Una semana pasó rápidamente.
La rutina de Seishi siguió como siempre. Su relación con Koneko no había avanzado en lo más mínimo. Tenía la sensación de que ella era cada vez más distante con él, como si hubiera puesto conscientemente una barrera entre ellos. Ya ni siquiera le hablaba cuando cogía sus dulces en la hora del almuerzo. Esto hizo que Seishi estuviera bastante triste.
Por otra parte, Tomoe había tomado visitado frecuentemente al chico, y muchas veces pasaría únicamente a verle y hablar un poco, aparte de robarle toda la comida que pudiera. Esto generó bastante envidia en la población masculina, pero se calmó debido a que la actitud que tenía Tomoe hacia Seishi era la de una hermana mayor.
Además, había hablado con Aika Kiryuu un par de veces, y se dio cuenta de que era una chica aparentemente dura y extraña, pero en realidad era bastante suave y gentil con él.
Todo esto hizo que el humor de Seishi, que había estado por los suelos debido a los terribles dolores que sufría por las mañanas, se levantara poco a poco. Él no sabía la causa, y lo único que recordaba cada noche era sacar la cítara y dormirse tocándola.
Asimismo, descubrió que el pequeño zorro, Kunou, verdaderamente le esperaba para dormir con él, hasta el punto en que había empezado a contarle alguna cosa de su vida en la academia. Aunque sabía que no entendería nada, aún sintió ganas de hacerlo. Sin embargo, aún rehuia el contacto físico, a pesar de dormir siempre en su regazo, muy pegado a su vientre.
En resumen, el chico estaba teniendo un rato agradable en la academia. No se había vuelto a encontrar con el hombre budista, lo que le había proporcionado algo de alivio. Definitivamente no quería volver a encontrar al raro hombre que había querido que se uniera a su religión.
En este momento, se encontraba sentado en el aula de clase, mirando por la ventana mientras ignoraba las enseñanzas del profesor de inglés. Sabía más de 7 idiomas, y naturalmente dominaba el inglés, así que no lo necesitaba. Sin embargo, ver las caras de sus compañeros todos los días y forjar relaciones con ellos era lo que le daba a Seishi las fuerzas para soportar la tediosa clase.
Sin embargo, ese día estaba inusualmente emocionado: era el día del primer partido de la temporada en el club de tenis, ¡y él iba a jugar! Que alguien de primero juegue en el primer era toda una rareza, pero todos lo decidieron así. Debido a eso, representaría a la academia Kuoh en el primer partido.
Cuando llegó la hora del almuerzo, Seishi sacó lentamente su comida, sin sentir hambre. Llevaba ya unos días en que era capaz de comer muy poco, y realmente sólo seguía haciendo esos abundantes almuerzos debido a sus compañeros.
Con un suspiro, dejó el recipiente abierto en la mesa, le dio la conocida caja de dulces a Koneko y salió del aula en dirección al lavabo. Como el que usualmente usaba estaba cerrado, tuvo que ir al otro lado de la escuela para poder ingresar a uno.
Hay que decir que las instalaciones de la academia eran todas de primerísima calidad, e incluso los baños tenían cabinas únicas equipadas con inodoro, grifo y espejo de baño. Metiéndose en una de ellas, el chico miró su imagen al espejo.
"¿Qué me está pasando?"
Miró su reflejo. Su cabello, que antes brillaba con un verde intenso, se había vuelto más apagado. Sus ojos ahora se veían más negros, y estaban adornados por un par de ojeras de color morado intenso. Sus labios estaban resecos y se veía atípicamente delgado.
Tras lavarse la cara, el chico de dispuso a regresar a clase. Sin embargo, de camino se encontró con una ansiosa Tomoe. Cuando le vio, sus ojos se posaron en él.
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Uno Con La Naturaleza
Fiksi PenggemarEn la secundaria Kuoh, un nuevo alumno se ha incorporado al comienzo del curso escolar en primer año. Una vez allí, entabla una profunda amistad con una compañera de clase que, curiosamente, también es la mascota de la escuela, Koneko Toujo. Todo ir...