17. Los poderosos se reúnen

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Tras salir del aula, Seishi se dirigió a clase, y se sentó tranquilamente. No pasó mucho tiempo hasta que Koneko volvió con la cara un poco pálida, lo que hizo que los estudiantes comenzaran a murmurar. Una chica se acercó al peliverde.

- Esto... Seishi... - dijo.

- Dime - contestó el chico.

- ¿Estás bien...? Koneko y tú... - murmuró la chica, mirando al suelo.

- Estoy bien, solo hemos discutido unas cosas, no te preocupes - cuando dijo eso, esbozó una débil sonrisa, que hizo que la chica se alegrara un poco.

Esta escena se repitió varias veces hasta que comenzó la clase. Aunque el chico no lo supo, la primera chica que había ido a hablar con él había sido Karui, quien había estado preocupada por el chico. Ese breve intercambio, había hecho que se tranquilizara mucho, e hizo que esbozara su primera sonrisa en tres semanas. 

Cuando finalmente acabó el día, Seishi suspiró de alivio. Que no hubiera pasado nada hoy le había extrañado un poco, y a pesar de su apariencia relajada había estado constantemente en guardia. Debido a eso, agradecía poder librarse de esa tensión.

Salió del edificio, y se vio sumergido en un flujo constante de gente. Notó un par de ojos enfocados en él, pero no hizo nada que delatara ese hecho. En vez de eso, se centró en caminar, alejándose del campus de la academia, hasta que estuvo en la puerta principal. Una intensa sensación de peligro le inundó, y se dio cuenta de que si daba un paso fuera de la academia, algo malo le pasaría. Era una especie de instinto que le gritaba que no se moviera hacia delante.

Debido a eso, miró alrededor, pero no pudo detectar nada. No parecía hacer nada extraño, pero seguía sintiendo esa mirada posada sobre él. Con un suspiro, se dedicó a esperar en la entrada, y se escondió en los terrenos de la academia. Sin embargo, conforme pasaban las horas y los alumnos y profesores se iban, la sensación de peligro continuaba creciendo.

- Están esperando a que se vayan los demás para atacar - murmuró con amargura Seishi.

Enfadado, dio un puñetazo al suelo, y buscó en su mochila cualquier cosa que pudiera ser de ayuda. Sin embargo, sabía perfectamente la clase de poderes que podrían tener, y nada parecía ser útil en absoluto. Sacó una cítara, y rió con desesperación y se dio cuenta de algo. 

A pesar de la fachada de calma que había mantenido, no quería morir.

Sin nada mejor que hacer, colocó sus manos en posición y comenzó a tocar la cítara. Contrariamente a lo que había ocurrido en las ocasiones anteriores, no estaba somnoliento en lo más mínimo, sino que parecía que todos sus sentidos estuvieran mucho más alertas que de lo habitual.

Debido a eso, pudo sentir que el agotamiento comenzaba a extenderse por todo su ser conforme tocaba el instrumento. Ondas de energía verde barrieron los terrenos de la academia, y se extendieron en kilómetros a la redonda. Todos los animales y plantas dentro de ese rango comenzaron a fortalecerse, volverse más bellos y a rezumar vitalidad por cada uno de sus poros. Pronto, todos los animales miraron en dirección a la fuente de ese poder, y todos emprendieron una búsqueda a toda velocidad.

Todos los seres sobrenaturales de la zona sensibles a la energía natural podían sentir esa energía. Un total de 4 miraron en dirección al chico, dos de ellos llenos de dolor y los otros llenos de curiosidad. 3 de ellos se unieron a la búsqueda.

Ajeno a toda la conmoción que había causado en los alrededores, el chico siguió tocando el instrumento. Toda la energía de su cuerpo fue expulsada, pero él siguió, y comenzó a hacerse más delgado. Su cabello se volvió amarillo, sus ojos perdieron todo su brillo y un dolor sordo comenzó a extenderse por todo su cuerpo. A pesar de eso, estaba totalmente sumergido en la canción, e hizo poco caso a todos esos signos del colapso de su cuerpo.

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