeciente"

Pero, ¿cómo?

Esa noche, como era costumbre vio la esquina curva de la luna asomarse en el cielo.

- Hola, vieja amiga. Tanto tiempo sin verte. En estos días me han pasado las cosas más sorprendentes de la vida. Sin darme cuenta, cumplí mi sueño y fui resplandeciente como vos. ¿Podés creerlo? Ah... Y lo peor es que no fui consciente de eso, porque... Simplemente estaba disfrutando del momento. Bueno, lo que pasa es que conocí a alguien y yo... Resplandecí gracias a él... O gracias a que disfrutaba de lo que hacía a su lado... Fue...

De pronto, Rosario miró a la luna de lleno y un destello recorrió la curva de la luna, como si una lágrima hubiese caido de ella.

- Yo... Yo...

No pudo evitar llorar.

- Gracias, Mauricio. Yo también te quiero. Gracias por ayudarme a resplandecer... A aprender a resplandecer... Disfrutando de mi vida. Gracias, Mauri. En serio sos muy lindo y te voy a extrañar. Conocerte es algo que nunca voy a olvidar... - y entre risas y lágrimas mientras se aferraba al pasto con una mano- Ah, y espero que... Hayas disfrutado de sentir el pasto tanto como yo... - Rosario sonrió.


Y así termina el cap de relleno (Historia alternativa que no tiene nada que ver con la historia principal pero que los va a entretener hasta que salga el proximo cap. XD )

Gracias por leer. =)

La maldición de Margarita (y todas las aventuras que vivió gracias a ella)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora