5. Frustración

1K 96 5
                                    

Y así, sin nada que rompiera la normalidad, transcurrió una semana. Seishi había establecido su rutina: siempre se levantaría con tiempo de sobra, prepararía el almuerzo, asistiría a clases, se quedaría a las clases de refuerzo, y luego dormiría en un sitio cualquiera rodeado de naturaleza. Curiosamente ya no podía dormir en su propia cama: lo intentó un día y pasó la noche en vela. No es que le importara, pero siempre despertaba con dolores en el cuerpo.

Siguió su rutina de siempre y llegó a la academia. Allí, se encontró a Karen, una de las amigas de Karui, y ambos estuvieron charlando casualmente hasta llegar al aula. Se separaron y se fue a sentar a su asiento. Ahí, saludó a Koneko, que le ignoró, y preparó su material. Estaba ya listo para comenzar la clase, cuando la chica gato le tiró de la manga con timidez.

- ¿Pasa algo Koneko? -preguntó Seishi con una sonrisa.

- No, es solo que... -por primera vez en mucho tiempo, Koneko no sabía qué decir.

Llevaba ya una semana. ¡Toda una semana! Sin probar sus deliciosos dulces, y aún peor, viendo cómo se los daba a otras chicas de clase pero no a ella. Eso era simplemente imperdonable. Por orgullo había decidido ignorar a Seishi, pero ella era la que salía perdiendo de esto, así que intentó pensar en otra cosa, pero no se le ocurrió nada aparte de hacer lo que él quería.

- Iré -con esa palabra, Koneko declaró su rendición.

Seishi sonrió.

- Ahí te esperaré, como todos los días -dicho esto, volvió a prestar atención a la clase que ya había empezado.

Koneko frunció el ceño, un gesto al que no estaba acostumbrada, y bufó suavemente. El sonido solo fue escuchado por Seishi, cuya sonrisa creció. Cuando llegó la hora del almuerzo, como ya era costumbre, Seishi se quedó con apenas la mitad de su comida habitual. Al parecer, Tomoe había tomado gusto por su comida y se pasaba por su clase casi todos los días a robarle una parte. Sin embargo, ahora hacía una cantidad aún mayor de comida y podía permitirse comer algo.

Como ya era costumbre, compartió sus dulces con las chicas, dejando a Koneko mirarlas con envidia en los ojos, aunque su cara estaba tan inexpresiva como de costumbre.

"Necesito comer esos bollos" -normalmente Koneko no sería tan dependiente de unos dulces, pero su calidad era tan alta que se vio obligada a seguir comiéndolos, hasta el punto en que los habituales ya no podían satisfacerla como antes.

Sin embargo, sabía que hasta que no demostrara que iba en serio con lo de ir a las clases, no lograría nada. Así que se resignó a ser paciente.

Al fin, acabaron las clases, y Seishi se dirigió al aula en la que se supone que llevaba impartiendo las clases durante más de una semana. Para su sorpresa, Koneko ya estaba allí, esperándole.

Que haya tardado tan poco en acceder, le daba al chico una idea muy clara del amor de la chica por los dulces, e iba a usar eso a su favor para cumplir la petición que le hizo el director. Por ello, cuando dijo que no iba a asistir a las clases restringió los dulces que le daba, y se aseguró de que estuviera mirando cuando lo compartía con las demás.

- Empecemos con matemáticas. ¿Qué tal se te dan en general las asignaturas? Para hacerme a la idea del ritmo al que ir -preguntó Seishi.

- Bien, puedes empezar -como siempre, Koneko usó pocas palabras, pero eso no parecía importarle al chico, así que empezaron con las clases. Tal y como la chica había dicho, no tenía ninguna dificultad especial en aprender, y de hecho lo hacía bastante rápido. Seishi no podía explicarse cómo una chica lista como ella pudo haber sido la última en calificaciones en la prueba.

Uno Con La NaturalezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora