Capítulo 10.3

25 5 2
                                    

¿Cómo hago para hacerlo sentir mejor...? Ya no puedo verlo así. Han pasado casi cinco días, y él no ha comido ni siquiera un bocado. Me da mucha lástima verlo así. Yo también estaba dolida. Margarita nos abandonó como si nada, sin habernos agradecido por traerla, o siquiera haber preguntado como estábamos. Realmente, la imagen de la chica que quería vivir, esa imagen que me había hecho dar ganas de vivir de nuevo, se desmoronó como castillo de arena. Con facilidad, eso que tanto esfuerzo me había costado sentir, y que ella me había dado sin dudarlo, me fue arrebatado de igual forma. Pero no podía llorar. No. No enfrente de él. No cuando escuché que él la amaba. La ama todavía. Por eso le duele. Pero a ella no. Y eso me duele a mí. ¿Cómo hago para hacerlo sentir mejor? Si no hago algo pronto, el pobre morirá. Aunque creo que eso quiere. Pero yo no. No quiero que se muera, No él. No ahora. No aquí. Quiero que viva, porque puede dar mucho más.

Me di cuenta de que era un brujo ni bien entró al mundo de los muertos. Y en verdad, es uno poderoso, solo que todavía no ha explotado sus poderes. Como quisiera que se diera cuenta de eso y que les mostrara a todos estos infelices de lo que es capaz. Acabaría con ellos en menos de un segundo y ambos podríamos escapar...juntos.

Pero, ¿qué? ¿Por qué justo... mi corazón... se aceleró? Solo dije que podríamos escapar... juntos... Y de nuevo, mi corazón se acelera. ¿Por qué? Él no me pertenece. Su corazón es de otra, que no lo quiere, pero al fin y al cabo es de otra. No mío. ¿Por qué sería mío? Él ni siquiera me mira. No me habla. No sabe que existo, y sin embargo, en estos últimos días él se ha vuelto mi mundo. Él es todo lo que necesito para seguir. Él es todo lo que necesito. Y también todo lo que quiero. No quiero nada más.

Mi corazón se acelera de nuevo. Una y otra vez desde que lo vi llorar. Ella lo dejó en la nada. Y gracias a eso él se volvió mi todo. No debería estar feliz por eso, pero tampoco puedo mentir, me alegró mucho que ella no lo quisiera, pero no me alegra para nada verlo sufrir así. Tengo que hacer algo porque sé muy bien que él no hará nada para salvarse a sí mismo. Y aunque me cueste admitirlo, tampoco hará nada para que yo me salve. Pero eso está bien. Después se dará cuenta, me lo agradecerá con su corazón y finalmente habré hecho algo para merecer mi vida.

Por eso, hoy te digo, gracias Margarita. Te odio con toda mi alma, sos el ser más despreciable que jamás haya pisado esta tierra y ojalá la muerte no te llegue nunca, para que puedas continuar con tu sufrimiento eternamente. Pero, gracias. Gracias por darme a Mariano. De ahora en más él será mi todo y lo defenderé como vos no lo hiciste. Incluso, lo defenderé como nunca antes defendí algo en mi vida.

Mariano, yo...

Los días pasaban mientras que Cervera y sus secuaces se adentraban en tierras desconocidas. En realidad su plan era establecerse cerca de Giff Aranguni para poder enfrentar pronto a su hijo, pero sabía que primero debería encontrar la forma de aprovechar al portal y al brujo de la forma más eficiente posible. Como estaban ahora, era imposible siquiera pensar en usarlos de manera útil.

Mariano era ahora un zombi que no pensaba ni se movía. Eso era un alivio como prisionero, pero un problema si planeaba usarlo como peón.

La chica portal era otro asunto. Se veía bastante inestable, y con su mirada nerviosa alejaba a cualquier ser vivo que quisiera acercarse a ella.

Tendría que encontrar la forma de usarlos a ambos para su beneficio, pero le hacía falta la pieza clave: su hija. Conforme pasaron los días, Cervera se dio cuenta tristemente que su hija cumplía un papel más importante en la vida de esos estúpidos de lo que ella había creído. Entonces, sin su hija, estos inútiles eran simples buenos para nada; es decir, peso muerto. Tenía que pensar, y pronto, porque si todo seguía igual, el brujo moriría al día siguiente por inanición e idiotez extremas. Suspiró. No tenía idea de dónde estaba su hija, y tampoco podría disfrazarse de ella, pues uno de los dos sin duda sería capaz de relevar su identidad. Tenía que haber algún otro plan, algo que no hubiera contemplado. Así continuó pensado qué debía hacer hasta que, en medio del recorrido de la caravana, se escuchó un golpe seco.

De inmediato, Cervera corrió a ver la jaula de sus prisioneros, pero lo único que encontró fue un pedazo de tela negra.

- Pero, ¿cómo mierda pudieron...

Los ojos se le salieron de sus órbitas, y gritó con todas sus fuerzas mientras que, con sus propias manos, cortó en dos el pedazo de tela.

- Pequeña hija de puta... ¿Con que fuiste capaz de hacer eso? ¡¡¡Pero, ¿cómo?!!!

Cervera gritó y gritó con todas sus fuerzas. Sus secuaces no entendían nada. Mientras tanto, el trozo de tela cayó lentamente al suelo, y movió el polvo de la superficie al tocarlo. 

Había una forma de escapar, y para eso debería sacrificar mi cuerpo. Él lo valía, lo valía completamente. No me iba a arrepentir. No me arrepiento.

Sin que se diera cuenta, lo hice entrar al mundo de los muertos. Mi espíritu lo acompañará hasta que lo deje salir y encontremos a alguno de mis compañeros, pero hasta entonces, puedo mantenerlo vivo aquí, porque técnicamente no estará vivo. Durante ese tiempo, mi espíritu alimentará su alma y no permitirá que se separe de su cuerpo. Soy muy fuerte y podrá permanecer mucho tiempo escondido aquí. Yo no podré volver, pero tampoco quiero hacerlo. Espero poder ayudarlo ahora mientras estemos en el mundo de los muertos, para que cuando salga, se enfrente al mundo de una manera distinta. No necesita a Margarita, me tiene a mí. Y también se tiene a sí mismo. Quiero que descubra su potencial y su misión. Solo ahí lo dejaré salir. Y ahí será que él cumplirá con su destino y será feliz.

Gracias, Margarita. Ahora sé por qué quiero vivir. Ahora también morir tiene un sentido. Finalmente soy libre de mi maldición y capaz de ayudar a otro. Gracias, Margarita. Ojalá nunca mueras, y así nunca pueda encontrarte en el mundo de los muertos, pues el día que te vea, te quemaré en el peor de los infiernos y te regresaré a la vida las veces que sean necesarias con tal de que pagues por tu pecado contra el amor de mi vida. Margarita, gracias, te odio. Mariano, por favor, te amo.

La maldición de Margarita (y todas las aventuras que vivió gracias a ella)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora