Capítulo 24

14 5 4
                                    

Es como si las flores del suelo brotaran de él. Como si hubiera un cerezo bajo la tierra y solo las flores fueran capaces de salir a la superficie. Pero está todo repleto hasta donde llega mi vista; no hay un solo espacio entre ellas. Me da un poco de impresión pisarlas, pero si no lo hago, no podré avanzar. Nunca pensé que lo atacara la fiebre de la eterna primavera...

Retiro lo dicho. El poder de Mariano es superior a cualquier otro que yo haya visto alguna vez, aunque sé que no vi muchos, pero es con creces superior al del Oráculo de Cristal. Piso las flores, pero ellas ni se inmutan. Es como si, al caminar sobre este campo de flores, no pudiera realmente pisarlas, sino que simplemente las rozo con mis pies. Ellas se mueven con cada paso, pero no pierden su forma, aspecto ni aroma. Son PERFECTAS. Demonios. Voy a tener que sacar poder de donde no tengo para enfrentar a Mariano. Tal vez debería haber venido a buscarlo antes. Ruego poder sacarlo de aquí antes de que comience la guerra, sino no hay forma de que podamos vencerlos.

Mariano del demonio.

Margarita caminó sobre las flores y llegó al borde del precipicio con lava hirviendo.

- Bien, entonces, ahora para cruzar... Necesito tu ayuda, maldición.

El brazalete apareció en su brazo y de él comenzaron a brotar marcas que flotaban en el aire.

- Necesito hacer un puente, por favor. No será grande, porque no llegamos hasta el final, pero podemos ir armándolo en el frente y desarmándolo por detrás para avanzar. Por favor, que con cada paso que dé, se cree un paso de puente más, en total, por cualquier eventualidad, que el largo del puente sea de dos pies más de lo que mido, y que de altura, sea una pie más de mi estatura. Gracias.

La maldición obedeció el pedido de Margarita y sobre el suelo se creó el puente. Margarita se subió y se colocó en el centro. La maldición se movió hacia el foso y Margarita comenzó a avanzar.

- Esto es nuevo, pero resultó más fácil de lo que esperaba. Gracias, maldición. En serio podés ser todo lo que quiero.

La maldición dio un pequeño salto de alegría, lo que desestabilizó un poco a Margarita, pero luego de algunas risas y muchos pasos, llegaron a la puerta del castillo.

- ¿Estará cerrada?

La maldición se quedó quieta.

- Castillo... Estoy afuera, ¿podría dejarme entrar? Quiero hablar con Mariano.

Nada.

- Maldición, ¿habrá alguna posibilidad de que me ayudes a entrar? Tal vez podés meterte debajo de la puerta y abrirla por adentro. ¿Pensás que podes hacerlo?

La maldición se movió un poco, dubitativa, pero lo intentó. Sin embargo, no pudo pasar por debajo de la puerta.

- Está bien. Tranquila. Pensemos en otra forma de entrar. Probemos hacerlo a la fuerza; por favor, hagamos el escudo sónico de energía...

La maldición se negó rotundamente.

- Pero, ¿por qué?

Y las marcas señalaron a la lava.

- Ah... con la explosión, no tendré donde sujetarme. Pero podrías hacer un piso bajo mis pies; dividir tu consciencia. ¿Te animás a hacerlo?

La maldición, que dicho sea de paso, nunca antes había sido utilizada de aquella manera, ni siquiera por sus propios creadores, se sorprendía con la forma de pensar de esta dueña. Porque esta maldición tenía consciencia como todas las maldiciones, pues al fin y al cabo, la maldición es un tipo de hechizo, y los hechizos son palabras que afectan a una persona, y si las palabras son las que crean hechizos y maldiciones, son las palabras las que pueden modificarlos. Y esta maldición en particular puede ser todo lo que su dueño desee, pues se alimenta de la energía de su dueño, y la energía del dueño es lo que el dueño decide. Así, por las palabras y la energía, esta maldición terminó siendo la más versátil que se vio en la historia de las maldiciones, y Margarita la dueña más creativa de dicha maldición. Ya no era "el escape de vida", era "la vida que quiero vivir".

Y una vez formado el suelo de maldición bajo los pies de Margarita, con un ancho y largo igual al del puente, se formó alrededor de ella el círculo de maldición con energía. La energía se acumuló y se acumuló. La puerta parecía ser extremadamente gruesa y no se rompería con facilidad.

- Espera – dijo ella -. Si atacamos con este poder a todo el castillo, puede que no le hagamos ni un rasguño. Por favor, concentrá toda esa energía alrededor de mi mano.

La maldición dudó un instante, pero luego hizo lo que le pidió Margarita. Un círculo casi dorado por la cantidad de energía giraba velozmente alrededor de su mano.

- Ahora, que las marcas se acomoden en mi mano, para que pueda tocar la puerta...

La maldición se negó. En su lugar le mostró que podía concentrar el poder en diferentes partes del círculo. Si no hacía eso, su mano terminaría destrozada por...

- El impacto. No me había dado cuenta. Gracias. Si solo me hubieras obedecido, entonces yo... Ja, ja. Muchas gracias, maldición. ¡Sos la mejor!

La maldición se estremeció ante tal agradecimiento y las marcas comenzaron a girar a mayor velocidad de la emoción.

- Muy bien. Adoro esa energía. Bien. Ahora, las dos juntas.

Margarita dirigió la energía hacia la parte del circulo que enfrentaba directamente la puerta. La energía y el círculo entraron en contacto con la puerta y Margarita dijo:

- Concentremos la energía lo más que podamos y a la cuenta de tres, la soltamos. Uno...

Desde adentro del castillo, una figura se acercó a la puerta después de escuchar que alguien hablaba.

- Dos...

Paso a paso, se acercó y al llegar vio como un bellísimo círculo dorado aparecía detrás de la puerta.

- ¿Quién será? – se peguntó.

Entonces abrió la puerta y escuchó:

- ¡Tres!

Y la figura salió volando por los aires, recorrió el casi interminable pasillo que tanto esfuerzo le había costado caminar hasta terminar contra la pared de la habitación de su amo.

Desde afuera, luego de unos quince segundos se escuchó el "TAC" del impacto.

- Demonios – pensó Margarita mientras sentía como su maldición temblaba de miedo luego de haber atacado así a aquella persona – es más de una cuadra y media de distancia. ¿Tan largo tenía que hacer el pasillo?

La maldición de Margarita (y todas las aventuras que vivió gracias a ella)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora