xxi.

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Malia and the eco house;

El sheriff y Stiles esperaban sentados, mientras que Scarlett miraba desde atrás de ellos

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El sheriff y Stiles esperaban sentados, mientras que Scarlett miraba desde atrás de ellos. Los tres miraban fijamente a la señora de tez morena que revisaba unos papeles en su escritorio y la cual minutos atrás les había llamado apenas entraron a aquel lugar. 

—Muy bien —dijo finalmente y le dio los papeles al sheriff para que firmara.—Las primeras 72 horas no se permiten llamadas, correo electrónico o visitas. De aquí iremos a un examen físico, en la mañana serán evaluados por un psicólogo, hablarán con una trabajadora social y asistirán a terapias. 

Scarlett no pudo evitar fruncir el ceño, no podía creer todo a lo que se estaba metiendo por Stilinski. Técnicamente no había tenido terapias años atrás cuando realmente lo necesitaba pero ahora lo hacía por proteger a un chico. Y aparte de escuchar todas aquellas cosas mencionadas también pudo observar cómo el hombre mayor no evitaba ver nervioso hacia todas partes y aquello la estaba poniendo nerviosa también a ella. 

—Señor Stilinski —murmuró la chica, tratando de que pusiera su atención en otra cosa y parara de mirar y moverse. 

—No —contestó de repente, asustando un poco a todos. —No, yo siento que estamos olvidando algo. 

—Usarán esto —prosiguió la mujer entregándoles dos pares de pantuflas. —No se permiten las agujetas, no tienen cinturón ¿o si? —preguntó para luego ver cómo ambos adolescentes negaban con la cabeza. —Y por favor, vacíen sus bolsillos aquí. 

—Oye, tu almohada, tu almohada —murmuró el sheriff a su hijo, mientras los adolescentes comenzaban a quitarse los zapatos. —Olvidamos tu almohada. 

—Papá, está bien.

—No, no hijo no vas a poder dormir. —siguió insistiendo, tratando de sacar a su hijo de aquel lugar frío y lleno de locura. —Tenemos que volver. 

—Está bien papá, no la necesito —volvió a repetir Stiles. 

—No puedo creer que la olvidara, cada vez que vamos a un hotel lo primero que empacas es tu almohada. 

—Tráela mañana.

—Sabes ¿qué? Basta, ¡basta! —hablo el sheriff mientras se ponía de pie. —Stiles, Scarlett tomen sus cosas. No los voy a ingresar aquí, si no van a poder ni dormir bien esta noche. 

—Papá —murmuró Stiles e imitó los pasos de su padre. —No he dormido bien en semanas. 

Stiles rompió la poca distancia que quedaba entre ellos para darle un fuerte abrazo, pero inmediatamente lo rompió para luego empezar a caminar junto a Scarlett y a la mujer mayor, la cual los guiaría hasta sus habitaciones. 

Comenzaron a subir unas escaleras y fue ahí cuando el plan de Scarlett sobre proteger a Stiles, comenzó a ponerse difícil. 

—Scarlett, tu iras por allá con ella —señaló, e inmediatamente observó que el camino al que llevarían a Stiles y al que tenía que ir ella era diferente. 

—¿Qué? ¿No, nos llevarán juntos? 

—Oh no chica —contestó con una pequeña risa burlona. —Las mujeres duermen por allá y los hombres un poco más lejos. —Ahora ve que te están esperando.

—Vale —susurro la chica luego de unos segundos de silencio. Sus ojos no se separaban del rostro de Stiles el cual miraba cabizbajo, un poco apenado y aterrado, no quería separarse de Scarlett el la había involucrado en todo eso, pero no podía hacer nada, o al menos no durante esa noche. Scarlett corrió un poco y lo abrazó por la cintura mientras que el chico rodeaba sus brazos por encima de sus hombros. —Vas a estar bien y también yo. —le dijo y se separó para luego comenzar a caminar hasta llegar a otra mujer la cual hizo lo mismo que la anterior, caminar hasta llegar a una puerta enorme y totalmente blanca. 

La mujer metió una llave a la cerradura de aquella y finalmente cedió a Scarlett para que entrara y apresuradamente volver a cerrarla. La pelirroja miró sorprendida, la habitación no era para nada lo que esperaba de hecho aunque suene triste superaba sus expectativas. El lugar no era muy grande pero tampoco era tan pequeño, las paredes eran blanco de arriba y un tipo de gris abajo, alado de la puerta había un pequeño mueble, a los costados dos pequeñas camas y al fondo una ventana con rejillas la cual dejaba entrar perfectamente la luz de la luna. 

—¿Ya dejaste de ver toda la habitación? —preguntó la voz de una chica de la cual Scarlett no se había percatado y le provocó un gran susto.

—Rayos, no te había visto.

—Lo note, te quedaste embobada viendo la ventana —murmuró. —Soy Malia por cierto.

—Scarlett —murmuró la chica mientras sonreía. 

—Hubo un suicidio, ¿verdad? —preguntó Malia, sin levantarse de su cama. —¿Es lunes? Siempre hay más suicidios los lunes. 

—Yo, no lo sé —respondió mientras miraba confundida, ¿de que suicidio hablaba? ¿Y cómo lo sabía? Scarlett no dudó en pensar qué tal vez Malia tenía alguna enfermedad mental y que solo se lo estaba imaginando, pero aún así no pudo evitar escuchar con atención. 

—Lo escuche, paso en las escaleras.

—¿Y cómo lo sabes? 

—Escuché el eco. —dijo. —Es este lugar, algo en la manera en cómo lo construyeron, todo tiene eco, en algún momento retumba por eso la llaman la "casa eco". 

CONTROL [void stiles] #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora