- ¿Quién se lo ha llevado? - preguntó Cao Cao, elevando la voz.
Nadie respondió, y se podían ver caras de confusión en las caras de la mayoría de los presentes. Sin embargo, justo cuando Cao Cao soltó un bufido frío y se giró para ir a buscar al chico, un lobo aulló y cargó contra él. Asombrado, usó la lanza que portaba para parar el ataque, pero la fuerza del impacto lo arrastró varios metros hacia atrás.
- ¿Qué le pasa a este lobo? - murmuró el peliazul.
El lobo era más grande que uno normal. Tenía el pelaje completamente negro, y sus ojos estaban inyectados en sangre. Espuma salía de su boca mientras trataba de atacar a Bikou, quien lo esquivó con un salto ágil. A pesar de ello, el lobo continuó atacando a todo lo que le rodeaba.
Si eso hubiese sido todo, entonces no habría sido un gran problema. Sin embargo, una veintena de lobos idénticos al primero apareció. Luego, otros cuarenta, y varios osos, ciervos, pájaros y otros animales hicieron acto de aparición. Todos compartían una cosa: sus ojos estaban inyectados en sangre, como si estuvieran enfadados con el mundo y quisieran hacer pagar a todos los seres que vivían en él.
Curiosamente, esto sucedió justo cuando Seishi exhaló su último aliento.
Debido a ello, nadie tuvo la ocasión de seguir a Seishi. Algunos lo intentaron, pero se vieron rodeados y forzados a retirarse. Cuando el chico volvió a la vida gracias a Gaia, los animales se retiraron, y sus ojos volvieron a sus colores habituales.
Mientras tanto, el chico miraba a Ophis, meditabundo, y luego suspiró.
- Supongo que puedo hacerlo. Un gusto conocerte, me llamo Seishi - dijo el peliverde extendiendo su mano.
Esto hizo que Ophis le mirara. Asintió con la cabeza, ignorando completamente su mano, lo que causó un suspiro por parte de Kuroka, que se adelantó y le estrechó efusivamente la mano al chico.
- ¡Nya! Encantado chico, yo soy Kuroka, la hermana de Shirone. Ella es Ophis~Nya, me pasaré por tu casa también para protegerte - dijo Kuroka, guiñándole un ojo al chico.
Esto provocó que el chico se sumiera en la confusión, pero no duró mucho.
- Cuídala por mí - esas palabras solo fueron audibles para Seishi, y supo al instante que Shirone era Koneko, y que Kuroka le pedía que la cuidara porque no podían estar juntas en este momento.
Optó por quedarse callado mientras veía a Ophis y Kuroka irse a través de una grieta que había aparecido de repente en frente de ellos. Esto hizo que el chico mirara con asombro a ambas figuras, antes de finalmente suspirar. Dudaba que un día se acostumbrara a la magia increíble de Kuroka y Ophis, pero supo que tendría que hacerlo.
Tras ver su partida, Seishi miró a Koneko y Gaia. La peliverde estaba mirándole como si fuera lo más precioso del mundo, y Koneko miraba melancólica al punto en que había desaparecido Kuroka.
- Creo que me debéis una explicación - dijo Seishi al aire.
Ambas le miraron, enfocándose en lo que tenían entre manos.
- Koneko, ¿Por qué me perseguís? ¿Qué queréis de mí? - preguntó el chico.
La chica gato pensó cuidadosamente antes de responder. Se había estado preguntando eso por un tiempo, y no había llegado a adivinar la respuesta. Sin embargo, una figura surgió de la oscuridad y habló.
- Es por tu habilidad de leer círculos mágicos - dijo la voz.
La figura se reveló a si misma, y el chico rubio de ojos azules que había hecho aparición anteriormente apareció. Era Michael, el serafín de los ángeles y gobernante del cielo.
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Uno Con La Naturaleza
ФанфикEn la secundaria Kuoh, un nuevo alumno se ha incorporado al comienzo del curso escolar en primer año. Una vez allí, entabla una profunda amistad con una compañera de clase que, curiosamente, también es la mascota de la escuela, Koneko Toujo. Todo ir...