14. Regreso

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Totalmente ajeno a la conmoción que causaba con su mera presencia en el mundo, Seishi llegó a su apartamento. Ahí, se encontró, sorprendentemente, con Kunou, quien estaba allí a pesar de que aún no era ni la hora de comer, contrario a su costumbre de llegar a las noches. Esta fue una agradable sorpresa, y automáticamente una sonrisa cálida adornó su rostro mientras miraba al pequeño zorro y acariciaba el dorado pelaje de su cabeza.

Esa sonrisa era como si pudiera iluminar el mundo entero con su resplandor, y causó que un pulso de energía verde se extendiera en kilómetros a la redonda, algo que pasó inadvertido para el chico, pero no para el zorro, que estaba muy atento a todo lo que sucedía alrededor de Seishi. Esto causó que un destello de sorpresa apareciera en la expresión del zorro, cuyo aura se hacía más fuerte por momentos, algo que no era visible para el peliverde.

Tras hacerse la comida, habilidad que ya había dominado hasta casi el punto de la perfección, se centró en complacer al pequeño zorro probando a cocinar para él. Al principio pensó que sería muy difícil elaborar algo que le gustara al animal, pero tan pronto como comenzó a cocinar y un aroma delicioso se extendió desde la cocina, Kunou se subió a la mesa mientras miraba al chico. Si alguien mirara atentamente su expresión, se podría ver que estaba llena de expectativa.

Tras media hora, finalmente el chico salió de la cocina. En sus manos, había un plato con un filete grueso en él, que expulsaba un poco de jugo color rojo a pesar de las marcas paralelas que había en su superficie. Además, estaba acompañado de una salsa espesa marrón y patatas cortadas en dados. Toda la carne había sido cortada de tal modo que cupiera en la pequeña boca del zorro.

- Espero que te guste... no sé qué coméis los zorros así que simplemente preparé carne - dijo poniendo el humeante plato en la mesa y sentándose cerca del pequeño zorro.

Lo único que el chico sabía es que eran carnívoros, y que su dieta era excepcionalmente adaptable, así que no creía que hubiera ningún problema. Aún así, no estaba seguro de si debería haber dejado la carne cruda, ya que los zorros cazan su comida, por lo que las dudas le invadían mientras agarraba un tenedor, pinchaba un trozo de carne con patata y salsa, y lo puso en frente del zorro.

Cualquiera que lo viera desde fuera, consideraría que esta escena es muy extraña. Y tendrían razón. En términos normales, no mucha gente elabora una comida especialmente para un animal. Sin embargo, esto era parte del sentido común, y el chico claramente carecía de mucho en ese aspecto, debido a la amnesia que sufría, así que no encontró nada fuera de lugar en la situación.

El bello animal miró la comida en frente de él, como si estuviera en medio de un debate intenso, y estuviera decidiendo si debía o no comer. Al final, su hambre prevaleció, y abrió su boca, permitiendo que Seishi depositara suavemente la comida en su interior. En el momento en que lo hizo, el pequeño zorro se estremeció, y empujó con su cabeza la mano del chico, lo que provocó que la sonrisa del peliverde brillara en todo su esplendor.

Una presión intensa comenzó a pesar sobre todos los seres sensibles de los alrededores. Sin embargo, no era algo físico, como hubiera ocurrido si un gran poder hubiera sido dirigido hacia ellos, sino algo que les decía que en algún lugar cerca de ellos, estaba sucediendo algo que les dejaba con una profunda sensación de desasosiego y envidia. Esto se prolongó indefinidamente, lo que hizo que muchos animales dejaran escapar aullidos tristes. Uno en concreto miró con unos ojos rasgados hacia la ubicación de la casa mientras sentía una desazón indescriptible asaltándole, a pesar de que no sabía la razón.

Finalmente, el zorro acabó con la comida, dejando escapar un breve suspiro de satisfacción, que casi sonaba como el maullido de un gato. Se dejó complacer, mientras el chico le acariciaba la cabeza y las orejas, así como el suave pelaje del cuello. Rodeado de tanta comodidad, se quedó lentamente dormido. Esto le impidió darse cuenta de un brutal aura de color verde que surgía del chico y aterrizaba en el zorro, que absorbía todo ese poder, como si estuviera siendo bendecido por la energía verde que surgía de Seishi.

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