15. Pelea

631 82 1
                                    

Seishi simplemente se quedó ahí por un momento, mirando a la clase, que estaba en absoluto silencio. Se sintió aturdido, ya que había esperado algún tipo de alboroto, o que alguien dijera algo, o preguntas. En vez de eso, se enfrentaba a un silencio que el chico encontraba aterrador, por lo que saludó apresuradamente y se sentó en el único sitio libre que había en la clase.

El profesor, al ver el apuro en el que se encontraba el chico, decidió no preguntarle nada y siguió con su clase como si nada hubiera pasado, pero claramente se había resignado a que nadie estuviera pendiente de él. En cuanto al chico, se quedó en su sitio, acariciando la pequeña cabeza de Kunou, que había bajado para posarse en su regazo.

- Seishi... - murmuró alguien.

Confundido, el chico miró alrededor y vio que la chica que estaba a su lado le miraba. Era una chica guapa, con el pelo blanco adornado con un broche de gato y ojos dorados. Se estremeció bajo esa mirada sin saber por qué, y no supo que decir.

- ¿Si? - contestó el aludido.

Esto provocó un poco de confusión en Koneko, pero no le impidió hablar.

- ¿Dónde has estado? - continuó preguntando la chica.

Una mirada extraña apareció en la expresión del chico, como si estuviera recordando algo doloroso para él.

- Estuve en el hospital durante un tiempo, y luego en casa - contestó.

Al ver ese destello de dolor en los ojos del peliverde, la tristeza y el arrepentimiento llenaron a Koneko, que sin embargo no dejó que eso alterará su expresión.

- ¿Pero ya estás bien no? - preguntó Koneko, con un toque de ansiedad en su voz.

El chico pudo percibir la preocupación de la chica, y su expresión se suavizó. Claramente estaba sufriendo por algo relacionado con él, lo que alivió un poco a Seishi.

- La verdad es q... - justo cuando se había decidido a decirle a la chica sobre lo de su amnesia, detectó el primer cambio en la expresión de la chica.

De pronto, su cara se transformó en una expresión de confusión, incredulidad, y al final pasó a ser rabia.

Esto sorprendió al chico, pero vio que la rabia no estaba dirigida a él, sino más bien al pequeño animal que descansaba en su regazo. El zorro abrió los ojos y devolvió la mirada a la chica. Si alguien se hubiera fijado en sus ojos, habría visto un rastro de satisfacción y triunfo, como la que daría el ganador de una carrera al perdedor.

La única persona que se dio cuenta de eso fue Koneko. En cuanto la chica gato vio al animal, se dio cuenta al instante de que no era un zorro cualquiera.

- Yokai... - susurró la chica, apretando los puños.

- ¿Qué? - preguntó el chico, aparentemente sin haber oído lo que había dicho la chica.

- No es nada... ¿Qué decías? - preguntó la chica, borrando toda expresión de su rostro y mirando al chico se nuevo.

Mientras tanto, Kunou trepó al hombro de Seishi y se acurrucó contra su cuello, cerrando los ojos. A pesar del temblor en los puños de la peliblanca, nada fue revelado en su expresión.

Todo esto hizo dudar a Seishi, y reconsideró contárselo todo. Finalmente, decidió esbozar una sonrisa.

- Estoy bien.

Sin embargo, Koneko no era tonta. La diferencia entre una sonrisa real y una falsa se nota muy fácilmente en el caso de Seishi, y la chica no le creyó ni por un momento. Esto causó que un dolor se extendiera desde su corazón, que comenzó a martillear en su pecho. Había esperado mucho tiempo poder volver a ver al chico, y podía decir que había algo mal sobre él.

Uno Con La NaturalezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora