10. Planes

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Cuando Seishi se despertó, lo único que pudo hacer fue esperar a que el familiar dolor remitiera antes de abrir los ojos. Al hacerlo, se dio cuenta de que, como novedad, Kunou se había despertado antes que él y estaba mirándole con su par de ojos. Ahora que se fijaba, esos ojos eran un poco raros: no eran los típicos ojos negros de zorro, sino que eran dorados, a juego con su pelaje, que también era más claro que el que se podría esperar en esos animales.

- Igual al final si que eres un animal legendario. Tus ojos son muy bonitos - dijo el chico.

Sin embargo, cuando esas palabras salieron de su boca, Kunou dio unos pasos hacia atrás y saltó rápidamente de su regazo. Si no fuera un animal, diría que actuaba como una chica tímida.

"¿Qué demonios estoy diciendo? ¿Me estará afectando dormir siempre rodeado de animales?"

Tras esa descorazonadora reflexión, el chico dejó a Kunou posarse tranquilamente en la hierba y luego se apresuró a prepararse para ir a la academia. A medio camino, vio con sorpresa que había una silueta detrás de unos árboles.

- Perdone, ¿puedo ayudarle? - dijo mientras dirigía su mirada a la silueta.

Sin embargo, al volver a mirar se dio cuenta de que no había ni rastro de la extraña silueta que había visto.

"¿Me estará afectando en serio dormir fuera?"

Sin demorarse más, andó a paso rápido a su apartamento para luego dirigirse a la academia.

- Así que ese es el chico que puede leer círculos mágicos... Que interesante... - dijo una despreocupada voz.

- Azazel-sama, se está haciendo tarde, deberíamos volver - dijo otra persona al lado de la primera.

- Ya lo sé, no me agobies - contestó Azazel, molesto, como si fuera un niño al que le hubieran interrumpido jugando a su juego favorito.

Un suspiro pudo escucharse en medio del bosque, antes de que ambas figuras desaparecieran sin dejar rastro.

Al llegar a la academia, el chico se dirigió directamente a su clase. Su rutina fue, sin embargo, alterada por las noticias acerca del partido del día anterior.

- Seishi, eres increíble. No me puedo creer que no le dejaras a tu oponente ganar ni un punto. Es más que increíble - elogió Karui, orgullosa como si ella hubiera sido la jugadora.

- Bueno, siempre se me dieron bien los deportes - dijo Seishi.

- Deberías haber oído a Sona y Tsubaki. No pararon de hablar de ti cuando volvieron a la sala del consejo - añadió Tomoe, que había pasado a saludar al chico.

- Fueron muy amables al acompañarme al hospital. Dales las gracias de mi parte - dijo a la chica.

Ya les había contado que había ido al hospital por el cansancio, y contestado interminables preguntas hasta que todos se quedaron satisfechos. Sin embargo, sin que nadie lo advirtiera, la expresión de Tomoe cambió cuando mencionó que Sona y Tsubaki habían acompañado al chico en el hospital.

Tras el inicio de la clase, Tomoe ya se había ido en dirección a su aula. Buscó a Sona, y la encontró hablando con Tsubaki, así que se dirigió a donde estaban ellas.

- Sona, he estado hablando con Seishi. ¿Es cierto que lo acompañasteis ayer al hospital? - preguntó Tomoe a la chica, la cual sólo asintió.

- ¿Qué le pasaba en realidad? No me creo lo del cansancio. Es el chico más saludable que he visto en mucho tiempo - preguntó agresivamente la pelirroja.

- Explicaré todo en la sala del club - contestó simplemente Sona.

Sabiendo que no iba a lograr respuestas en ese momento, Tomoe se dirigió a su asiento y así comenzaron las clases.

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